viernes, 12 de julio de 2024

GABO Y EL TERRITORIO

La vida y obra de Gabriel García
Márquez constituyen un legado de
gran riqueza cultural para Colombia
que se mantiene vivo gracias a la
influencia que ha ejercido sobre las
diversas generaciones de narradores
colombianos. Como una muestra de
ello, la Fundación Gabo, con el apoyo
del Ministerio de Tecnologías de la
Información y las Comunicaciones de
Colombia, ha seleccionado catorce
voces reconocidas de hombres y
mujeres que se dedican a contar
historias desde el periodismo y la
literatura, y que reconocen el impacto
positivo que ha tenido García Márquez
en su oficio y en las reflexiones
políticas y culturales del país.
Gabo nos hacía creer que otro mundo era
posible. Gracias a él he descubierto una
cantidad de palabras que antes no conocía
y he podido ver que, incluso los mundos
que no se pueden habitar, pueden contarse
con palabras”.
Así como llevamos más de cuatrocientos
años hablando de Cervantes y el Quijote,
también seguiremos hablando durante
siglos de Gabriel García Márquez. Él ya es
inmortal en el corazón de la humanidad.
Fue alguien que exaltó y celebró la vida de
muchas formas sin mentir o falsificar la
realidad. Nos enseñó que el entusiasmo
por la vida se siente a pesar de las
adversidades y, a veces, en virtud de esos
dolores que nos hacen valorar todas las
formas posibles de la felicidad”.
García Márquez era un poeta. Hay poetas
que se expresan por medio de la prosa,
pero no sólo la prosa poética, sino
también la novela. García Márquez era
definitivamente un poeta con un sentido
musical impresionante y una capacidad
para asociar lo disímil y convertir esa
asociación en una cosa muy reveladora”.
El legado de García Márquez tiene que ver
mucho con la inspiración, con el ejemplo
que nos da a los colombianos, al Caribe y a
todo el mundo sobre cómo desde algo tan
sencillo como la lectura puede uno lograr
todo lo que se proponga. Ese es el camino
difícil, lo sé. Es más fácil ponerse un fusil al
hombro o meterse unas bolsitas de cocaína
en la maleta o en el estómago. Eso es más
fácil que hacer una carrera literaria, pero
aunque te consiga un dinero extra, nunca
te dará el respeto que sí da la literatura”.
Los debates que se plantean entre el coronel Aureliano Buendía
y Don Apolinar Moscote son los debates que aún estamos
intentando resolver en este país. García Márquez los escribió
con un nivel de actualidad impresionante y una prosa que
parece renovarse sola, como si hubiera entendido una cosa
demasiado esencial en los colombianos. Hay momentos
extraordinarios en ese sentido: el concepto de la guerra del
coronel Aureliano Buendía, en especial cuando dice que a veces
es más difícil terminar una guerra que empezar otra, o la forma
como Arcadio se convierte en un tirano habiendo deseado ser
un liberador. Poco a poco tú vas entendiendo la diversidad de
las mentalidades y las ideologías, el respeto por los códigos y
las historias de otras personas. Una de las tantas lecciones de
Cien años de soledad es que no se puede convivir en Macondo
si desconoces al otro o si el otro te desconoce a ti. Todo eso
encaja cuando lo llevas a la historia de Colombia”.
Cien años de soledad contó nuestra realidad
latinoamericana de una manera absolutamente
novedosa que no se había hecho nunca antes.
Es la primera novela en la que uno siente y
vive realmente dentro de una manera de ver el
mundo que es idiosincrásica en Latinoamérica
y que pertenece a nuestro temperamento. Eso
García Márquez lo logró con una combinación de
técnicas literarias, intuiciones humanas y orígenes
familiares que dieron como resultado una puerta
de entrada hacia una realidad que nunca antes
se había explorado y sobre la cual no habíamos
tenido siquiera un mapa”.
Gabriel García Márquez nos enseñó que la
literatura es el territorio de la verdadera
libertad, el lugar donde todo es posible.
Nos enseñó que los personajes pueden
volar y que un colombiano de provincia, de
un pueblo perdido entre plantaciones de
banano, puede ganarse un Premio Nobel”.
Yo siempre he dicho que la materia prima
fundamental del periodismo es la ética,
o sea, contar la verdad. Pero siempre he
agregado que se ve mucho mejor la verdad
cuando está bien contada. Entonces digo que
hay una estética de la ética. García Márquez
fue un maestro en eso. Esa es la principal
lección que los periodistas posteriores a
Gabo hemos aprendido de él”.
El mayor legado de García Márquez fue que
universalizó el Caribe, de tal manera que
Macondo puede ser cualquier pueblo del
Caribe. Hoy, García Márquez no es sólo una
referencia de la literatura hispanoamericana
sino también una referencia de la literatura
misma sin ninguna limitación geográfica”.
El legado de Gabriel García Márquez
está contenido en las primeras frases de
sus novelas. Si ha habido un narrador
consciente de que todo un mundo y una
trama están contenidos en una primera
frase, ese es García Márquez. Si uno
quisiera dedicarse al oficio de la escritura
y del periodismo, le bastaría con leer los
primeros párrafos de sus libros”.
Gabriel García Márquez le abrió el camino
a pensadores y pensadoras, escritores
y escritoras, soñadores y soñadoras de
la región y de la periferia. Deshierbó los
prejuicios del camino y derrumbó murallas
casi inexpugnables, reconfiguró la forma
como en el Caribe nos veían y nos veíamos.
Gracias a él supimos que era posible
contarnos a nosotros mismos y que no
necesitábamos ser contados por otros”.
Gabriel García Márquez hizo parte de unos
escritores en Colombia y América Latina que
renovaron el panorama de la literatura de una
manera asombrosa y original. Esa renovación vino
un poco de la forma en la que estos narradores
leyeron la tradición literaria norteamericana y
europea. Es decir, García Márquez fue un lector de
William Faulkner y al mismo tiempo un lector de
Albert Camus, un lector de Ernest Hemingway y
de Virginia Woolf... A partir de esas lecturas logró
oxigenar la literatura del continente, especialmente
la colombiana. Sin estos precedentes le hubiera
sido imposible darle un giro a la literatura de
entonces concentrada en la temática bipartidista
de corte sociológico, denunciador y costumbrista”.



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