domingo, 7 de diciembre de 2014


Mauricio Gándara Gallegos
Domingo, 7 de diciembre, 2014
Unasur: ¡Lindo edificio!

El Gobierno del Ecuador, con fina cortesía, ha donado un monumental edificio para sede de la Unasur. El presidente ecuatoriano ha señalado que su valor simbólico se equiparará con el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York. Lo enorgullece su obra, como lo hará la del Palacio de Versalles que anuncia construirá en el Cuartel Epiclachima… si la caída del precio del petróleo no lo detiene.
En cuanto a lo no material, pienso que la integración política y económica de toda la región no está mucho más avanzada que en el tiempo en el que Bolívar y Sanmartín, en Guayaquil, únicamente llegaron al acuerdo de que no tenían un acuerdo, como se dice en la diplomacia moderna.
Un acuerdo de integración tiene que partir de una comunidad de ideales fundamentales: el respeto por las libertades, los derechos humanos, la democracia. Sobre esa base se puede construir una integración económica.
América Latina está claramente dividida entre gobiernos democráticos y autocráticos; entre gobiernos en los que existe alternabilidad democrática y aquellos que han decidido perpetuarse en el poder.
En lo económico, se han formado varias asociaciones y bloques con ideas y valores distintos y hasta contrapuestos. Existe el Mercosur con sus propias políticas y concepciones económicas; se ha formado la Alianza del Pacífico, con distinta visión del comercio mundial; la Aladi, de la que poco se oye, que ha hecho patente su disgusto por la Alianza del Pacífico; somos parte de la CAN, de la que antes se separaron Chile y, últimamente, Venezuela, y de la que recibimos constantes quejas acusándonos de no respetar las reglas del juego; de los cuatro integrantes de la CAN, Bolivia marcha por su lado, y le retrasó al Ecuador en su Acuerdo de Libre Comercio con Europa, suscrito ya por Colombia y Perú.
Para aumentar la confusión política y económica, existe la ALBA, fundada por la Venezuela del coronel Chávez, país que, desgraciadamente, vive un caos en todos los órdenes.
Se habla de una moneda común. Aquella que hemos creado con Venezuela, el sucre, más bien ha sido causa de manejos poco santos; no se puede hablar de una moneda común con un país que después de varias devaluaciones y de haber creado el bolívar fuerte, reduciendo varios ceros, hoy tiene una paridad oficial con el dólar de 6,30, pero que en la calle está en 150,00.

La inauguración de la sede les permitirá a los presidentes constatar que, simultáneamente, en el Ecuador, se echa por tierra la Constitución dictada bajo la dirección política del actual gobierno, y se intenta imponer una reelección indefinida que le permita al presidente perpetuarse en el poder, como lo han hecho los otros miembros de la ALBA: Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia. ¡Ah! Me olvidaba, también la reelección de los asambleístas, que serán premiados por su leal desempeño como sacristanes de amén, por su práctica de la ecolalia, de repetir como un eco todo lo que dice su líder, aun cuando contradiga todo lo que antes sostuvo cuando defendía la alternabilidad democrática. Presenciaremos que esos asambleístas exclamen: ¡Voto por mí… y por mi jefe!

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