jueves, 12 de diciembre de 2013

Algo sobre Nelson Mandela



Por: Antonio Rodríguez Vicéns
La cosmovisión de Nelson Mandela se formó en su infancia y nació de las tradiciones ancestrales de su pueblo. El 5 de agosto de 1962, poco después de regresar a Sudáfrica, fue arrestado y acusado de incitar a la huelga y de abandonar el país sin documentos. En el juicio ejerció su propia defensa, y ante el tribunal hizo un breve recuento de sus reminiscencias y sus más arraigadas convicciones. "Hace muchos años… escuchaba las historias que los ancianos de la tribu contaban sobre los buenos tiempos del pasado, antes de la llegada del hombre blanco. Entonces nuestro pueblo vivía pacíficamente, bajo el gobierno democrático de sus reyes… Entonces el país era nuestro… Ocupábamos la tierra, los bosques, los ríos…"
"No había clases, ni ricos ni pobres, ni explotación del hombre por el hombre. Todos los hombres eran libres e iguales, y éste era el fundamento del gobierno" . Mandela se incorporó al Congreso Nacional Africano el año 1944, cuando tenía veintiséis años de edad. Desde entonces, nunca desoyó su orientación política. Tomó su bandera y proclamó y defendió sus principios. "Su política -dijo ante el tribunal que lo procesó en 1962, en Pretoria- coincidía con mis más profundas e íntimas convicciones. Buscaba la unidad de todos los africanos, superando las diferencias tribales entre ellos… Creía además que toda persona, independientemente del grupo nacional al que pudiera pertenecer e independientemente del color de su piel, toda persona cuyo hogar es Sudáfrica y que cree en los principios de la democracia y de la igualdad entre los hombres, debiera ser tratada como africana; que todo sudafricano tiene derecho a vivir una vida libre sobre la base de la más absoluta igualdad de derechos y posibilidades en todos los campos, de plenos derechos democráticos, con voz directa en los asuntos del gobierno" . Fue un político paradigmático: a pesar de la represión, de la cárcel y de los sufrimientos que padeció, fue capaz de trascender su circunstancia personal y, superando miedos y resentimientos, se dedicó, en un país dividido por odios y rencores, a buscar la unidad entre blancos y negros y a construir una sociedad libre, justa y democrática. En una época en que los principios y los valores están en desuso, postergados por un banal pragmatismo que privilegia el arribismo y el 'éxito', fue capaz de dar a su actividad política un verdadero contenido ético. Fue siempre coherente. "He dedicado toda mi vida -confesó- a esta lucha del pueblo africano. He luchado contra la dominación blanca y he luchado contra la dominación negra. He alimentado el ideal de una sociedad libre y democrática en la cual todas las personas vivan juntas en armonía y con iguales posibilidades. Es un ideal por el cual espero vivir. Pero si es necesario, es un ideal por el cual estoy dispuesto a morir".

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