domingo, 7 de febrero de 2016

Consejos carnavalicios

Francisco Febres Cordero
Domingo, 7 de febrero, 2016 - 00h07


Qué bueno que en estos días se cumple uno de los postulados de la revolución ciudadana: todos los ecuatorianos somos iguales. ¡Qué logro! ¡Qué mérito! En efecto, en estos cuatro días todos estamos en la desocupación. Pelucones y no pelucones, desocupados. Buenos y malos, desocupados. Correístas y brutos que no resisten el menor análisis, desocupados. Lo único malo es que el miércoles, con el comienzo de la Cuaresma, recordaremos que somos polvo y, hechos polvo, regresaremos unos a la desocupación y otros al trabajo. Fin de la igualdad. Nada dura. Todo es efímero. ¡Ay, ya lloro!
Pero, mientras tanto, nos queda un tiempo para el disfrute, para el solaz y esparcimiento jugando con agua. Chuta pero, así como están los tiempos, el agua es la que está jugando con nosotros. Es que ¡qué inundaciones! Antes, nosotros éramos los que tirábamos agua. Ahora, es el agua la que nos tira a nosotros. Para salvarnos, por suerte, están las palabras del excelentísimo señor presidente de la República, quien es el que nos reconforta. Por eso dijo que gracias a que la revolución ciudadana ha construido tantas presas, tantas represas, tantos embalses, solo estemos con el agua a la cintura, porque de lo contrario estaríamos con el agua al cuello. ¡Qué gráfico que es el excelentísimo señor presidente de la República! ¡Cómo irriga –literalmente– optimismo.
Y es que él no deja que nuestro ánimo decaiga. Cuando decimos que estamos endeudados, él nos dice que, inversionísticamente, no. Cuando decimos que estamos en crisis, él nos dice que, académicamente, no. Cuando decimos que estamos en dictadura, él nos dice mediocres, mamarrachos, ignorantes, enfermos, brutos. ¡Qué bueno que es, cómo nos tranquiliza!
Pero verán, en estas vacaciones harán lo que quieran pero menos esos juegos que los antiguos llamaban carnestolendas y que consisten en dar, desenfrenadamente, gusto al cuerpo. Es que de ahí puede salir un embarazo y como el zika está rondando, la carnestolenda resulta peligrosísima. Hay que hacerle caso a la Mónica Hernández: absténganse. Aunque sea vean tele. O bueno ya, váyanse a pasear al parque.
Verán nomás que después del carnaval el excelentísimo señor presidente de la República ha de salir de nuevo con sus estadísticas para demostrarnos que la política contraceptiva ha resultado un éxito: durante estos carnavales muy pocas mujeres (2,5%) han quedado totalmente embarazadas por no abstenerse totalmente; las demás (97,5%) que se abstuvieron solo un poquito, están solo un poquito embarazadas. Orgullosísimo, ha de decir que ellas también, gracias a la revolución ciudadana, están con el guagua en la cintura y no en el cuello.
¿Y ustedes ya jugaron carnaval? No, mejor que no jueguen en estas circunstancias. Cuidaranse, verán que les advierto. Si se les ocurre lanzar una bomba les han de acusar de terroristas y les mandan veinte años al tarro. Y peor si, por mala suerte, andan caminando con una bomba en la mano, alzan a ver y se encuentran con un man en el balcón que, sudoroso, frenético, se desanuda la corbata, se abre la camisa y comienza a gritar ¡mójenme, mójenme! Ahí sí les cae un juicio de mojicidio del que no les salva nadie.
Tonces, tranquilitos, esperen nomás abstinentes a que les llegue la ceniza. (O)

 

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