viernes, 15 de enero de 2016

LA “APETECIDAUNIVERSIDADANDINAMÁSDENTRO DELICEBERG. Por Mónica Mancero Acosta

12 de enero 2016
Un artículo censurado hace algunos meses en Diario El Telégrafo, que ocasionó además la suspensión definitiva de mi columna de opinión, argumentaba que el conjunto de despropósitos con que se dirigía la costosísima universidad Yachay, solo constituía la punta del iceberg de un gobierno autoritario del sistema de educación superior, con una visión del conocimiento al servicio del capital, y llevado adelante por personas inexpertas en gestión académica.
La larga cadena de cuestionamientos e intentos de intromisión sobre la Universidad Andina Simón Bolívar, vuelve a poner sobre el tapete el debate acerca del manejo del sistema de la educación superior y las tentativas de cooptación de varias universidades. La Universidad Andina le ha resultado incómoda al sistema por los informes de investigación que se han emitido como los de derechos humanos, por ejemplo; por la posición frontal de su comunidad académica y su rector; porque no ha hecho como otros directivos que con su silencio cómplice han terminado vergonzosamente funcionalizados al régimen.
Lo que más sorprende es la forma de cuestionar una candidatura legítima y legalmente constituida del rector electo de forma mayoritaria, frente a una débil candidatura del candidato oficialista, no por su ausencia de méritos como literato reconocido, sino porque como se conoce en el mundo académico, varios requisitos académicos contemplados en la ley, él no los cumpliría.
El Instituto de Altos Estudios Nacionales, que se pretendía constituyera la Universidad de Postgrado del Estado fue “rescatado” de manos de los militares y puesto en la órbita del régimen. El proyecto tenía una perspectiva interesante, constituir una escuela de gobierno para los cuadros directivos del Estado y de este modo no sólo lograr una gestión experta y tecnificada, sino conseguir una burocracia relativamente autónoma de los vaivenes políticos. Se hicieron esfuerzos por construir este proyecto, pero un tutelaje omnisciente de parte de cuadros directivos del SENESCYT unidos a sus camarillas, lograron desinstitucionalizar los esfuerzos realizados para terminar convirtiendo a esta organización en lo que hoy es, una burda escuela de cursillos de capacitación a cargo de los propios familiares de quien dirige el sistema. En el caso del IAEN no les ha preocupado irrespetar reiteradamente la ley para la designación de sus autoridades, o imponer un tráfico de influencias que resulta indignante.
En estos mismos días se ha destapado, por parte del propio régimen, las mafias constituidas alrededor de la falsificación de los títulos. Resulta que se vendieron y registraron cientos de títulos de licenciatura, maestría o doctorado, al parecer con complicidad de algunos funcionarios del SENESCYT -según sus propias declaraciones en la prensa- de acuerdo a las necesidades de los beneficiarios y con costos variables. Todo esto es una demostración no sólo de una mala gestión y de una visión chata, sino por detrás está el menoscabo de la autonomía de las universidades. Ellas son las que, en un sistema de autonomía, con participación de la sociedad y del Estado, deben gestionar el sistema de educación superior. Una academia pensante, sede de la razón, no puede admitir tutelajes de organismos político-partidistas.
La ausencia de autonomía del sistema y la regencia del régimen se evidencia en la existencia de un organismo como el propio SENESCYT, órgano inconstitucional puesto que ni siquiera es contemplado en la Constitución de Montecristi. Sí son constitucionales el CES y el CEAACES, pero en la práctica no sólo que fueron cooptados por el gobierno, sino que trabajan con funciones disminuidas y recursos escasos, siendo el primer organismo señalado el que hace y deshace.
¿Qué lógica hay detrás de todo este manejo de la Educación Superior?
Es una lógica de poder, pero un poder ciego, un poder que pretende dominar, no crear hegemonía. Un poder obtuso que cree que cooptando va a lograr que la academia se vuelva funcional a su proyecto. Vana pretensión. Dentro del propio IAEN, el reducto académico más manoseado por parte del régimen, hay intentos de establecer espacios liberados, puesto que las dominaciones generan sus propias resistencias como ya nos decía Foucault, y nunca nos vemos pillados del todo por el poder.
El proyecto de transformación de la educación superior renunció a establecer consensos y participación de los actores universitarios desde el inicio, cuando se debatió y aprobó la Ley de Educación Superior en la Asamblea Nacional. La ley surgió de forma espuria, puesto que el proyecto de ley debatido y consensuado con los actores fue sustancialmente cambiado por la Presidencia, en el veto se introdujeron innumerables cambios, que no habían sido ni discutidos ni acordados con los actores de la academia, aspecto que un veto no admite. Esta ausencia de legitimidad originaria se ha visto ratificada no solo porque se ha provocado una permanente ausencia de diálogo con los actores, sino porque a muchos de ellos, sobre todo a quienes pueden hacer contrapoder, se los ha chantajeado veladamente a través de los recursos. El miedo y la retaliación han jugado para tener unos rectores sumisos y complacientes, temerosos de que los recursos sean negados y que su gestión vaya al traste.
El modelo de transformación de la educación superior del correísmo se ha apuntalado en unos parantes muy endebles, parecían sólidos en un inicio pero a la postre ya dan muestras de una fragilidad que haría caer todo el edificio o el modelo en su conjunto: ha logrado mantener el control en base al liderazgo de la figura presidencial, y esa si bien fue su fortaleza cuando el presidente tenía una alta aceptación a su gestión y liderazgo, en el momento que empieza a erosionarse, el modelo entero amenaza con colapsar.
Elementos válidos como el sistema de becas o el intercambio de académicos, terminan siendo elementos aislados que se ven contaminados por un sistema entero de carácter autoritario. A la academia se le ha impuesto temor, se la ha tratado con sospecha, y no se le ha reconocido ningún mérito ni trayectoria. Se ha hecho de cuenta que no había nada detrás, y que lo poco que había no valía la pena, que los actores académicos aparte de mediocres están contaminados de politiquería, así fueron estigmatizados y echados todos en el mismo saco.
Unos mails escritos por quien dirige el sistema de educación superior, que circulan y son de dominio público, de ser auténticos, solo demuestran la torpeza de una gestión politiquera y manipuladora, que no se diferenciaría de aquellos a quienes ellos han calificado como tirapiedras y los supuestos causantes del colapso de la universidad ecuatoriana. Prácticas de la peor laya, maniobras rastreras con las cuales pretenden apropiarse de la Universidad Andina y neutralizar la resistencia erigida por sus actores legítimos, todos quienes han creado, trabajado y puesto su vida en ese proyecto institucional y académico.
Mientras escribo estas líneas no está definida la situación de la Universidad Andina, pero ya sabemos que todo puede pasar, y el irrespeto y la prepotencia es posible que se impongan, pero no será por mucho tiempo, ni será sin costos. Afrentas como las que se han provocado contra la Universidad Andina, harán reaccionar a toda la comunidad académica ecuatoriana, que está llegando a un hartazgo compartido con la sociedad en su conjunto.

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