martes, 17 de diciembre de 2013

La estafa



Por: Jaime Cedillo Feijóo
¡Qué gran estafa se cometió en contra de centenares de ciudadanos oriundos de Cuenca, en su gran mayoría¡. El golpe fue perfecto. Perdieron los ahorros de toda una vida de esfuerzo, casi sin descanso, porque para los pobres la palabra descanso no existe ni siquiera en su imaginario. Trabajaron sin pausa en distintas actividades públicas y privadas. Los fondos que lograron reunir, de centavo en centavo, día a día, semana tras semana, mes a mes, y año por  año, privándose de cosas elementales, sirvió para que unos delincuentes de cuello blanco se lleven sin contemplaciones. Se quedaron en la calle de la noche a la mañana. No tienen ni para hacer el mercado, peor para adquirir medicamentos para sus dolencias, para curar esos achaques que llegan con el paso del tiempo. Desde que se enteraron que habían sido burlados por la cooperativa que ofrecía el oro y el moro, la del modelo exitoso, la del candidato del cooperativismo verde, han caído en un hueco profundo que se llama incertidumbre.¿ Ahora qué hacemos?.¿ A quién acudimos?, me preguntan, con rostros de indignación,  impotencia, desesperación.
     Yo no tengo las respuestas. ¡Nadie las tiene¡, ni siquiera las entidades públicas que tienen bajo su responsabilidad vigilar que los depósitos de la gente esté a buen recaudo y no despilfarrándose en asuntos ajenos a su actividad, como aquella campaña electoral en la que participó uno de los principales responsables del manejo de la cooperativa, donde se hizo gala de derroche sin una pizca de respeto a los bienes ajenos, claro, con la participación de los que pregonan la gran mentira de las “manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes”.
     Un nuevo show nos acaban de ofrecer las “ilustres “ autoridades gubernamentales que llegaron hasta Cuenca, para informar sobre las nuevas maravillas que han descubierto recién ahora, antes de la campaña electoral todo fue fríamente ocultado. Después del proceso, se vino el diluvio, su candidato del cooperativismo perdió las elecciones, y en vez de ocupar una curul en la Asamblea Nacional, pasó a engrosar  la lista de presos en una de las cárceles del país.
     Para el ingreso a la rueda de prensa, en una de las salas de las oficinas de la SEMPLADES (ex CREA), los periodistas tuvimos que sortear varios filtros que eran celosamente vigilados por policías, agentes de civil, y burócratas por doquier. Esperen que nuestras “distinguidas” autoridades disfrutan de una sesión reservada, secreta, secretísima. Cuando de pronto, la señora Ministra de Inclusión, de no sé qué, “escapaba” por una de las puertas traseras, tal como si estuviera debiendo algo y no quisiera pagar. Acaso no era su obligación dar la cara para responder la inquietud de nosotros los periodistas invitados al sainete. Acaso la Dirección de Cooperativas no formaba parte del Ministerio de Inclusión. Acaso, Aucay, el principal de COOPERA, no fue su candidato, su figura, su chulla, su cuota, su amigo, el que le rendía homenajes de gratitud. Acaso no posaron para la foto una y otra vez, hasta la victoria siempre…?
     El libreto bien preparado: primero el ministro, luego el superintendente de la economía popular y solidaria, luego el liquidador, de yapa la asesora jurídica. La exposición de los grandes descubrimientos. Apenas permitieron formular tres preguntas, a vuelo de pájaro y pase cantando. Respuestas vagas.  En conclusión: los dineros de los socios de COOPERA se evaporaron, se hicieron humo, se desintegraron como por arte de magia, se farrearon, se mangiaron a plena luz del día. No ha quedado ni siquiera el vuelto. Pero en fin –dirán- la gente seguirá muriendo de las iras, es cuestión de tiempo, vendrá el olvido, y nosotros –dirán- continuaremos disfrutando de las delicias del poder por 300 años.

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