Mauricio Gándara Gallegos
Jueves,
18 de diciembre, 2014
Madame
Déficit
El
pavoroso déficit fiscal de la Francia de fines del siglo dieciocho, que obligó
al rey a convocar a los Estados Generales –al cabo de doscientos años–, el
pueblo se lo atribuyó a la reina María Antonieta, que construía palacios
privados, alejados de Versalles, donde recibía exclusivamente a sus favoritos y
favoritas, a los que concedía cargos, pensiones y prebendas, y la motejó –a la
reina– como “Madame Déficit”. Cuando la reina se dio cuenta de sus errores,
cortó gastos, detuvo la ampliación del Palacio de Saint Cloud, se alejó de sus
favoritos, pero ya era tarde. Los Estados Generales se convirtieron en Asamblea
Nacional, expidieron una Constitución, dieron al traste con la monarquía,
guillotinaron a los reyes, y a otros, en el Régimen del Terror. Así ocurrió en
la Revolución Francesa.
Esto es lo
que ocurre cuando los Gobiernos entran en un frenesí de gasto, de construcción
de obras, palacios, sin hacerlo con modestia, sin relumbrón, pensando solamente
en la utilidad general que pueden generar. Las cosas van mal cuando para
ejecutar sus planes faraónicos, multiplican los gastos ordinarios permanentes;
crean cargos innecesarios, crean ministerios donde acomodar a partidarios,
amigos y parientes. Y la situación se agrava, cuando, para cubrir las
necesidades de Madame Déficit, se recurre a empréstitos que cada vez hunden más
al país; el próximo déficit es financiado con nuevos empréstitos que lo
agrandan todavía más y obligan, en el año siguiente, a nuevos empréstitos que
cubran el anterior y el nuevo déficit. La situación se torna insostenible
cuando el Estado ve reducidos sus ingresos extraordinarios con los que antes financió
sus derroches.
Una
situación como la que empieza a vivir el Ecuador por el inmenso gasto público,
el demencial déficit presupuestario, combinado con el desplome de los precios
del petróleo, no admite medidas tibias; una situación extraordinaria necesita
de medidas extraordinarias. La primera de ellas será la del recorte sustancial
del Presupuesto, calculado con un precio del petróleo a $ 79,80, cuando el
precio del ecuatoriano ronda, actualmente, los $ 50. La recomendación
internacional es la de que el déficit fiscal no debe rebasar el 3% del Producto
Nacional Bruto, y el actual es de doble dígito. Si el Gobierno proyecta crear
impuestos, elevar los actuales, deberá empezar dando muestras de su voluntad de
suprimir los gastos innecesarios. Deberá reducir el número de ministerios y
entidades públicas a los niveles con los que inició su actuación. Nada hacen
ministerios de fantasía: de la felicidad, de la meritocracia, etcétera. El
propio presidente deberá dar ejemplo de austeridad: podría reducir a uno solo
sus aviones, suprimir los viajes internacionales superfluos, como aquellos de
asistir en Buenos Aires a una convención de boy scouts, o a recibir en otros
países los manoseados doctorados honoris causa, que poco significan; recordemos
que Evo Morales cuenta con más de veinte, aunque confiesa no haber leído un
solo libro. Deberá renunciar a construir un nuevo Palacio Presidencial en el
cuartel Epiclachima. Madame Déficit y la salud del pueblo ecuatoriano se lo
demandan, se lo exigen. Deberá concentrarse en todo esto y renunciar a su
reelección indefinida.(O)
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