martes, 22 de septiembre de 2020

 

POR: Galo Muñoz Arce

 Publicado en la revista El Observador (junio de 2020, edición 117)

 


Somos libres?
Ya nadie se acuerda de los incendios de la amazonia y en   Australia, o los daños ambientales al planeta, ahora tenemos una agenda del miedo. Una especie de bioterrorismo planetario para hacernos olvidar quienes destruyen el planeta, quienes promueven la guerra y quienes controlan al mundo desde su “dios” capitalismo.

Es natural sentir miedo e incertidumbre ante situaciones cotidianas. El ser humano puede “ser y sentir” en su contexto vital situaciones que alteran su simbiosis armónica para entrar en un estado de pánico individual o colectivo.

Son muchas las maneras  que el miedo está presente, perder un ser querido, el trabajo, la pareja, los hijos, la salud, los alimentos, no tener poder adquisitivo. Esto aumenta los temores y preocupaciones cotidianas.

Pero cuando se trata de manipulación de las masas y bioterrorismo transnacional; ya nos ha dado antecedentes para pensar que el coronavirus, pueda ser otro “experimento maligno” para sembrar miedo, pánico y desesperación en la población mundial. Ebola, H1N1, Gripe Porcina, Aviar, Chiquingunya, etc, etc. Son muestras que unos pocos que controlan el poder económico y político en el mundo, solo quieren dinero y acabar con la especie humana.

En esta carrera de ratas, los monopolios transnacionales de la comunicación y las redes sociales, se encargan de la desinformación, sensacionalismo y manipulación Todo el alboroto sobre el CONVID-19, que cubre actualmente el 80 e los medios masivos y las redes sociales, es producto de una estrategia destinada a crear una crisis económica global peor que la del 2008, para beneficio de Estados Unidos, China, Rusia y sus aliados en el mundo.

Lo primero que debemos saber es que el COVID-19 no es otra cosa que un virus gripal, cuyos principales síntomas son dolor de cabeza y muscular, fiebre y malestar generalizado. En los casos más severos aparece la neumonía y otros problemas que, eventualmente, pudieran provocar la muerte, sobre todo entre los grupos de riesgo: mayores de 65 años, niños y enfermos crónicos.

La gripe que genera el COVID-19 se caracteriza por su alta capacidad de distribución, patología e incidencia. Debido a la variabilidad en la mutación del virus, la población carece de anticuerpos y la infección puede propagarse con rapidez. La enfermedad aparece con brotes de intensidad variable.

Como resultado de la  emergencias sanitarias, se suspenden las clases, se  clausuran eventos culturales,  deportivos, religiosos, se cierran las puertas de santuarios, museos, pero, la gente sale a manifestarse en las calles por el  recorte del presupuesto a las universidades, los despidos intempestivos de trabajadores en el sector público y privado, los sobreprecios en la compra de equipos e insumos para el sector salud.

Así se desgañiten los periodistas de los noticieros del mundo, avalados por la Organización Mundial de la Salud —en contra de sus mismos umbrales y protocolos— a veces sospecho que se puede tratar de un  nuevo cuento chino. Y no hay que caer en la provocación del coronavirus para hacerle juego a la nueva estrategia de la guerra mediática.

En este sentido, los títeres de cada país se doblegan ante el poder económico mundial, que promueve los conflictos bélicos, las guerras bacteriológicas en nombre de una supuesta paz y estabilidad social, inventando cumbres para erradicar el hambre ignorando que cada segundo muere un niño en el mundo como consecuencia  de la desnutrición y pobreza.

Se nos induce al consumo de transgénicos para asegurar la “soberanía alimentaria”, cuando todos sabemos que la transnacional Monsanto, comercializa “alimentos” que contienen insecticidas y pesticidas que provocan  enfermedades cancerígenas,  con una alta tasa de mortalidad en el mundo.

La protección del derecho a la información, a la reserva de la fuente, el derecho a la opinión está siendo violada por los aparatos de inteligencia y seguridad del Estado, que manejan los datos  individuales de los ciudadanos para  coartar la libertad de expresión, la protesta social, con secuelas de persecución, encarcelamiento y muerte como ocurrió en octubre del 2019.

Las presiones políticas de las grandes potencias y del capital internacional, con la complicidad de los gobiernos alineados a sus intereses,  promueven el control de nuestros recursos naturales, empresas públicas, como la seguridad social, telefonía, puertos marítimos, minería, etc, etc, condenando a  nuestros pueblos y naciones a la pobreza, hacinamiento y vulnerabilidad.

En medio de mis utopías, me he puesto a pensar, el día en que el pueblo encuentre la vacuna contra el capitalismo  y la corrupción, ese día desaparecerán las pandemias, el hambre, la desnutrición y la inequidad social.

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