miércoles, 19 de octubre de 2016

La tragedia de un presidente que rastrea tuits y retuits

La tragedia de un presidente que rastrea tuits y retuits
Publicado en octubre 18, 2016 en La Info por Martín Pallares
Que una persona, peor aún un Presidente de la República, asista a una entrevista con un paquete de impresiones de tuits y retuits para evitar que el entrevistador le pregunte algo que no es de su gusto es tan trágico como cómico.
Trágico porque eso revela una personalidad mañosa, atormentada por el temor, animada por la búsqueda de la destrucción del otro y que cree en la práctica del desquite. Retrata a alguien con una inteligencia emocional precaria que pone en serias dudas su capacidad para administrar poder de forma ética y, sobre todo, humanista.
Cómica porque cuando se piensa, fría y distantemente, en la figura de un mandatario armándose de tuits y retuits del entrevistador para protegerse y poder hacer una exhibición de fuerza. Un presidente así podría estar, sin duda, en un episodio de los Simpsons. Lo que ocurrió el lunes, cuando Rafael Correa llegó armado de tuits y retuits a la entrevista con Andrés Carrión, no solo es trágico y cómico: es grave.
Correa puso en evidencia su inseguridad, su miedo, su aversión a interactuar de tú a tú con alguien que no le garantiza estar bajo su control. Ancló, además, en el ambiente, el mensaje de que él tiene a su disposición un sistema logístico y tecnológico para monitorear qué dicen y qué opinan los usuarios de redes sociales que, en la práctica, son todos los ecuatorianos. Si me resultas incómodo, puedo hacer público lo que has dicho u opinado sobre tal o cual tema. Yo puedo deslegitimarte si lo que preguntas o dices no es de mi gusto.
Lo que Correa hizo con Carrión fue confirmar lo que se sabía en ciertos círculos: que hay un costoso y sofisticado sistema para hacer el seguimiento de redes sociales y saber cómo actúan en ellas, por ejemplo, los empleados del gobierno. Es conocido que en ciertas oficinas públicas existe la advertencia de que los funcionarios deben saber que sus cuentas de redes sociales son observadas por el Gobierno y que empleados públicos han sido advertidos o despedidos por lo que han opinado. No en vano, hace dos o tres meses se iniciaron procesos en contra de militares que expresaron sus puntos de vista o incluso, como en el caso de la teniente Karla Pozo, por pulsar el botón de “me gusta” o compartir material político en su muro de Facebook. Opinar en contra del gobierno o ser disidente pasa a convertirse, en ese sentido, en una actividad peligrosa cuyo ejercicio nunca se sabe qué consecuencias traerá.
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Correa dejó por sentado, con esas hojas llenas de antecedentes del entrevistador, que el miedo colectivo es para el gobierno un activo útil de control social. Si no alabas la gestión del régimen, mejor quédate callado.
La relación de Correa con las redes sociales ha sido muy particular; sobre todo por la importancia que da a lo que ocurre en Twitter o Facebook. Se ha vuelto habitual que en sus presentaciones durante los enlaces de los sábados, el Presidente pida a sus partidarios unirse a él en determinadas campañas para acosar a alguien o para promocionar determinadas ideas o iniciativas. En ese sentido, se ha convencido de que en las redes sociales se libra una batalla en la que deben participar de su lado los “soldados digitales” de la revolución ciudadana, como los llamó el vicepresidente Jorge Glas. En abril del 2014, Correa llegó a ofrecer un almuerzo a tuiteros que lo apoyan con los que bailó eufóricamente.
Lea aquí Los guerreros del Twitter se empelotaron con Correa
En marzo del 2015, el sitio Mil Hojas publicó un extenso informe sobre cómo funciona el llamado troll center. Se trata, básicamente, de una oficina con decenas de personas contratadas para atacar a los críticos digitales del gobierno. Ese troll center está dirigido por Amauri Chamorro quien, según el sitio, tiene intereses en las empresas que ofrecen ese servicio al Gobierno. El 11 de octubre, Chamorro incluso colocó en su cuenta de Twitter (ver aquí abajo) un pequeñísimo video en el que aparentemente muestra cómo monitorea las redes. “Así se monitorea las redes!”, dice.
Amauri Chamorro @amaurichamorro
Así se monitorea las redes. Detalle del ruido generado por el procesamiento. S2 #Metadata #Monitoreo #Tags #Keywords
15:50 - 11 oct 2016
Retweets me gusta
Durante la entrevista con Carrión, llamó la atención que Correa, a pesar de la atención que presta a las redes y el tiempo que les dedica, no sepa sus reglas fundamentales. Reclamó eufórica y destempladamente a Carrión por un retuit que había hecho, como si al hacerlo se hiciera cargo de lo que afirma otro usuario. Correa no parece enterado de que uno de los pilares de la conversación en Twitter se fundamenta en la máxima que, en inglés, dice: “retweets are not endorsement”. Esta expresión fue acuñada por el periodista Patrick LaForge, del The New York Times, y establece que no necesariamente se está de acuerdo con todo lo que se comparte en esa red social.
Una persona puede replicar un mensaje con el que no está en absoluto de acuerdo, incluso puede estar indignado con él, para que otros lo lean. Es además, un principio que fortalece la pluralidad y el libre tránsito de las ideas. En la entrevista, Correa actuó como si hubiera descubierto un delito cometido por Carrión y dijo que el tema es “muy grave”. “¡Vamos por favor!” exclamó indignado.
Resulta sorprendente que ni uno solo de los asesores que Correa tiene, sobre todo los que trabajan en las redes sociales, no le haya explicado un concepto tan básico. Es evidente que cuando muchas personas han replicado tuits de Donald Trump en los cuales expresa ideas misóginas o racistas no las están apoyando. Tampoco se hacen responsables de ellas, como dice Correa: las exponen precisamente para que más gente pueda conocer el pensamiento de Trump. Difícil entender que algo tan obvio sea desconocido por alguien que, incluso organiza almuerzos pagados con fondos públicos, para los llamados “tuiteros con Rafael”.

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