domingo, 2 de octubre de 2016

Con la esperanza de pie

Publicado el 2016/10/01 por AGN
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Alberto Ordóñez Ortiz
En mis luchas políticas. Cercanas unas. Lejanas otras. Fundidas con los sueños y en los sueños, todas. En su sagrada fragua. Aromados por nuestros árboles tutelares. Enhiestos. Llenos de murmullos. Como una copa de música. Ceñidos por nuestros majestuosos nevados. Repletos del vocerío de plata y luna de nuestras selvas. Donde el jaguar es un relámpago y el río un embalse de límpida frescura. Abiertos -siempre abiertos- en dirección al mar, porque los sueños y las ideologías vinieron de allá y de aquí también partieron hacia el mundo.
De aquí partió -del puerto de palos de nuestra esperanza- el único libro que contiene una ideología propia. Nuestra. Hasta hacernos sangre. Me refiero a la obra: “Izquierda Democrática” de la autoría de ese ciudadano ilustre que es y será Rodrigo Borja Cevallos, quien nos dejó este glorioso legado: “Frente al fracaso del capitalismo deshumanizado y de la izquierda marxista autocrática y dogmática, he aquí -en alusión a su pensamiento político-: “Una doctrina vernácula, una doctrina hecha con barro ecuatoriano, fraguada en el corazón de nuestros y para nuestros pobres”.
En mis luchas políticas -insisto- intensas. Múltiples. Apasionadas, nunca antes del pasado sábado, me fue dable percibir un acontecimiento político aureolado por la magia de los momentos cumbres, como del que fui su asombrado testigo. Primero se impuso ese silencio veteado por las llamas de la impaciencia que suele preceder a los eventos cargados de gloria. Después, fue como un himno. Todos se pusieron de pie. De pie estaban los pobres de solemnidad. De pie los hermanos indígenas. De pie los artesanos de manos gruesas gastadas en tallar la imaginería de nuestra alma popular. De pie los profesionales de todas las disciplinas. De pie los adultos mayores portando la sabiduría que da la experiencia de vida, de pie los jóvenes y sus sueños de redención. De pie los hombres y mujeres.
De pie el Ecuador, su gente y su geografía territorial, espiritual y humana. Todo ocurrió -como si hubiese estado profetizado- y ocurrió con el ingreso del General Paco Moncayo a la sede de la CIESPAL, en los momentos previos en que iba a aceptar -como en efecto aceptó- la candidatura presidencial en representación de la Izquierda Democrática. Fue -insisto- como un himno. Todos nos llenamos de Patria. Todos fuimos por fin uno. Allí. Frente a nuestros ojos. Estaba la Patria. Y estaba de pie y con los brazos abiertos.
Todo obedeció a la presencia del General Paco Moncayo, del héroe del Cenepa, del que participó -no desde la fría mesa de la estrategia-, sino como un soldado más, con el corazón por delante, listo a morir, si hubiese sido preciso, en defensa de nuestro Ecuador en la emblemática Guerra del Cenepa. Su límpida hoja de vida política y humana, incluido su doctorado en Economía, también estaban de pie. Hombre inteligente como pocos. Dueño y señor de un incomparable carisma. Visionario y político sagaz y sin resistencias, devolvió con su discurso de aceptación a la Justicia Social con Libertad al sitial del que manos oscuras le arrebataron. Cuando concluyó el magno evento, al regresar a ver, vi que estaba de pie y aplaudiendo la esperanza. (O)

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