BANDAS DELINCUENCIALES
Estadísticamente la delincuencia ha aumentado, pero hay que analizar en los mismos términos la pobreza. Por poner un dato, al 15 de julio, 12 de cada 100 quiteños son pobres. La delincuencia no aparece de la nada, tiene sus antecedentes en las condiciones sociales: desempleo, analfabetismo, deserción escolar, violencia intrafamiliar, insalubridad, pauperismo de Estado. Pero, del otro lado, existen bandas delincuenciales que lucran con la generación de la pobreza.
Estas bandas actúan fuera de la ley, no obstante también lo hacen con ella. Varias leyes aprobadas en la Asamblea permiten un robo descarado de las arcas del Estado, como la remisión de las deudas a los ricos. El pago de favores por contribución en las campañas electorales, como el caso del arroz podrido, demuestra la conexión empresarial con las altas esferas del poder. Las bandas delincuenciales están mimetizadas en la función judicial: varios jueces y fiscales sentencian a favor de los poderosos y no indagan los hechos que les pongan en riesgo.
La paradoja de la contratación pública es su privatización y la tercerización, figuras inconstitucionales. La delincuencia corroe a la burocracia. Encubren sus fechorías pagando funcionarios. El desorden de los cuadernos, el caos de la contabilidad, la pérdida de archivos y expedientes de la compra pública, la contratación sin planificación y el despido de personas que no participan de la banda.
La venta de las propiedades, empresas y frecuencias del Estado; la hipoteca, el endeudamiento, el peculado, el soborno y la mentira; el montaje de empresas fantasmas y ad hoc para concentrar dineros públicos. Todas estas, son “técnicas” que se han perfeccionado al calor de los años, en las que están presidentes, alcaldes, concejales, prefectos, asambleístas y toda pléyade de funcionarios. La contraloría no hace nada o casi nada que es lo mismo, porque algunos de los jefes participan de la banda. Los funcionarios responsables y buenos ciudadanos, también los hay, y luchan contra la corrupción, pero se encuentran con una tarea titánica, quizá por eso decía Lee Kuan Yew: “si quieres derrotar la corrupción debes estar listo para enviar a la cárcel a tus amigos y familiares”.
Estas bandas actúan fuera de la ley, no obstante también lo hacen con ella. Varias leyes aprobadas en la Asamblea permiten un robo descarado de las arcas del Estado, como la remisión de las deudas a los ricos. El pago de favores por contribución en las campañas electorales, como el caso del arroz podrido, demuestra la conexión empresarial con las altas esferas del poder. Las bandas delincuenciales están mimetizadas en la función judicial: varios jueces y fiscales sentencian a favor de los poderosos y no indagan los hechos que les pongan en riesgo.
La paradoja de la contratación pública es su privatización y la tercerización, figuras inconstitucionales. La delincuencia corroe a la burocracia. Encubren sus fechorías pagando funcionarios. El desorden de los cuadernos, el caos de la contabilidad, la pérdida de archivos y expedientes de la compra pública, la contratación sin planificación y el despido de personas que no participan de la banda.
La venta de las propiedades, empresas y frecuencias del Estado; la hipoteca, el endeudamiento, el peculado, el soborno y la mentira; el montaje de empresas fantasmas y ad hoc para concentrar dineros públicos. Todas estas, son “técnicas” que se han perfeccionado al calor de los años, en las que están presidentes, alcaldes, concejales, prefectos, asambleístas y toda pléyade de funcionarios. La contraloría no hace nada o casi nada que es lo mismo, porque algunos de los jefes participan de la banda. Los funcionarios responsables y buenos ciudadanos, también los hay, y luchan contra la corrupción, pero se encuentran con una tarea titánica, quizá por eso decía Lee Kuan Yew: “si quieres derrotar la corrupción debes estar listo para enviar a la cárcel a tus amigos y familiares”.
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