jueves, 4 de julio de 2019

POR: Manuel Vallejo Chávez
Publicado en la Revista El Observador, edición 111, Junio de 2019

Corrupción vs. Civismo
Apropósito del fallecimiento  del doctor Julio César Trujillo Vásquez, a los 88 años de edad, acaecido el domingo 19 de mayo del presente año, a quien lo recordaremos sencillamente como un hombre de bien, por su límpida vida, quien consagró su existencia a la defensa de la justicia, la democracia, los derechos humanos y la lucha contra la corrupción en Ecuador, creo oportuno reflexionar brevemente, sobre la corrupción política en nuestro país. 
  
Indudablemente, el Ecuador en la actualidad, está sumido en periódicas  denuncias de actos de corrupción, informadas a través de  los diversos medios de comunicación, que han trascendido inclusive  los límites patrios, provocando indignación nacional. En diferentes espacios como centros educativos, sectores ejecutivo, legislativo, judicial, seminarios, oficinas públicas y privadas, plazas, mercados, iglesias, etc.,  se habla del azote de la corrupción político-administrativa, ejercida particularmente por el expresidente Rafael Correa Delgado, y numerosos funcionarios de su administración, durante la década  que “gobernó” nuestro país;  prófugos unos, y en prisión otros.

Detallar cada uno de los hechos de corrupción denunciados, que son de conocimiento público, resultaría muy extenso y molesto; por lo que, compartiendo el pensamiento del clérigo, historiador y arqueólogo ecuatoriano Federico González Suárez, expresado en una carta dirigida desde Sevilla-España, el 5 de abril de 1886, al Dr. Mariano Borja, referente a un tema relacionado con la iglesia católica, sobre el Ecuador  concluyó diciendo: “Las cosas que se refieren del Ecuador son tantas y tan desagradables, que sería mejor ignorarlas completamente, para ahorrarse dolores y hasta vergüenzas…”; considero entonces prudente,  dejar que la justicia ordinaria y los entes de control actúen responsablemente  respecto de cada uno de los actos de corrupción revelados, sancionando como corresponde a quienes resulten responsables por los hechos denunciados.

Sin duda, que lo expresado por Federico González Suárez, evidencia también que en todo tiempo ha existido corrupción en nuestro país, y que ante esta circunstancia, se hace urgente  adoptar medidas radicales orientadas a eliminar este mal endémico, veneno social que envilece y acaba con la conciencia del ser humano; surge entonces la pregunta ¿cómo combatirla…?,  y se me viene a la mente el recuerdo de mis años escolares, cuando una de las materias que se estudiaba era moral y cívica, como complemento a la educación  que con amor  nos brindaban nuestros amados y recordados progenitores en el hogar familiar. Evoco este recuerdo para destacar que allí podría estar una respuesta a la interrogante formulada; pues, en la medida en que tomemos conciencia del valor de la cívica, que consiste en el conjunto de conocimientos que debe adquirir el individuo, de sus deberes y derechos, en orden a formarse un ciudadano perfecto, consagrado con desinterés al servicio de la Patria, al manejo con moralidad de la cosa pública; es en esa medida, que podremos levantar nuestra Nación y hacerla próspera. La instrucción cívica se impone hoy más que nunca, como una necesidad apremiante para todo ecuatoriano, especialmente para los niños, de cuya formación  espera el Ecuador,  de un renacer de patriotismo y civismo.

Hay quienes, por revancha, han denunciado actos de corrupción, otros que con una doble moral “entre tintos y papeles”, se limitan a comentarlos y cuestionarlos, teniendo “rabo de paja”. Por ventaja, existen también seres humanos, que con civismo y fundamento han evidenciado  numerosos hechos reñidos con la moral y la ley; virtud,  digna de destacar e imitar, como la manifestada por el doctor Julio César Trujillo hasta el ocaso de su vida, que ha merecido elogios y reconocimientos, como la Condecoración de la Orden Nacional de “San Lorenzo” en el Grado de Gran Cruz, post-mortem, otorgada por el Gobierno Nacional, como gratitud a su virtud cívica, puesta al servicio del país.

“El Observador”, se suma a este justo reconocimiento, a Julio César Trujillo Vásquez, quien no se amilanó ante las amenazas y desafíos de sus opositores; muy por el contrario, venciendo obstáculos y enmendando errores, supo marcar un sendero con solvencia moral, de honradez, capacidad y entrega en defensa de las causas justas.
 “La muerte espanta a aquellos para quienes todo se extingue con la vida; no a los hombres cuya gloria no puede morir.”
(Cicerón)      


Dr. Trujillo hoy y siempre. El país se queda sin un pilar de decencia, moral y dignidad. Ni el golpe, ni el grito destemplado, ni la injusta y tirana cárcel ni el destierro pudo con usted. Solo la inefable vida que lo tendrá como maestro en el universo. Lloramos su partida.

Enrique Ayala Mora

Expreso ante la familia de Julio César Trujillo y ante la nación mi profundo pesar y solidaridad por el fallecimiento de un ciudadano en todo el sentido del término. A quien la patria debe un reconocimiento especial y un lugar en su historia. ¡Paz en su tumba! 
Pedro Palacios U.

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