jueves, 24 de septiembre de 2020

 

POR: Jaime Chuchuca Serrano

 Publicado en la revista El Observador (agosto de 2020, edición 118)

 


Las elecciones para superar el peor gobierno de la historia
La formación política del Estado ecuatoriano es hacendataria y clientelar. Varias de las políticas de la época de la hacienda pública se mantienen con un cambio en su terminología y continúan similares relaciones parentales y de administración colonial. El desequilibrio estructural de la sociedad capitalista se profundiza por la apropiación del excedente proveniente de la deuda externa y la corrupción. Estas últimas son direccionadas por los gobiernos, con estos modos el correísmo y el morenismo mantuvieron a la burguesía tradicional y crearon una nueva.

Moreno llegó al gobierno para manejar las instituciones estatales cual latifundio, antes de la escisión apoyado por Correa, luego por su cuenta y riesgo. Así surgió el peor gobierno de la historia ecuatoriana: el morenismo, cepa del correísmo. Entre todos los asaltos se enumera el del CNE, un pacto político empresarial que defenestró la mayoría monolítica del correísmo. No obstante, se manejan las mismas artimañas, similar normativa y la misma tecnología de conteo. Ecuador ha sido laboratorio de muchas cosas en Latinoamérica, entre otras, del “apagón” o fraude tecnológico electoral. Moreno ganó con un “apagón”, después ocurrió algo parecido en Venezuela con Maduro. Tras el contrato social que supone las elecciones, este sello de moneda al aire ha permitido someter la justicia en todos los órdenes. Se generó un mundo ataduras políticas, de corruptelas desde los proyectos estratégicos hasta los bienes más inverosímiles: fármacos, papel higiénico, ambulancias, aceite, gasolina.

¿El voto tiene la facultad para crear redes de corrupción o la sociedad está prefigurada de este modo? La respuesta a esta interrogante es doble, en realidad existe el sistema de acumulación por corrupción colonial seglar, pero asimismo existe el voto que sacraliza las funciones materiales de la corrupción, armada en una estructura de parentesco e ideológica del poder.

La dispersión actual de las precandidaturas a la presidencia tiene una larga historia. Correa perdió el consenso de varias fracciones de la burguesía, las que el morenismo ha intentado reconstruir en condiciones humillantes. Si bien Correa nunca salió del círculo imperial de EEUU, Europa y China, la bonanza económica no lo dejó caer en la cloaca a la que llegó Moreno. A Correa se debe la mayor división de las organizaciones sociales y populares de casi cuatro décadas, Moreno continuó campante bajo esta desorganización, hasta que el Levantamiento de Octubre hizo temblar todos los cimientos estatales. Correa fue extremadamente hábil para restaurar su hegemonía, Moreno se ha mantenido por la fuerza, pactos de élites y la falsedad ideológica permanente. En las elecciones de 2019 surgieron numerosas expresiones de la derecha, la socialdemocracia y la izquierda. Se lograron las alianzas más increíbles para la sobrevivencia electoral. Las elecciones de 2021 seguirán ese mismo patrón, salvo se puedan cuadrar alianzas más fuertes que las de 2019.

Sin embargo, aunque la dispersión electoral y la pluralidad de opciones se mantiene (al momento hay casi dos decenas de precandidatos a la presidencia), las alianzas entre los sujetos electorales ya no están determinadas por el eje correísmo/anticorreísmo como sucedió en 2019. Aunque el correísmo vaya con alianzas, en estos momentos no supera el 10 e la intención del voto, y a pesar de sus ínfulas de grandeza, suponiendo que gane como opción electoral, lo más probable es que su candidato/a tenga posiciones parecidas a las de Moreno. Haciendo un promedio de diferentes encuestadoras, Lasso no supera el 7los socialcristianos tienen 7Sonnenholzner 5Noboa 5,2 otros candidatos de derecha el 3Las muestras tomadas en las redes sociales sobre los posibles candidatos de Pachakutik, Iza y Pérez, tienen un promedio de 27,5Más del setenta por ciento de los candidatos dicen que votarían por un candidato indígena para la presidencia.

El primer inconveniente que tiene el movimiento indígena y las organizaciones populares es su propia división. En segundo lugar, los principales contendientes del movimiento indígena y popular son los medios de comunicación, en donde se juega la efectividad de las redes sociales y la comunicación intercultural. Es un gran momento para que se ponga al debate el colonialismo epistémico. La propuesta del movimiento político indígena y popular, además de ser el vademécum formal para el CNE, tiene que estudiar una filosofía que modifique la arquitectónica del poder, a través de la crítica teórica y práctica al colonialismo epistémico de la administración pública y la sociedad de clases, patriarcal y racista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario