Francisco Febres Cordero
Domingo,
7 de diciembre, 2014
El sol y las
estrellas
¿Si vieron
cómo el alcalde Rodas y el excelentísimo señor presidente de la República se
reunieron, se abrazaron, almorzaron y brindaron por Quito? ¡Qué emoción que me
dio!
Verán les
cuento: salió el Rodas del Palacio Municipal, cruzó la Plaza Grande y entró al
Palacio presidencial, donde fue recibido por el excelentísimo señor presidente
de la República, quien, en compañía de otras personas, le condujo hacia el
balcón. La gente, en la Plaza Grande, con solo ver para arriba, comenzó a
cantar esa canción que dice:
Qué lindo
es mi Quito con su cielito lleno de estrellas.
Es que
razón también, ¡qué cantidad de estrellas que había! Imagínense que en esa
constelación estaba hasta la Chilindrina, que es una verdadera estrella, además
del Glas, que es como un cometa. Por lo rápido y por lo luminoso, pues. Tan
luminoso que fue el primero en copiar la trayectoria del Haley en el rincón del
vago punto com, y lo que antes el Glas no tenía cola, ahora ya tiene. Y la
Gabriela Rivadeneira, que es un asteroide que se estrella cada rato contra el
planeta, pero rebota y sigue su trayectoria. Y el Domingo Paredes, que es un
planeta ya apagado, o sea en proceso de extinción. Y el Ehlers, que vive en
otro planeta predicando el buen vivir.
A pesar de
que era mediodía, ¡qué lleno de estrellas que estaba el cielo de Quito,
francamente!
Pero en el
centro de toda esa constelación estaba el excelentísimo señor presidente de la
República, alrededor del cual giran todas las demás estrellas, porque es la más
fulgurante que imaginarse pueda, el centro del Universo, el Astro Rey. ¡Cómo
brilla con luz propia! Y cómo explosiona cada vez que algún satélite se cruza y
él cree que le está eclipsando. Chuta, ahí sí le manda a otra órbita y liace
perderse en el firmamento.
Lo cierto
es que el excelentísimo señor presidente de la República estaba muy emocionado
de que la gente, absorta, mirando para arriba, reconozca que gracias a la
revolución ciudadana el cielo de Quito se ha ido poblando cada vez de más
estrellas. La otra vez estuvo la Mia Farrow también entre las estrellas. Y el
Mamud Ahmadineyad ese que había y que era dictador de Irán. Y el dictador de
Bielorrusia con su hijito que va a ser el sucesor. Chuta, si se alzan los ojos
hay que reconocer que en Quito han brillado príncipes, principesas, infantas,
presidentes, dictadores, deportistas, cantantes y hasta la mamá de Assange.
¡Qué
emocionante que resultó la cita! Con razón después la gente, que estaba ya
prendida por las fiestas de la ciudad, comenzó a cantar yo soy el chullita
quiteño, la vida me paso encantado y cuando llegó a esa estrofa que dice:
El
Panecillo, la Plaza Grande ponen el sello inconfundible de su majestad.
El
excelentísimo señor presidente de la República dirigió primero la vista hacia
el Panecillo y después hacia la Plaza Grande, luego de lo cual sonrió y alzó
los brazos en la certeza de que la canción es el más preclaro reconocimiento a
la dignidad que ejerce.
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