CALLADITOS Y CONTENTOS
René Cardoso Segarra
Diario El Mercurio, domingo 13 de octubre
El abandono de las carreteras y caminos azuayos constituye uno de los testimonios históricos del maltrato de los gobiernos centralistas a nuestra ciudad y región. La sequía prolongada, al parecer superada con las últimas lluvias de esta semana, pusieron a Cuenca y su región en la atención de todo un país. Es evidente, somos el centro energético. Sin aguas en nuestros ríos y represas, todo se paraliza en Ecuador. Nosotros los azuayos tenemos ese enorme poder, los gobiernos de turno -y en especial el actual acartonado- tienen sus podercillos centralistas bicéfalos de costa y norte. Va llegando el momento de exigir, con vigor, una legítima autonomía política cuencana. Las tesis del federalismo del gran Benigno Malo Valdivieso (1807-1870), deberían ser retomadas, revisadas, asumidas por Cuenca como bandera de lucha en los tiempos actuales del descalabro politiquero bicentralista, de la inseguridad y las insondables brechas sociales.
Intelectuales contemporáneos, lamentablemente que ya no están entre nosotros, como Mario Jaramillo Paredes y Eliecer Cárdenas Espinoza, solo para citar dos nombres de una serie de ilustres ciudadanos, ya lo hicieron desde un periodismo valiente, sobrio, frontal. Fueron académicos y literatos patriotas. Y es que la cultura es también defensa -sobre todo- de la calidad de vida ciudadana. Es reclamo constante de justicia social, de amplia democracia, de libertad de expresión humana; debe ser un observatorio a autócratas que ejercen sus poderes políticos pasajeros con prepotencia, vanidad y actitudes sarcásticas.
Las tristes regionales 6 apenas son casilleros postales de los ministerios quiteños y con una enorme burocracia especialista en papeleo. Tienen muy poca o ninguna capacidad de gestión para bien de la ciudad y región. Es más, algunas de sus autoridades demuestran sumisión, una cultura servil a los ministerios centralistas, quizá por miedo a perder sus puestos, a ser despedidos con una simple llamada telefónica desde Quito. Qué triste, existen “autoridades” cuencanas que le hacen el juego a esta dependencia perversa.
Y en el tema de la cultura local, el abandono a infraestructuras como edificios de museos, seguridad de colecciones, sitios arqueológicos, es alarmante. Y los reclamos ciudadanos no tienen a quién ser dirigidos, pues en Cuenca ni siquiera existe una representación directa del Ministerio de Cultura. Hasta la regional correspondiente fue borrada del mapa cultural. Y la misma institucionalidad cultural cuencana ha sido debilitada al grado de inanición, de casi desaparición reduccionista a las burocráticas “ventanillas únicas”.
La escritora española Remedios Zafra en uno de sus últimos libros “El informe. Trabajo intelectual y tristeza burocrática” señala que “la cultura es capaz de crear un marco, un libro, una música, un poema o un escenario para preguntar lo que en la vida tiene y no tiene sentido, pero también puede ser agua en el puesto fronterizo de manera que un poema se convierta en oasis, en mano que aprieta y salva ante el hartazgo de los haceres vacíos, ante la multitud de silencios contenidos, asustados, ante el llanto y el encono que experimentamos frente a la tiranía burocrática, el trabajo intelectual que sostiene a la cultura posee un inmenso valor”.
Ante los reclamos de Cuenca, el presidente simplemente se levanta de hombros y manifiesta, con desfachatez, que “nos veremos el quince” entendemos que se refiere a la cumbre iberoamericana. Da a entender que esto ya es bastante para Cuenca, que es casi un regalo celestial y en consecuencia que nos mantengamos calladitos y contentos, y que mejor comencemos a tenderle las alfombras rojas, así nos encontremos en penumbra.
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