lunes, 28 de octubre de 2019

EL MODELO DEL FALSO “MILAGRO” CHILENO

Diego Delgado Jara

1. Cuando Salvador Allende nacionalizó las minas de cobre de Chile (Chuquicamata, La Escondida, Salvador, y El Teniente) que estaban en manos de las compañías norteamericanas de la Kenecott Cooper Company y la Anaconda Company) con la Ley Nro. 17.450, del 11 de julio de 1972, su pueblo recuperó el 70 por ciento del dinero (PIB) del país para su desarrollo productivo y para el bienestar social, sobre todo para salud, educación, vivienda, carreteras y fomento productivo. Además, para disponer de mayores recursos y por ser una reivindicación de soberanía, Allende nacionalizó la telefonía de Chile que estaba en manos de la International Telephone and Telegraph (ITT), el 22 de septiembre de 1972.

2. Aparte de estos colosales ingresos, que antes se llevaron las multinacionales, que los llamó “el salario del pueblo de Chile”, Allende propuso que el dinero de la seguridad social, de propiedad colectiva de trabajadores y jubilados, con su conocimiento y supervisión rentable, se destine al desarrollo agrícola, reforestación, embalses, canales de agua, agroindustria, industria nacional y desarrollo tecnológico. La burguesía chilena y el gobierno de Richard Nixon (en realidad manejado por Henry Kissinger) se asustaron porque este país, con semejantes recursos, tendría un bienestar incomparable y asesgurado, que demostraría que la salida del subdesarrollo no era el capitalismo sino la “chilenización” de su potencial humano y productivo, sin seguir ninguna fórmula de otro país, ni capitalista ni socialista.

3. Ante esta perspectiva, el gobierno de EE UU con la oligarquía chilena organizaron el golpe de Estado para el 11 de septiembre de 1973, para que la burguesía de este país, en contubernio con el alto mando, maneje esa colosal cantidad de dinero del pueblo chileno y evitar así el éxito rotundo del gobierno patriótico de Salvador Allende Gossens. Dos días antes el Congreso de Chile, dirigido por el demócrata cristiano Patricio Aylwin, en base al acuerdo entre su partido dirigido por el ex presidente Eduardo Frei Montalva, y el Partido Nacional, encabezado por Sergio Onofre Jarpa, declararon, en forma mentirosa e infame, que Allende estaba actuando al margen de la Constitución de Chile, decisión concertada que fue el preludio “justificador” para el golpe fascista encabezado por el general Augusto Pinochet Ugarte, y que produjo decenas de miles de encarcelados, asesinados, torturados y desaparecidos.

4. Ese dinero, producto de las nacionalizaciones referidas, sirvió para el desarrollo de Chile. Pero todo manejado no desde el interés público sino privado. Allí fue cuando Pinochet decidió entregar –a cambio de coimas- el dinero de la seguridad social de Chile, propiedad de los trabajadores y jubilados, a la banca privada nacional y extranjera afincada en ese país. A partir del gobierno de Pinochet, por leyes dictadas por su dictadura y todavía vigentes, el dinero de los aportantes para la seguridad social siguen dejando en cuentas de ahorro individualizado en la banca privada de Chile, en un monto que hace años se estimó superaba los 171.000 millones de dólares, mientras las prestaciones y jubilaciones eran miserables, y que se cortan cuando el beneficiario llega a los 80 años, salvo que disponga de una cuenta adicional.

5. La dictadura de Pinochet dejó “aprobando” una Constitución que todavía está vigente, y las leyes del dictador genocida siguen en pie. Existen cerca de dos millones de jóvenes que no tienen acceso a las universidades de ese país, al igual que los 1,2 millones de menores de 30 años que no tienen cabida desde el gobierno de Rafael Correa en Ecuador. Los métodos son similares. Cabe recordar que al Partido Socialista de Chile, no le permitieron el retorno de los más insignes militantes cercanos a la política de Allende. La dictadura impidió el retorno de Carlos Altamirano Ortuño y del economista Pedro Vuskovic, por ejemplo. Varios fueron asesinados incluso en otros países.

6. El Partido Socialista de Chile se reorganizó con los “tolerados” como Ricardo Lagos, que jamás fue socialista mientras vició Allende, sino que era del PPD, Partido por la Democracia. Michelle Bachalet, hija de un militar patriota que fue asesinado por la dictadura, fue egresada del Instituto Interamericano de Defensa, y quien era esposa de un pinochetista. Con esos “dirigentes” hicieron una “alianza” con la democracia cristiana de Chile, a la que llamaron la “Concertación”, y de la que fueron presidentes de ese país, el golpista Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruiz Tagle, Ricardo Lagos y Michelle Bachalet, algunos reelectos.

7. Como parte del acuerdo para conformar la “Concertación”, por ser exigencia medular de la democracia cristiana, era respetar el “modelo económico” y las leyes represivas de Pinochet, hoy tenemos las consecuencias. Es el hambre, la pobreza, la exclusión, la desocupación masiva, y las varias décadas de inhumana represión, la que en las calles de la Patria de Salvador Allende, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, y millones de patriotas, se expresa al grito retumbante de “¡No les tenemos miedo!” ¡El pueblo heroico de Chile vencerá, que duda cabe!

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