Pólit enterró a Serrano, su compadre lindo
José Serrano si no está caído, tambalea sobre el precipicio. Esta vez su destino no está en sus manos ni en su capacidad de maniobra, pues nada tiene para negociar. Depende enteramente de las bancadas políticas que, a su vez, tienen sobre sí los ojos del país. Serrano, para su desgracia, es víctima de su compadre lindo que grabó la conversación en la cual dijo, entre otras perlas, que había que tumbar al fiscal Baca Mancheno. Serrano hace hoy parte esencial de los protagonistas del hastío que se siente en el país contra la ola de corrupción que dejó el correísmo.
Si se miran las razones que han dado los socialcristianos para explicar su abstención en la Asamblea al pedido de que renuncie, se debe entender que José Serrano ganó una semana más de tiempo. Es obvio que hubo cálculos políticos tanto en aquellos que pidieron que renuncie, como en aquellos que quisieron que primero comparezca. El resultado, a la postre, es el mismo: Serrano perdió el piso político en la Asamblea. Por supuesto pasaron cosas, producto de acuerdos, tras la escaramuza para sacarlo: Mauricio Rodas ya no está vinculado al caso de Odrebrecht y Xavier Zavala Egas fue elegido miembro del Consejo de Participación Ciudadana transitorio con los votos socialcristianos.
Sin embargo, la permanencia de Serrano en la Presidencia de la Asamblea depende hoy de factores totalmente ajenos a su voluntad. El más decisivo es la actitud de la bancada morenista ya no frente a Serrano sino a su eventual reemplazo. Legalmente le corresponde a Viviana Bonilla, por ser la primera vicepresidenta de la Asamblea. Pero hay dudas políticas grandes, entre morenistas y otras bancadas, sobre sus nexos con Correa, su voluntad para procesar el nuevo momento político y su capacidad para responder por las cacerolas que arrastran algunas personas en su entorno. Algunos creen, además, que ella aunque lograra tener piso político (escenario que por ahora luce totalmente imposible) no asumirá porque acaba de ser mamá.
La otra carta es Carlos Bergmann que es considerada ideal en tiendas como la socialcristiana. No así para CREO y los asambleístas aliados en la Asamblea tentados a provocar un revolcón general en la Asamblea que incluya la recomposición del CAL y de las presidencias de las comisiones; tarea esta última que goza de consenso en todas las bancadas, excepto entre los 29 asambleístas del correísmo. En esta tendencia que lidera CREO trota más la idea de un outsider proveniente del morenismo. Esto significa que Serrano no salvará su cabeza y que el tiempo que le queda depende exclusivamente de la conformación de una mayoría alrededor del nombre de su reemplazo y que esto no forzosamente tiene que ver con la línea de sucesión.
En este punto pesa, igualmente, el panorama político que proyecte el gobierno a mediano plazo. En él se inscriben por supuesto los rumbos político y económico y las elecciones seccionales. En esa perspectiva, Serrano se convirtió en un político nada confiable. En el entorno presidencial, las alertas están encendidas desde el 24 de Mayo, tras oír su discurso en la posesión de Moreno. La certeza de que Serrano tiene una agenda propia (una carrera desaforada hacia la candidatura presidencial), que es un bastión con enormes poderes y alcances insospechados que queda del correísmo, lo convirtió en un político bajo sospecha.
Si se suma que en Asamblea promete a todo el mundo y nada cumple, se concluye que Serrano hizo todo para desvanecer su poder y perdió el norte en tres terrenos capitales para Carondelet: no controla mayoría alguna, disipó el papel de máximo operador de lo que fue la mayoría correísta (fracturada luego entre morenistas y correístas) y se volvió un peso muerto para todas las fuerzas políticas: Pólit, que lo llamó compadre lindo, lo enterró con el audio que él reconoció haber grabado y que no se sabe aún con quién negoció. Ese audio deja sin espacio político y sin arresto moral a Serrano para representar un poder que tiene que acompañar el nuevo momento político del país. Eso incluye desmontar, en parte por lo menos, la arquitectura jurídica que dejó el correísmo.
En definitiva, Serrano ya no tiene políticamente la cabeza sobre sus hombros, pero seguirá en el cargo hasta que no se dibuje una mayoría que pueda asegurar al gobierno -cuyo bloque es decisivo en este caso-, que su sucesor no será otra extensión camuflada del correísmo.
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