sábado, 1 de diciembre de 2018

Habilidad portentosa

Aurelio Maldonado Aguilar
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Tengo que aceptar que fueron de habilidad sin precedentes para organizar la red de ladrones y corruptos más perfectas de los últimos tiempos en el mundo entero. Pasmosa habilidad para crear aparentes verdades que les brindaban impunidad y razón para robar en narices del pueblo y con tintes de legalidad y progreso que determinó que cayera en sus hábiles cánticos de sirena un enorme porcentaje de la población e incluso, lo más increíble que aún a pesar de tantas y tantas pruebas irrefutables de latrocinio, muchos sigan creyendo en ellos como mesías y catalogan a Correa como el mejor presidente de todos los tiempos. Portentosa sabiduría para ir paso a paso y muy planificadamente quemando etapas para llegar donde llegaron, al completo control de todos los estamentos del estado y así, erigido Correa y su pandilla como infalibles e intocables luchadores de izquierda, contra todo lo que pueda llamarse imperio, derecha, pelucones y poder económico.
Empezaron engendrando una constitución a su medida, valiéndose de figuras emblemáticas de la historia ecuatoriana como la de Alfaro y refundando un humilde pueblo, Montecristi, creando una portentosa y mítica cuna de nacionalismo criollo y gritando y publicitando a los vientos que está constitución con sus fatuos ideales, era la más adelantada y completa de Latinoamérica y sin embargo la zahirieron y violaron cada que lo necesitaban para seguir su plan delincuencial, implantando así bases para legitimar su vandálico robo. Una vez instauradas las bases legales en su beneficio y con la justicia como brazo ejecutor a la que metieron la mano cínicamente como lo dirían sin ambages, empezaron el vil asalto chico y grande, pues robaron en obras faraónicas de aparente necesidad como múltiples hidroeléctricas, carreteras, puentes, escuelas insolentes en el paisaje ecuatoriano, hospitales, centros de salud, universidades utópicas, juzgados, cárceles, edificios y plataformas ministeriales y en cosas que aparecen pequeñas como ambulancias, medicamentos, armas, fusiles, dhruv, patrulleros, caballos, grilletes.
Robaron con el mayor descaro y amparados en su maraña de corruptos puestos en sitios claves, estamentos que deberían ser sagrados como el banco central, IESS, fondos previsionales de maestros y jubilados, utilidades de trabajadores y profesores y claro como abstenerse de meter sus manos negras en Tame, contratos millonarios de Petroecuador y preventas petroleras, refinería de Esmeraldas y la mayor vorágine de robo, el Aromo, con ayuda de ladrones extranjeros como Chávez. Robaron al desvalido y víctimas del terremoto del que se valieron para ordeñar recursos al pueblo entero y en especial a profesionales que pagamos impuestos y estamos tomados del cuello por el inquisidor SRI. Pero no se pararon aquí. Que va. Organizaron una miríada de funcionarios, que como langostas también lucraron de coimas y encubrimiento para enriquecerse en patota. Jueces, fiscales, asambleístas diezmeros y trásfugas, constituían un abigarrado engranaje para cubrir sus delitos y reír, cantar y bailar en tarimas, impunes y gozosos.
Trampearon de la forma más burda las elecciones y la voluntad del pueblo. Pero tampoco fue todo. Que va. Asesinaron un general y otros pobres que se interpusieron en su camino como periodistas y claros testigos que tenían en la legua nombres de altos delincuentes y que los callaron de un balazo. Persiguieron personajes políticos, secuestraron y encarcelaron otros y violaron derechos humanos a fuerza de golpes, lacrimógenos y ancas de caballos. Pero no fue todo. Que va. Entregaron la Patria al narcotráfico y negociaron enormes cantidades de dinero por darles libertad y caminos expeditos para la droga. Y su obra magna. Enraizar la corrupción a todos los niveles imaginables, pero tan y tan profundos tentáculos que en dos años de Morenismo, solo descubren la punta del iceberg. (O)

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