jueves, 28 de enero de 2016

Pachakutik

Pachakútik hace su perestroika política

  en La Info  por 
Escándalo en la izquierda extrema: PK, coordinado por Fanny Campos, impulsa una convergencia democrática con movimientos y partidos de todas las tendencias. Los resultados de esos diálogos se harán públicos hoy 27 de enero, en Quito. Esta noticia, leída políticamente, encubre un hecho excepcional: se está produciendo una ruptura, quizá irremediable, en la forma de concebir la política en el sector indígena y los movimientos sociales. Y esto es un efecto directo de nueve años de correísmo.
La apertura para hablar con otras fuerzas políticas (desde Paco Moncayo hasta Guillermo Lasso pasando por Nivea Vélez y Henri Cucalón) involucra, además de Fanny Campos, a dirigentes como Salvador Quishpe, Auki Tituaña, Jorge Guamán, Marcelino Chumpi… Esta tendencia ha venido produciendo hechos políticos que implican una mano tendida hacia otras fuerzas. Último ejemplo: la marcha indígena, en agosto pasado, llegó a Quito desde Zamora Chinchipe con las enmiendas como primer punto de sus reivindicaciones.
Fanny Campos ve en la iniciativa de hoy un esfuerzo para impulsar un diálogo nacional. Un gesto político autónomo encaminado, esta vez, a “armar un proyecto anticrisis”. A las antípodas, dirigentes de la Conaie, la Ecuarunari, socialistas y movimientos sociales, entre otros, no conciben reunirse con partidos de centro derecha ni en la peor pesadilla. Carlos Pérez Guartambel, uno de los líderes más radicales, dice que en una resolución de PK se acordó reunirse con sectores afines: “no creo que son afines los partidos de derecha”. Y habla de “alianzas coyunturales maquiavélicas”. No cita nombres pero increpa a aquellos que “están buscando una vicepresidencia o un ministerito y apoyan a quien sea”.
El cisma avanza. Es claro que de un lado están aquellos que alrededor de PK creen que, en las actuales circunstancias, no conviene hablar de derecha o izquierda porque lo que es urgente, a sus ojos, es superar el correísmo y concertar una suerte de programa común contra la crisis. Del otro lado están aquellos que, como Carlos Pérez, creen que es urgente anteponer el tema ideológico y pensar que “no puede ser que para salvar el país se tengan que unir con aquellos que lo jodieron”.
Traidores, oportunistas… Los epítetos llueven sobre aquellos que, como Fanny Campos o Salvador Quishpe, quieren dialogar y concertar con otras fuerzas políticas. En el fondo, hay un cisma político que atraviesa movimientos sociales y partidos de esa izquierda que ayudó a llevar al poder a Correa y que hoy se dice decepcionada o traicionada por su gestión. Hay en los partidarios del diálogo urgencias tácticas para paliar las dificultades electorales y de sobrevivencia de algunas de sus organizaciones. Pero también existe la convicción de que se requiere, coyunturalmente, una amplia alianza política para desmontar institucionalmente el modelo correísta.
Los sectores más afines a Pérez Guartambel han decidido mirar más hacia adentro: rehacer las líneas, recuperar temas y banderas que, a sus ojos, Correa les sustrajo. Esa visión los lleva a exigir que se radicalice el proceso que, a los ojos de muchos de ellos, el correísmo pervirtió. Correa es para muchos de ellos la derecha reencauchada. Pero representa un peldaño más en su camino hacia un gobierno de extrema izquierda. Por eso cuando hablan de alianzas políticas, solo extienden la sábana hasta el centro. Pérez Guartambel habla de una contradicción insalvable entre aquellos “obsesionados por conquistar Carondelet a cualquier precio y aquellos que defienden la línea histórica del movimiento indígena y de la izquierda”.
Fanny Campos no dramatiza. Sabe que la iniciativa que hoy lleva a cabo en Quito es criticada y que dirigentes de la Conaie y algunos movimientos sociales incluso la acusan de estar ejerciendo su cargo de coordinadora de PK en forma ilegítima por haber obtenido una prórroga. No se inmuta. En el mano a mano interno ella cuenta con el apoyo del Comité Ejecutivo Nacional de su organización y de dirigentes indígenas que ejercen cargos por elección popular. Campos sabe que representa una línea de apertura que busca el diálogo en un país que, según ella, el correísmo fraccionó. Ellos quieren hacer política mirando la realidad nacional y debatiendo sin comprometer las razones históricas de su movimiento. “Frente a la crisis –dice ella– no hay espacio para pequeñas rencillas”.
Carlos Pérez estará hoy en la cita. Pero llega a cuestionar la línea de PK y no descarta una posible ruptura. Tampoco descarta quedarse fuera del proceso electoral. “No hay problema por eso. Prefiero eso a ser traidor”.


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