“VIVIR BIEN O VIVIR MEJOR”
El economista Alberto Acosta, catedrático de
la FLACSO, investigador, analista económico y dirigente del Movimiento Nacional
“Montecristi Vive”, sustentó en la “Escuela de Liderazgo y Gestión de Políticas
Públicas con Enfoque Intercultural”, que se desarrolla en la ciudad de Cañar,
promovidos por la Universidad de Cuenca y la Unión Provincial de Comunas y Cooperativas Cañaris”, UPCCC, el
tema relacionado con el “Buen Vivir”.
Dando seguimiento a este importante evento educativo que se desarrolla la última
semana de cada mes, (viernes, sábado y
domingo), recogemos los aspectos más importantes, alrededor de este controversial tema desde la visión de uno de
los pensadores y críticos más destacados del Ecuador, el economista Alberto
Acosta.
“El buen Vivir, no se trata de “vivir mejor”
(mejor que otros, de manera indefinida y no sostenible), se trata de construir
alternativas al Mal Vivir que, aunque existe en todo el planeta, no afecta a
todos por igual. Con la globalización del capital y sus múltiples formas de
acumulación, la mayoría de la población mundial está lejos del bienestar
material y ve cómo se afecta cada vez más su seguridad, libertad e identidad”.
El economista Acosta, admitió que: “Si en la
Edad Media la mayoría de la población estaba estructuralmente marginada del
progreso, hoy también lo está. Gran cantidad de personas no participan de los
beneficios tecnológicos, están excluidas o apenas reciben migajas. No tienen,
en muchos casos, ni el privilegio de ser explotados mientras sueñan con alcanzar
niveles de vida irrepetibles a nivel global”. Esta es una cuestión muy compleja,
expresó.
Al referirse a la difusión de ciertos patrones
de consumo, señaló que estos son una pirueta de perversidad absoluta que se
infiltra en el imaginario colectivo, incluso en amplios grupos sin capacidad
económica para acceder a ese consumo, manteniéndolos presos del deseo permanente
de alcanzarlo.
Recuérdese, enfatizó Alberto Acosta, que los medios de comunicación privados e
incluso públicos y gubernamentales- promocionan el consumismo y el
individualismo, en una vorágine informativa donde todo se disuelve en una banalidad
programada. Y, en un paralelismo con las prácticas inquisidoras del
medioevo, estos medios marginan lo que no debe ser desde la lógica del poder,
al negar espacios para su publicación.
En este contexto, indicó, no solo aparecen
instituciones que controlan la información, sino que convierten a los propios
individuos (en tanto simples consumidores) en artífices de su propia
enajenación. Muchísimas personas producen pensando en consumir, pero al mismo
tiempo viven en la insatisfacción permanente de sus necesidades, exacerbadas
por las demandas de acumulación. “Así, producción y consumo crean un círculo
vicioso sin futuro, agotando irracionalmente recursos naturales, contaminando
campos y ciudades, tensionando las inequidades sociales”.
El economista Alberto Acosta, durante el
diálogo con los participantes en la Escuela Política de Liderazgo, afirmó que el desarrollo de la ciencia y su aplicación
tecnológica, parece abrirnos un campo infinito de posibilidades, pero en
realidad, en no pocas ocasiones, nos restringe aún más el acceso a ellas. Sin
negar la importancia de muchos avances tecnológicos, expresó que no toda la Humanidad se beneficia de dichos
logros. “La técnica, además, no es neutra”.
“Los seres humanos nos hemos vuelto simples
herramientas para las máquinas, cuando la relación debería ser la inversa.
Desde esa perspectiva, para crear otro tipo de técnica, hay que transformar las
condiciones de su producción social”, indicó.
El Buen Vivir, una utopía hecha realidad
Para valorar los aportes del Buen Vivir hay
que entender que este recoge diversos modos de vida presentes en varias
comunidades en diversas partes del planeta, así como aquellas prácticas de
resistencia a la enajenación y marginación provocadas por la modernidad
capitalista y sus secuelas, explicó el dirigente político de izquierda..
Agregó que las visiones de El Sumak Kawsay o
“Buen Vivir”, emergen desde culturas ancestrales, o más claro aún desde la
“indigenidad”, en términos del gran intelectual latinoamericano Aníbal Quijano.
“No es una utopía por construir. Sus valores, experiencias y prácticas
civilizatorias alternativas al capitalismo hacen del Buen Vivir una utopía
realizada y realizable”.
En la medida que se pueda convertir en una
herramienta que profundice la crítica de la actual civilización y ofrezca
propuestas concretas de acción, podría contribuir para “una gran
transformación”, en los términos planteados por Karl Polanyi7.
Dejó sentado que el Buen Vivir, o buen
convivir, no sintetiza ninguna propuesta totalmente elaborada ni indiscutible,
no emerge de reflexiones académicas,ni de propuestas partidarias. Tampoco
pretende volverse un mandato global único como sucedió con el concepto de
“desarrollo” a mediados del siglo XX.
Por eso, al hablar de Buen Vivir: “pensamos en
plural, es decir, en buenos convivires, y no en un Buen Vivir único, homogéneo
e imposible de construir”, concluyó.
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