Los dos minutos y dos segundos que dura el video del periodista Paúl Romero de Ecuavisa, son quizá los más elocuentes y reveladores sobre la salud ética de la clase política que se formó y consolidó durante los diez años de ejercicio político del correísmo. En ese tiempo, Romero logra registrar la insólita historia del documento que contiene la denuncia que se hizo pública en las pantallas de Teleamazonas en contra de la vicepresidenta María Alejandra Vicuña. Ahí se afirma que ella, cuando era asambleísta, obligaba a sus asesores a depositar en su cuenta bancaria aportes que se descontaban de sus salarios.
Pero lo más revelador del video no es exactamente la historia del documento, sino la relación que éste tuvo con las personas que aparecen y que se mencionan en el mismo. En la primera toma se ve a la ex asambleísta correísta Sofía Espín que, minutos antes de ser destituida, se acerca presurosa y alterada hasta la curul de Ximena Peña, coordinadora de la bancada morenista, con un documento en la mano que agita con vehemencia. Gracias a las observaciones que hace Romero, se llega a saber que ese documento es copia del que tuvo Teleamazonas y con el que ese medio hizo la denuncia en contra de Vicuña. Estas escenas tienen un significado, sin duda, monumental. ¿La razón? Es la evidencia más brutal de que muchos, por no decir todos, los que aparecen en el video sabían que Vicuña había sido acusada de un delito que nunca denunciaron. Espín, es evidente, sabía sobre la grave denuncia en contra de Vicuña pero, gracias al video, se ve que Peña también se entera del tema. Además, hay otros diputados que están cerca y que escuchan todo. Se ve, por ejemplo, a José Serrano y a Esteban Albornoz, alineados con el morenismo. Todos callaron sobre ese delito, lo cual en sus casos es mucho más grave porque son funcionarios públicos.
Si se analiza un poco más el contenido del video es evidente que los protagonistas, de este mini documental, tienen pleno conocimiento de al menos dos cosas: que Espín está chantajeando a la bancada morenista para que no vote en su contra porque de lo contrario hace pública la denuncia contra Vicuña y, dos, que Vicuña tiene una denuncia sobre depósitos en su cuenta personal de contribuciones forzosas de sus asesores parlamentarios.
El video revela otras cosas. Según lo que Romero narra, se sabe que Peña, luego de la amenaza de Espín que sale del hemiciclo furiosa antes de la votación acompañada de sus coidearios Juan Lloret y Luis Molina, llamó a Vicuña para contarle lo que había sucedido. Esto quiere decir que Vicuña supo de la denuncia, al menos desde el día en que Espín fue destituida y que no anunció públicamente nada sobre el tema. Lo de Vicuña es aún más grave si es cierto lo que dijo hoy en radio Majestad: que venía siendo chantajeada desde antes de saberse de la denuncia. ¿Cómo es que no lo denunció? Un chantaje, más aún si es a la Vicepresidenta de la República, es un delito que debería ser denunciado y perseguido por la gravedad que encierra.
Lo cierto es que, como puso en un tuit la periodista de Vistazo, María Belén Arroyo, el video de Paúl Romero permitió conocer que “todos sabían y todos callaban” . Además, pone en evidencia un hecho aterrador: que los políticos, amamantados y luego destetados del correísmo, han perdido esa capacidad, indispensable en cualquier funcionario mínimamente decente, de distinguir entre aquello que es ético y aquello que no lo es.
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