POR: Jaime Cedillo F.
Publicado en la Revista El Observador, edición 105, Junio de 2018
Lo que era un secreto a voces en Cuenca salió a la luz pública después de varias décadas. Y por qué sale a luz, porque el Concejo Cantonal, en sesión extraordinaria, con mayoría de votos (11 de 15 ediles), decide entregar en la sesión solemne del 12 de abril de 2018, la máxima Presea “Santa Ana de los Cuatro Ríos de Cuenca”, al sacerdote César Augusto Cordero Moscoso, por su destacada trayectoria de “educador”, o como dijo un articulista en la prensa local, “al eximio educador, fundador de la Universidad Católica de Cuenca”, y agregaba “bien por el cabildo y bien por la justicia con que se ha sabido reconocer tan benemérita labor”. Cuatro concejales votaron en contra, argumentando que el “eximio” era un infractor de las ordenanzas.
Anunciada la noticia con “bombos y platillos”, la doctora María Palacios, envía una comunicación al Alcalde de Cuenca, Marcelo Cabrera Palacios, con copia al Concejo Cantonal, protestando por el reconocimiento y denunciando al sacerdote Cordero Moscoso, como el autor de la violación a su hermano Jorge Rolando Palacios Barrera, cuando niño estudiante en la escuela “Miguel Ortiz”, regentada por el cura pre nombrado, que funcionaba en la calle Vargas Machuca entre Sucre y Presidente Córdova, en el inmueble de propiedad de la Sociedad de Obreros de La Salle.
Relata que con fecha 10 de noviembre del 2010, presentaron el afectado y su familia, la denuncia en la Junta Cantonal de Protección de Derechos, otorgando medidas cautelares en los siguientes términos: “por amenaza a los derechos de los niños, niñas y adolescentes que estudian en las unidades educativas católicas, regentadas por César Cordero Moscoso, al amparo de los artículos 68 y 69 numerales 3, 8, 9 y 13 del código de la niñez y adolescencia, dispone: la prohibición a César Cordero Moscoso, de acercarse o mantener cualquier tipo de contacto con los niños y adolescentes que estudian en escuelas y colegios dirigidos por Cordero”. Se responsabilizó del cumplimiento de la medida a la DINAPEN. La denuncia no prosperó más allá porque como suele suceder en la mayoría de casos, los “poderosos” con sotana o sin ella, cuentan con la protección de autoridades inmorales que son cómplices y encubridoras de delitos atroces como estos lamentables hechos.
Como pretendiendo tapar el “sol con un dedo”, el Concejo Cantonal a través de Secretaría, anuncia que el “eximio” por motivos de salud desiste de la máxima Presea (una más), por lo tanto, el premio queda desierto. El Alcalde ni los concejales que con su voto aprobaron semejante barbaridad, han dado explicación alguna a la ciudadanía, peor pedir disculpas. Se dice en derecho, que lo que se hace se deshace de la misma manera.
El lunes 25 de mayo circuló por las redes sociales un comunicado del burgomaestre Cabrera, donde señala que aspira que la justicia y la verdad salgan a la luz y que los responsables sean juzgados.. “Mi absoluta condena y repudio a todo acto que atente contra el bienestar y la dignidad de niños, niñas y adolescentes”.
Al día siguiente, 26 de mayo, cientos de personas de todas las edades, marcharon desde el parque de San Blas, hasta el parque Calderón, portando pancartas con frases de rechazo a los abusos sexuales perpetrados durante décadas por el “depredador con sotana”. La indignación creció cuando los manifestantes pasaron por la Curia Arquidiocesana, que permaneció con las puertas cerradas. Los gritos se multiplicaron exigiendo una sanción ejemplarizadora para el victimario y reparación para las víctimas. Lo que llamó la atención fue la presencia de varios de los concejales que votaron a favor de entregarle una presea más al cura abusivo, esta vez, la máxima conocida como “Santa Ana de los Cuatro Ríos”. ¡Véanles golpeándose el pecho!, decían los transeúntes, al observar semejante cuadro.
El canal Teleamazonas difunde la cruel realidad entrevistando al agredido, quien cuenta cómo fue violado por el sacerdote César Cordero Moscoso, una y otra vez, durante varios años. Viene a Cuenca, su ciudad natal, actualmente está radicado en Quito, es arquitecto y vive con su familia (esposa, cuatro hijos y cuatro nietos), tiene 63 años edad. Decidido a probar una vez más el agravio que sufrió, exigir justicia a las autoridades, a la Curia Arquidiocesana, a la Fiscalía. Ofreció una rueda de prensa en la glorieta del parque Calderón, en la mañana del 23 de abril; en la tarde, nos concedió la entrevista para describir, la terrible experiencia: “el cura dañó mi ser, me obligó a salir de Cuenca a la edad de 24 años, me trasladé a Quito, sólo, sin ayuda de nadie. Mi testimonio es el mismo, la experiencia es la misma”.
¿Por qué ahora, arquitecto?
“Era necesario que salga a la luz para ayudar a todos los niños y jóvenes que fuimos abusados sexualmente por el sacerdote. Quiero que vean en mi un ejemplo, además, es un desahogo porque quiero quitarme un gran peso. El cura pederasta a tenido a su elección a los niños, porque cada año ingresaban nuevos. Cuando fui violado tenía apenas cinco años. Nos instruía en el catecismo y en la noche nos manoseaba y violaba sin piedad. Recorría el barrio donde funcionaba la escuela (parque Víctor J. Cuesta), para observar a sus potenciales víctimas. Era un déspota. El personal administrativo vivía subyugado”.
“Era necesario que salga a la luz para ayudar a todos los niños y jóvenes que fuimos abusados sexualmente por el sacerdote. Quiero que vean en mi un ejemplo, además, es un desahogo porque quiero quitarme un gran peso. El cura pederasta a tenido a su elección a los niños, porque cada año ingresaban nuevos. Cuando fui violado tenía apenas cinco años. Nos instruía en el catecismo y en la noche nos manoseaba y violaba sin piedad. Recorría el barrio donde funcionaba la escuela (parque Víctor J. Cuesta), para observar a sus potenciales víctimas. Era un déspota. El personal administrativo vivía subyugado”.
¿Por qué piensa que la denuncia que presentó en la Junta Cantonal, no prosperó?
“Un tribunal resolvió medidas cautelares, que no se acerque a los niños, No prosperó porque no tenemos el peso suficiente”.
“Un tribunal resolvió medidas cautelares, que no se acerque a los niños, No prosperó porque no tenemos el peso suficiente”.
¿Usted ha dicho que su hermano menor (que se suicidó a los 27 años de edad), también pudo haber sido abusado por Cordero Moscoso?.
“Juan ingresó a la misma escuela. Cuando el entra yo estaba tratado de salir de las garras del pederasta. Un poco para tratar de olvidarme de la pesadilla, me dediqué a jugar básquet. Pude observar como le acariciaba a mi ñaño. No soportó el peso y terminó quitándose la vida. Le conté al salesiano Guillermo Mensi, y me ayudó sacándome del plantel. He tratado de borrar el pasado, con soluciones prácticas, luchando para olvidar lo malo”.
“Juan ingresó a la misma escuela. Cuando el entra yo estaba tratado de salir de las garras del pederasta. Un poco para tratar de olvidarme de la pesadilla, me dediqué a jugar básquet. Pude observar como le acariciaba a mi ñaño. No soportó el peso y terminó quitándose la vida. Le conté al salesiano Guillermo Mensi, y me ayudó sacándome del plantel. He tratado de borrar el pasado, con soluciones prácticas, luchando para olvidar lo malo”.
¿Le gustaría tenerle frente a frente?
“Mi interés no es la venganza, no siento odio, sí me gustaría verle para decirle en su cara que me explique por qué hizo eso, por qué se aprovechó de la inocencia de los niños. Nos confesaba y nos daba la comunión, para luego proceder a violarnos, a los más débiles, a los más permisivos. A mi otro hermano trató de hacerle lo mismo. Le invitó a que le visite por la tarde, que suba directamente a su habitación, el acudió, pero por suerte la puerta de su dormitorio estaba cerrada. Se salvó. A los niños que no se dejaban, de penitencia les hacía lavar los higiénicos, ante la vista y paciencia de profesores, conserjes y personal administrativo”.
“Mi interés no es la venganza, no siento odio, sí me gustaría verle para decirle en su cara que me explique por qué hizo eso, por qué se aprovechó de la inocencia de los niños. Nos confesaba y nos daba la comunión, para luego proceder a violarnos, a los más débiles, a los más permisivos. A mi otro hermano trató de hacerle lo mismo. Le invitó a que le visite por la tarde, que suba directamente a su habitación, el acudió, pero por suerte la puerta de su dormitorio estaba cerrada. Se salvó. A los niños que no se dejaban, de penitencia les hacía lavar los higiénicos, ante la vista y paciencia de profesores, conserjes y personal administrativo”.
¿Conoce el destino de sus compañeros que también fueron víctimas de Cordero Moscoso?
“No conozco en donde están. No recuerdo sus nombres. Por este medio, les envío un mensaje: que se liberen de esa carga, yo me siento en paz, estoy listo para enfrentarme al victimario”.
“No conozco en donde están. No recuerdo sus nombres. Por este medio, les envío un mensaje: que se liberen de esa carga, yo me siento en paz, estoy listo para enfrentarme al victimario”.
¿Qué le han dicho en la Fiscalía del Azuay?
“Fuimos en busca de información, pero inexplicablemente el oficio no existe en sus archivos. Nos han dicho que no es posible hacer una nueva denuncia porque el crimen está prescrito. Es un delito de lesa humanidad contra los niños y adolescentes, por tanto, los delitos no prescriben”.
“Fuimos en busca de información, pero inexplicablemente el oficio no existe en sus archivos. Nos han dicho que no es posible hacer una nueva denuncia porque el crimen está prescrito. Es un delito de lesa humanidad contra los niños y adolescentes, por tanto, los delitos no prescriben”.
“Art. 171 del COIP. Violación. Es violación el acceso carnal, con introducción total o parcial del miembro viril, por la vía oral, anal o vaginal; o la introducción, por vía vaginal o anal, de objetos, dedos u órganos distintos al miembro viril, a una persona de cualquier sexo. Quien la cometa, será sancionado con la pena privativa de libertad de diecinueve a veintidós…
Art. 48. Encontrarse la víctima al momento de la comisión de la infracción, al cuidado o atención en establecimientos públicos o privados, tales como los de salud, educación u otros similares”.
¿Y en la Arquidiócesis, Monseñor Marcos Pérez, qué le dijo?
“Ya tiene los documentos en sus manos. Nos recibió. Dijo que nombraría una persona imparcial para que investigue. Ese informe se enviará al Vaticano. Nos supo manifestar que la iglesia condena todo acto de violencia sexual. Para la iglesia no prescriben estos actos, por lo tanto, será la iglesia la que se encargue de sancionar, cuando tengamos las conclusiones”.
Siguiendo el ejemplo de Jorge Palacios, ya son varias las personas que han decidido revelar sus “secretos” bien guardados. José, otra víctima, relató nervioso, con voz entrecortada, sin dejar ver su rostro, que cuando tenía 16 años el cura César Cordero, “nos amedrentaba con castigos físicos, psicológicos, nos metía miedo, esa era su estrategia, así era su modus operandi. Esperaba que se vayan todos los alumnos a sus casas para dar rienda suelta a sus instintos criminales. A mí me hizo entrar en su oficina, me empujó al sofá, me bajó el pantalón y procedió a violarme”.
Marcelo, quien actualmente tiene 64 años, narró de la misma manera, nervioso, con temor, tembloroso, que desde los siete hasta la edad que tiene actualmente no ha podido ser feliz. El daño psicológico que le provocó el cura católico ha sido irreparable. “Me agarró, me sentó en sus piernas, me besó y me violó. Sólo con verle sentía pánico, no podía contener mis esfínteres, me ensuciaba”. Cuenta que en el colegio para tratar de olvidar se dedicó al alcohol y a las drogas, vicios que terminaron en el año 1993. “He querido suicidarme, todavía tengo deseos de hacerlo. Soy un desadaptado, socialmente no me encuentro bien”.
Enrique: “yo en cambio, fui víctima de agresión, su sadismo no tenía límites, disfrutaba lanzándonos agua con una manguera, metidos en una tina de cemento, hasta casi ahogarnos. Disfrutaba”.
Fernando: “A mí me llevó al segundo piso donde tenía su oficina (dirección), empezó a acariciarme, me metió sus manos entre mis piernas, , me sacó mi pene y me hizo sexo oral. Me pedía que integre la banda de guerra, el coro de la escuela. No podía contar a mis padres porque no me creían, me decían que era un malcriado, vago, bruto. Al cura le encantaba que los padres de familia le besen su mano. Esto me pasó a mi entre el segundo y cuarto curso de colegio. Me he sentido deprimido, angustiado, desesperado. Un sobrino también fue agredido sexualmente cuando tenía 11 años, ahora tiene 57 años, conozco que vive en Quito, lamentablemente dedicado a las drogas y alcohol. Estoy tratando de localizarlo. El dolor es muy grande. El vicerrector de la época tenía conocimiento de todo, al igual que sus familiares porque también eran profesores. Si no denunciamos, seguiremos siendo cómplices y encubridores, y seguirán habiendo monstruos como Cordero Moscoso”.
“Ya tiene los documentos en sus manos. Nos recibió. Dijo que nombraría una persona imparcial para que investigue. Ese informe se enviará al Vaticano. Nos supo manifestar que la iglesia condena todo acto de violencia sexual. Para la iglesia no prescriben estos actos, por lo tanto, será la iglesia la que se encargue de sancionar, cuando tengamos las conclusiones”.
Siguiendo el ejemplo de Jorge Palacios, ya son varias las personas que han decidido revelar sus “secretos” bien guardados. José, otra víctima, relató nervioso, con voz entrecortada, sin dejar ver su rostro, que cuando tenía 16 años el cura César Cordero, “nos amedrentaba con castigos físicos, psicológicos, nos metía miedo, esa era su estrategia, así era su modus operandi. Esperaba que se vayan todos los alumnos a sus casas para dar rienda suelta a sus instintos criminales. A mí me hizo entrar en su oficina, me empujó al sofá, me bajó el pantalón y procedió a violarme”.
Marcelo, quien actualmente tiene 64 años, narró de la misma manera, nervioso, con temor, tembloroso, que desde los siete hasta la edad que tiene actualmente no ha podido ser feliz. El daño psicológico que le provocó el cura católico ha sido irreparable. “Me agarró, me sentó en sus piernas, me besó y me violó. Sólo con verle sentía pánico, no podía contener mis esfínteres, me ensuciaba”. Cuenta que en el colegio para tratar de olvidar se dedicó al alcohol y a las drogas, vicios que terminaron en el año 1993. “He querido suicidarme, todavía tengo deseos de hacerlo. Soy un desadaptado, socialmente no me encuentro bien”.
Enrique: “yo en cambio, fui víctima de agresión, su sadismo no tenía límites, disfrutaba lanzándonos agua con una manguera, metidos en una tina de cemento, hasta casi ahogarnos. Disfrutaba”.
Fernando: “A mí me llevó al segundo piso donde tenía su oficina (dirección), empezó a acariciarme, me metió sus manos entre mis piernas, , me sacó mi pene y me hizo sexo oral. Me pedía que integre la banda de guerra, el coro de la escuela. No podía contar a mis padres porque no me creían, me decían que era un malcriado, vago, bruto. Al cura le encantaba que los padres de familia le besen su mano. Esto me pasó a mi entre el segundo y cuarto curso de colegio. Me he sentido deprimido, angustiado, desesperado. Un sobrino también fue agredido sexualmente cuando tenía 11 años, ahora tiene 57 años, conozco que vive en Quito, lamentablemente dedicado a las drogas y alcohol. Estoy tratando de localizarlo. El dolor es muy grande. El vicerrector de la época tenía conocimiento de todo, al igual que sus familiares porque también eran profesores. Si no denunciamos, seguiremos siendo cómplices y encubridores, y seguirán habiendo monstruos como Cordero Moscoso”.
Jorge Palacios: Mi educación escolar
“Nací en Cuenca en el año 1955, en el seno de un hogar muy humilde. Mi barrio era La Salle, en las calles Hermano Miguel y Simón Bolívar. La familia estaba conformada por papá, mamá y ocho hermanos, sin contar con cuatro más que murieron muy pequeños. Nuestra vivienda era de unos 25 metros cuadrados, en ese espacio se desarrollaban las actividades diarias, mi padre era zapatero, apenas tenía una mesa de trabajo, mi madre colocaba en la puerta de calle una pequeña mesa para tratar de vender cualquier producto posible”.
“Una las buenas cosas que recuerdo de mi niñez, son los paseos al río Tomebamba, a lavar la ropa de la familia, que no era mucha, por cierto, y también prendas ajenas para ganar algo de dinero para la manutención. Esa dura actividad a mi madre le trajo consecuencias en su salud, pero su fuerza y voluntad estaban primero, para poder sacar adelante a sus hijos”.
“Frente a nuestra vivienda (que realmente era una tienda) estaba Flota Imbabura, la llegada de los buses nos permitía ganar unos centavos porque ayudábamos a bajar las maletas desde la parrilla hasta las carretillas. Como éramos tres varones y cinco mujeres, nos hacíamos de la mayor cantidad de pasajeros, por lo tanto, ganábamos más propinas”.
“Al cumplir cinco años de edad logré entrar en la escuela “Ezequiel Crespo”, primero, hasta que fui elegido por un adulto que fingiendo ser un sacerdote bueno, apuntó sus malas intenciones a una familia pobre y logró que mis papás accedieran a cambiarme de plantel. La escuela “Miguel Ortiz” sería mi nuevo centro de educación. Por mi apariencia e inocencia fui presa fácil, además, en esa época era un honor ser elegido por el padre César Cordero Moscoso, para acompañarlo en sus habitaciones. A todos nos prestaba juegos de salón como futbolines, nos regalaba golosinas, es decir, nos daba cosas que en mi hogar no podíamos tener. De esa manera fui violado y mancillado en mi niñez. Era apenas un niño al igual que el resto de compañeros. Recuerdo que en más de una ocasión éramos varios los inocentes que estábamos en su cama. Así transcurrió mi educación escolar. Algo que recuerdo claramente es que cuando salíamos del dormitorio del cura en la mañana e ingresábamos al grado, al profesor Pepe Escandón, le importaba en lo absoluto lo que nos estaba sucediendo. El era uno de los testigos, sabía que habíamos pasado la noche acompañando al cura, y que éramos abusados, sin ningún tipo de remordimiento nos mandaba a recibir clases como si no hubiese pasado nada. Los profesores de la escuela nunca hicieron nada para evitar que los niños y jóvenes, que ellos educaban, sean violados por el amo de la escuela, del colegio. Así acabé mi preparación escolar, con buenas notas en todas las materias, así como un buen desempeño en educación física, sin embargo guardaba un secreto que a nadie fui capaz de contarlo”.
“Para poder recibir la primera comunión, tuve que confesarme con mi propio verdugo. No sabía si yo era el pecador o era la víctima, tenía diez años de edad, pues había pasado por muchas vicisitudes en la vida”.
“Ya en el colegio “Miguel Cordero”, de propiedad del mismo cura, los fines de semana, asistíamos al oratorio Don Bosco de los padres salesianos. Tuve la suerte de conocer a buenos sacerdotes como Guillermo Mensi, un verdadero maestro y guía de jóvenes. Notó en mi una necesidad de ayuda, me la dio y comentó a mis padres que era necesario un cambio de colegio. Ingresé al Técnico Salesiano, a pesar de que no teníamos las posibilidades económicas, hasta me dio trabajo encargándome de la reforestación de las áreas verdes, y en las naves de mecánica y electricidad, es así como alcancé a graduarme. Este cambio me ayudó a superar en parte la gran depresión que tenía. Si bien logré escapar del infierno, quedaron mis dos hermanos, a los que no tuve la valentía de advertirles del peligro. Mi hermano Juan, también educado en la escuela del pederasta, en su plena juventud decidió terminar con su vida”.
“En 1973 ingresé a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Cuenca. Debo confesar que el vicio de fumar mariguana me acompañó desde los 18 años de edad, iniciando la educación superior, hasta cuando cumplí los 47. Con todos mis vicios y defectos, logré obtener el título de arquitecto de la república. Me trasladé a vivir en Quito. A los tres años de radicarme en la capital, me casé, tengo cuatro hijos, el varón vive en Cuenca y mis tres hijas en Quito. Tengo dos hermosos nietos. Dejé las drogas, el alcohol, estoy dedicado a los negocios, al comercio, porque descubrí que tengo aptitudes. Me apegué a mi familia. Cuando decidí que tenía que sacar a la luz mis “vivencias”, dije que la primera que tenia que saber era mi madre y así fue”.
“Con mi testimonio de vida quiero aportar para que las instituciones, las autoridades, puedan prevenir y proteger a nuestros niños y jóvenes”.
“Nací en Cuenca en el año 1955, en el seno de un hogar muy humilde. Mi barrio era La Salle, en las calles Hermano Miguel y Simón Bolívar. La familia estaba conformada por papá, mamá y ocho hermanos, sin contar con cuatro más que murieron muy pequeños. Nuestra vivienda era de unos 25 metros cuadrados, en ese espacio se desarrollaban las actividades diarias, mi padre era zapatero, apenas tenía una mesa de trabajo, mi madre colocaba en la puerta de calle una pequeña mesa para tratar de vender cualquier producto posible”.
“Una las buenas cosas que recuerdo de mi niñez, son los paseos al río Tomebamba, a lavar la ropa de la familia, que no era mucha, por cierto, y también prendas ajenas para ganar algo de dinero para la manutención. Esa dura actividad a mi madre le trajo consecuencias en su salud, pero su fuerza y voluntad estaban primero, para poder sacar adelante a sus hijos”.
“Frente a nuestra vivienda (que realmente era una tienda) estaba Flota Imbabura, la llegada de los buses nos permitía ganar unos centavos porque ayudábamos a bajar las maletas desde la parrilla hasta las carretillas. Como éramos tres varones y cinco mujeres, nos hacíamos de la mayor cantidad de pasajeros, por lo tanto, ganábamos más propinas”.
“Al cumplir cinco años de edad logré entrar en la escuela “Ezequiel Crespo”, primero, hasta que fui elegido por un adulto que fingiendo ser un sacerdote bueno, apuntó sus malas intenciones a una familia pobre y logró que mis papás accedieran a cambiarme de plantel. La escuela “Miguel Ortiz” sería mi nuevo centro de educación. Por mi apariencia e inocencia fui presa fácil, además, en esa época era un honor ser elegido por el padre César Cordero Moscoso, para acompañarlo en sus habitaciones. A todos nos prestaba juegos de salón como futbolines, nos regalaba golosinas, es decir, nos daba cosas que en mi hogar no podíamos tener. De esa manera fui violado y mancillado en mi niñez. Era apenas un niño al igual que el resto de compañeros. Recuerdo que en más de una ocasión éramos varios los inocentes que estábamos en su cama. Así transcurrió mi educación escolar. Algo que recuerdo claramente es que cuando salíamos del dormitorio del cura en la mañana e ingresábamos al grado, al profesor Pepe Escandón, le importaba en lo absoluto lo que nos estaba sucediendo. El era uno de los testigos, sabía que habíamos pasado la noche acompañando al cura, y que éramos abusados, sin ningún tipo de remordimiento nos mandaba a recibir clases como si no hubiese pasado nada. Los profesores de la escuela nunca hicieron nada para evitar que los niños y jóvenes, que ellos educaban, sean violados por el amo de la escuela, del colegio. Así acabé mi preparación escolar, con buenas notas en todas las materias, así como un buen desempeño en educación física, sin embargo guardaba un secreto que a nadie fui capaz de contarlo”.
“Para poder recibir la primera comunión, tuve que confesarme con mi propio verdugo. No sabía si yo era el pecador o era la víctima, tenía diez años de edad, pues había pasado por muchas vicisitudes en la vida”.
“Ya en el colegio “Miguel Cordero”, de propiedad del mismo cura, los fines de semana, asistíamos al oratorio Don Bosco de los padres salesianos. Tuve la suerte de conocer a buenos sacerdotes como Guillermo Mensi, un verdadero maestro y guía de jóvenes. Notó en mi una necesidad de ayuda, me la dio y comentó a mis padres que era necesario un cambio de colegio. Ingresé al Técnico Salesiano, a pesar de que no teníamos las posibilidades económicas, hasta me dio trabajo encargándome de la reforestación de las áreas verdes, y en las naves de mecánica y electricidad, es así como alcancé a graduarme. Este cambio me ayudó a superar en parte la gran depresión que tenía. Si bien logré escapar del infierno, quedaron mis dos hermanos, a los que no tuve la valentía de advertirles del peligro. Mi hermano Juan, también educado en la escuela del pederasta, en su plena juventud decidió terminar con su vida”.
“En 1973 ingresé a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Cuenca. Debo confesar que el vicio de fumar mariguana me acompañó desde los 18 años de edad, iniciando la educación superior, hasta cuando cumplí los 47. Con todos mis vicios y defectos, logré obtener el título de arquitecto de la república. Me trasladé a vivir en Quito. A los tres años de radicarme en la capital, me casé, tengo cuatro hijos, el varón vive en Cuenca y mis tres hijas en Quito. Tengo dos hermosos nietos. Dejé las drogas, el alcohol, estoy dedicado a los negocios, al comercio, porque descubrí que tengo aptitudes. Me apegué a mi familia. Cuando decidí que tenía que sacar a la luz mis “vivencias”, dije que la primera que tenia que saber era mi madre y así fue”.
“Con mi testimonio de vida quiero aportar para que las instituciones, las autoridades, puedan prevenir y proteger a nuestros niños y jóvenes”.
Investigador
El Arzobispo de Cuenca, Monseñor Marcos Pérez, ante la presión de los familiares de las víctimas, dijo en rueda de prensa, que para realizar un proceso imparcial, se nombró como delegado investigador, al Presbítero doctor Jaime Ortiz de Lazcano Piquer, presidente del Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de Santiago de Chile y un notario, los que están llevando con cautela y prontitud la indagación, respetando el derecho al debido proceso, intimidad y confidencialidad de las partes.
Que Ortiz está entrevistando y tomando las declaraciones juramentadas de las víctimas, así como al acusado y a los testigos. Están recopilando toda la información escrita de cada una de las partes.
Si luego de realizada la pesquisa, las denuncias tienen fundamento probatorio que la respalde, el caso deberá ser enviado a la Congregación para la Doctrina de la fe. Quien una vez estudiado el caso, remitirá al Obispo las instrucciones que deberán seguirse.
También manifestó Marcos Pérez, que la “iglesia está llamada a vendar las heridas causadas por cada violación de la confianza, favorecer la curación, promover la reconciliación y acercamiento, con afectuosa preocupación a cuantos han sido tan seriamente dañados”.
El Observador ha seguido al pie de la letra, las recomendaciones del Papa Francisco, durante las Jornadas Mundiales de las Comunicaciones Sociales. “Informar es formar, es involucrarse en la vida de las personas. Por eso la verificación de las fuentes y la custodia de la comunicación son verdaderos y propios procesos de desarrollo del bien que generan confianza y abren caminos de comunión y paz”.
El Arzobispo de Cuenca, Monseñor Marcos Pérez, ante la presión de los familiares de las víctimas, dijo en rueda de prensa, que para realizar un proceso imparcial, se nombró como delegado investigador, al Presbítero doctor Jaime Ortiz de Lazcano Piquer, presidente del Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de Santiago de Chile y un notario, los que están llevando con cautela y prontitud la indagación, respetando el derecho al debido proceso, intimidad y confidencialidad de las partes.
Que Ortiz está entrevistando y tomando las declaraciones juramentadas de las víctimas, así como al acusado y a los testigos. Están recopilando toda la información escrita de cada una de las partes.
Si luego de realizada la pesquisa, las denuncias tienen fundamento probatorio que la respalde, el caso deberá ser enviado a la Congregación para la Doctrina de la fe. Quien una vez estudiado el caso, remitirá al Obispo las instrucciones que deberán seguirse.
También manifestó Marcos Pérez, que la “iglesia está llamada a vendar las heridas causadas por cada violación de la confianza, favorecer la curación, promover la reconciliación y acercamiento, con afectuosa preocupación a cuantos han sido tan seriamente dañados”.
El Observador ha seguido al pie de la letra, las recomendaciones del Papa Francisco, durante las Jornadas Mundiales de las Comunicaciones Sociales. “Informar es formar, es involucrarse en la vida de las personas. Por eso la verificación de las fuentes y la custodia de la comunicación son verdaderos y propios procesos de desarrollo del bien que generan confianza y abren caminos de comunión y paz”.
Opiniones
Cómplice el conserje que tomaba la pequeña mano para arrastrar al inocente al cuarto del infierno donde habitaba el mismo demonio, cómplice el maestro que golpeaba al niño que se mostraba renuente a obedecer al “sacrosanto”, cómplice la servidumbre que sabía de las “mañas” del curita, pero callaba por conveniencia, cómplice la “patrimonial “ infraestructura que aún siendo inerte debía cobrar vida alimentada de las lágrimas de las inocentes víctimas para sacudir tanta aberración, cómplice el dogmatismo que lleva a creer que quien porta un crucifijo es santo y quien lleva sotana puro.... cómplice la sociedad que a un ser vanidoso y narcisista, le rinde en culto que ni siquiera un virtuoso merece, cómplice el miedo, cómplice el silencio, cómplice la religión, cómplice la mojigatería... cómplices cada uno de nosotros si no criamos hijos vitalmente rebeldes, necesariamente desobedientes, apropiadamente desconfiados... cómplices también si no nos armamos de valor para decir a cada uno de esos niños y adultos víctimas “perdón por ser cómplices”
Sandra Vélez Casanova
Sandra Vélez Casanova
No César, las violaciones sexuales a niños no están de moda, son parte de la historia siniestra de la humanidad, lo que está de ¨moda¨, César, es denunciar, romper el silencio, romper valientemente el terror al abusador y a la discriminación colateral de los infames.
¿No te interesa saber quién te acusa? Si te interesa y mucho, por eso lo dices. Los quieres castigar aún más con tu indiferencia, frialdad, soberbia, tu patológico sentido de superioridad, quieres hacerlos sentir insignificantes y que lo sepan. Mitomanía y narcisismo.
¿Es “peregrino” recordar a tus alumnos? Sabe pues que cada niño es un peregrino, inocente caminante de la vida. ¿Crees que un niño es cómplice del abuso? Te envistes de “autoridad divina”, usas la doctrina dual del miedo y salvación, pecado y redención; retorcida manipulación.
Pedir perdón te parece algo muy difícil. Las víctimas no son malhechores, y lo que en realidad no perdonas es su osadía de denunciar el delito que deshonra tu complejo de grandeza. El Papa Francisco humildemente pidió perdón y tampoco lo perdonas por eso, pero como él dice: Los delitos se castigan.
Henry Calle
¿No te interesa saber quién te acusa? Si te interesa y mucho, por eso lo dices. Los quieres castigar aún más con tu indiferencia, frialdad, soberbia, tu patológico sentido de superioridad, quieres hacerlos sentir insignificantes y que lo sepan. Mitomanía y narcisismo.
¿Es “peregrino” recordar a tus alumnos? Sabe pues que cada niño es un peregrino, inocente caminante de la vida. ¿Crees que un niño es cómplice del abuso? Te envistes de “autoridad divina”, usas la doctrina dual del miedo y salvación, pecado y redención; retorcida manipulación.
Pedir perdón te parece algo muy difícil. Las víctimas no son malhechores, y lo que en realidad no perdonas es su osadía de denunciar el delito que deshonra tu complejo de grandeza. El Papa Francisco humildemente pidió perdón y tampoco lo perdonas por eso, pero como él dice: Los delitos se castigan.
Henry Calle
Sabemos que todo lo que se está denunciando sobre este tipo, se ira al archivo, el Vaticano enviará un comunicado pidiendo disculpas a nombre de la iglesia y bla bla! El “ilustre sacerdote” dado su estado de salud no va más y hay no más( otro caso sumado a los históricos abusos de pederastia) claro y nuestra hermosa ciudad no se puede quedar atrás. En mi opinión, a cada una de esas víctimas nada ni nadie les hará justicia, menos les serán reparadas sus vidas desgraciadas que les toco vivir , callando ... no son dos ni tres testimonios singularizados, no son juntas cantonales o la colectividad conocedoras de lo ocurrido, se hizo algo en el 2009 y se hicieron los locos! Somos todos ! Y las victimas también lo han sido: nuestros niñ@s, padres, hermanos , primos , sobrinos y amigos... #perdon por ser cómplices”
Sandrita Vallejo
Sandrita Vallejo
Todos los jueces y fiscales y abogados de prestigio tienen la obligación moral de limpiar la verguenza que durante varias décadas ensuciaba el buen nombre de Cuenca y el de muchas familias cuencanas, por más humildes que estas hubieran sido. Y claro, los humildes niños ya crecieron, son profesionales a pesar de la deshonra sufrida; pero otros fracasaron. Sería bueno saber qué opinan las nobles familias de la ilustre Cuenca o seguirán guardando silencio como décadas atrás. Sería justo conocer la posición de los entendidos en leyes y qué van a hacer.
Martha Ninfa Encalada Torres
Martha Ninfa Encalada Torres
Otro episodio de abuso
En el año de 1965 (21 de febrero), los representantes de la Sociedad Obreros de La Salle, ante los abusos del cura César Cordero, se vieron obligados a publicar por la prensa local un comunicado, bajo el título: “La verdad desnuda del problema de La Salle”, que entre otras cosas decía: “Ahora se trata de presentarnos como irrespetuosos con las autoridades eclesiásticas, como autores de medidas violentas y de actitudes groseras, para con el señor Presbítero doctor don César Augusto Cordero Moscoso; cosas y hechos absolutamente irreales, que jamás han existido y que contradictoriamente han sido características del partido del señor Capellán, tanto que el día domingo último fueron apresados por la Policía tres sujetos ebrios que en nombre del Pbro. Cordero nos agredieron violentamente y a mano armada; tanto que es costumbre del señor Director abofetear y dar de puntapiés a los socios más ancianos, más débiles y más dignos de respeto y consideración”.
En otra comunicación de la época, con el apoyo del periodista y licenciado en jurisprudencia Jaime Vallejo Erraez, los directivos de la Sociedad de Obreros de La Salle, se dirigieron al Coronel de Aviación, Guillermo Freile Posso, miembro de la Junta Militar de Gobierno, para expresarle, entre otras cosas que: “nosotros, elementos componentes de la gran mayoría de la sociedad de obreros “La Salle” y especialmente su actual Directorio; nos permitimos comparecer ante Ud. para exponerle con el debido acatamiento y conforme a derecho, el gran problema por el que al presente está atravesando dicha institución, a fin de sugerirle y encarecerle se digne intervenir con su valiosísima influencia al respecto, en busca de una solución y de un respiradero para espíritus literalmente asfixiados”.
“Es el caso que los ex dirigentes de La Salle se niegan a entregar los libros de la entidad y, con mayor razón a rendir cuentas o sujetarse a una fiscalización depurativa. El Director espiritual, sacerdote César Cordero M., ha malversado los fondos institucionales empleándolos en distintas modalidades, como la de la educación católica, que nada tiene que ver con los fines específicos de nuestra sociedad eminentemente obrera y de orientación clasista”.
Comunicación que tuvo respuesta favorable, ordenándose que con la ayuda de la fuerza pública, se desaloje el inmueble en donde funcionaba la escuela “Miguel Ortiz” y entregue todos los bienes de propiedad de los obreros de La Salle. Además, se reformó los estatutos, a fin de que sean los socios los que administren los bienes y no el Director Espiritual.
En el año de 1965 (21 de febrero), los representantes de la Sociedad Obreros de La Salle, ante los abusos del cura César Cordero, se vieron obligados a publicar por la prensa local un comunicado, bajo el título: “La verdad desnuda del problema de La Salle”, que entre otras cosas decía: “Ahora se trata de presentarnos como irrespetuosos con las autoridades eclesiásticas, como autores de medidas violentas y de actitudes groseras, para con el señor Presbítero doctor don César Augusto Cordero Moscoso; cosas y hechos absolutamente irreales, que jamás han existido y que contradictoriamente han sido características del partido del señor Capellán, tanto que el día domingo último fueron apresados por la Policía tres sujetos ebrios que en nombre del Pbro. Cordero nos agredieron violentamente y a mano armada; tanto que es costumbre del señor Director abofetear y dar de puntapiés a los socios más ancianos, más débiles y más dignos de respeto y consideración”.
En otra comunicación de la época, con el apoyo del periodista y licenciado en jurisprudencia Jaime Vallejo Erraez, los directivos de la Sociedad de Obreros de La Salle, se dirigieron al Coronel de Aviación, Guillermo Freile Posso, miembro de la Junta Militar de Gobierno, para expresarle, entre otras cosas que: “nosotros, elementos componentes de la gran mayoría de la sociedad de obreros “La Salle” y especialmente su actual Directorio; nos permitimos comparecer ante Ud. para exponerle con el debido acatamiento y conforme a derecho, el gran problema por el que al presente está atravesando dicha institución, a fin de sugerirle y encarecerle se digne intervenir con su valiosísima influencia al respecto, en busca de una solución y de un respiradero para espíritus literalmente asfixiados”.
“Es el caso que los ex dirigentes de La Salle se niegan a entregar los libros de la entidad y, con mayor razón a rendir cuentas o sujetarse a una fiscalización depurativa. El Director espiritual, sacerdote César Cordero M., ha malversado los fondos institucionales empleándolos en distintas modalidades, como la de la educación católica, que nada tiene que ver con los fines específicos de nuestra sociedad eminentemente obrera y de orientación clasista”.
Comunicación que tuvo respuesta favorable, ordenándose que con la ayuda de la fuerza pública, se desaloje el inmueble en donde funcionaba la escuela “Miguel Ortiz” y entregue todos los bienes de propiedad de los obreros de La Salle. Además, se reformó los estatutos, a fin de que sean los socios los que administren los bienes y no el Director Espiritual.
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