Francisco Febres Cordero
Domingo, 9 de octubre, 2016
¡Me encantó que haya comenzado la campaña! ¿Cómo, todavía no comienza? Entonces me hago corrijos: me encantó que haya comenzado la campaña que todavía no comienza. Sea como sea, el panorama político por fin empieza a despejarse, como decimos los analistas.
Domingo, 9 de octubre, 2016
¡Me encantó que haya comenzado la campaña! ¿Cómo, todavía no comienza? Entonces me hago corrijos: me encantó que haya comenzado la campaña que todavía no comienza. Sea como sea, el panorama político por fin empieza a despejarse, como decimos los analistas.
Claro que el panorama político no es lo mismo para unos candidatos que para otros. Unos, humilditos, convocan a unas concentraciones por ahí nomás, según les permiten sus menguados recursos económicos. Otros, en cambio, preparan la recepción de su candidato con una cantidad de burócratas que salen de las oficinas para hacerle calle de honor desde el aeropuerto y le reciben con banderas y sánduches (no pues para el candidato, que ya viene bien comido, sino para ellos), cantos y música. Y después, chuta, lo que sobrevino después. ¿Sí vieron?
Cómo sería de apoteósico lo que sobrevino, lo fantástico, lo admirablemente noticioso, que los cuatro canales del Gobierno transmitieron en vivo ese gran acontecimiento. ¡Qué bestia! Cómo transmitían. Es que los camarógrafos han de haber pensado que lo que se iba a desarrollar sobre ese escenario era la sabatina y por eso han de haber ido con sus cámaras y, cuando se dieron cuenta de que no era sabatina, dijeron “qué también será esto, pero transmitamos nomás porque está bonito este acto, bien colorido. Y, chuta, ve loco, ahí están el presi y el vice y toditos mismo. O sea, si apagamos las cámaras nos han de cancelar, sigamos nomás filmando”.
O, como estaban desconcertados los camarógrafos, tal vez pensaron que ahí lo que había era un pícnic de esos en que se reúne la gente para comer, porque los camarógrafos les han de haber visto a toditos los asistentes con cara de hambre. ¡Eso ha de haber sido!, igualito que en el parque ese en que estaban haciendo pícnic con los instructores militares que a los instruidos les instruían en labores de supervivencia, incluida la manera de comer plátano con cáscara, que es lo que debe saber todo picniquero que se precia.
Aunque tal vez en lugar de pícnic, los camarógrafos han de haber creído que era un curso de oratoria. Y sí ha de haber sido, porque ¡cómo oratoriaban los que cogían el micrófono!
Ya me dio pena de los camarógrafos del Gobierno, ¡qué despistados que son! No saben ni lo que transmiten, pero transmiten porque por algo son del Gobierno. Y eso que, como ustedes me aclararon, todavía no comienza la campaña. Es que cuando comience sí creo que ha de haber alguien que les aclare la diferencia que, en la teoría de la comunicación, hay entre un acto particular en que está presente el dueño de los medios del Gobierno, una sabatina del dueño de la verdad, una proclamación de candidatura, un pícnic y una clase de oratoria.
Ojalá alguien les explique, porque si no los canales del Gobierno han de seguir cometiendo esos errores aunque, como todos los errores que cometen los funcionarios públicos, son, pobrecitos, de buena fe. Pero es necesario que sepan que favorecer desde el Estado a los candidatos del Gobierno es un acto de mala fe, como es la utilización de los recursos públicos con fines proselitistas, una manera infame, canallesca, abusiva de comenzar una campaña que todavía ni siquiera comienza. (O)
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