domingo, 24 de enero de 2016

el reino de la realidad paralela


Sabatina 459:

Publicado el en La Info por Roberto Aguilar

La campaña de comunicación que anunció el presidente de la República hace dos semanas, con el objetivo de desmentir lo que él llama “los mitos de la oposición”, arrancó oficialmente en la última sabatina. A Rafael Correa sólo lo quedan 68 sábados por delante y parece decidido a emplearlos todos en el cometido de limpiar su imagen y pulir la leyenda que aspira a dejar a los ecuatorianos como herencia, aunque para ello tenga que distanciarse de sus oyentes y, lo que es más grave, dar la espalda a la realidad. Lo urgente, por el momento, es deslindar responsabilidades en la crisis económica que aguarda al Ecuador para los próximos meses.
Que el correísmo en el gobierno no ha ahorrado; que ha convertido al Ecuador en un país insolvente; que la situación actual de la economía es de déficit; que el gasto público se ha duplicado… Esos fueron algunos de los (supuestos) mitos que el presidente (supuestamente) desmintió este sábado. Para próximas entregas quedaron los siguientes: que no se ha hecho nada para enfrentar la crisis, que los impuestos son altos, que el país está endeudado, que el crecimiento es bajo, que hay un exceso de funcionarios y de instituciones públicas, que el IESS está quebrado, que al país le estaba yendo bien gracias al precio del petróleo…
Para desmentir estas cochinas invenciones de la oposición y de la prensa mercantilista el gobierno cuenta, además de con las sabatinas, con una nueva página web denominada “El valor de la verdad” y con una nueva serie de cadenas nacionales producidas por la Secom bajo el título de “El gasto público eres tú”, cuyo costo se suma al ya abultado gasto público en propaganda oficial.
“No sólo que tenemos superávit –dijo el presidente–, tenemos un gran superávit”. Pero lo tenemos, explicó, “con esta nueva contabilización”, es decir, con una nueva forma de calcularlo en cuyos pormenores técnicos se explayó por un buen rato, enredado, acelerado y visiblemente enojado.
No se dirige a las grandes mayorías Rafael Correa en sus nuevas sabatinas de autoexculpación. Ahora habla –él mismo lo admite con insistencia– para los estudiantes de economía. A las críticas sobre la situación del Ecuador en el presente responde enumerando las acciones que él adoptó en el pasado. Y ante las situaciones reales de la economía opone los conceptos que él juzga correctos para interpretarlas, como si la realidad se redujera a las palabras con que se enuncia.
Ejemplos: no es que al Ecuador le falta liquidez; es que el concepto correcto de liquidez es blablablá. No es que no hemos ahorrado, es que el concepto correcto de ahorro es blablablá. No es que el gasto público se duplicó; es que el gasto público estaba mal contabilizado porque blablablá. Y mil cosas por el estilo que despacha el presidente con la solvencia de quien no 
considera ni por un segundo que existen personas de verdad que han perdido su empleo (y ya se cuentan por cientos de miles), proveedores de verdad a quienes el Estado sigue sin pagar sus deudas (y en consecuencia no han podido pagar tampoco a sus propios proveedores), inversionistas de verdad que prefieren poner su plata en otro lado… Todas esas personas esperan del presidente una señal que les permita suponer que alguien se está ocupando de su problema; en su lugar, obtienen una enredadísima explicación de por qué su problema no es, en realidad, un problema: simplemente está mal medido, o mal conceptualizado.
Miren nada más: un día a Bill Gates le ocurre una emergencia médica y no tiene 20 dólares en el bolsillo para coger un taxi; pero si habla con el taxista y le ofrece una televisión, algo, puede ser que el taxista la haga la carrera. Así mismo ocurre con el Ecuador, donde “tenemos millones acumulados en carreteras, en hidroeléctricas”. Para lo demás existen los créditos de contingencia. De ahí la “estrategia del gobierno”: “En lugar de meter la plata bajo el colchón, utilizamos hasta el último centavo en obra pública y, si tenemos un problema de liquidez, utilizamos créditos de contingencia”.
En este orden de ideas, el presidente anunció una gran noticia para el futuro. Ocurre que su gobierno ha descubierto que los métodos de medición de la pobreza (métodos de medición por necesidades insatisfechas, por ingresos, por consumo, etc.) dejan todos mucho que desear. Así que el último invento de la tecnocracia correísta, gracias al cual se demostrará todas las falacias de la oposición y de la prensa, es el “método multidimensional de medición de la pobreza”. “Vamos a hacer el lanzamiento en los próximos días”, anunció el presidente, sin embargo de lo cual se encuentra ya en capacidad de hacer un importante adelanto: “ha habido grandes descensos en la pobreza multidimensional”. Obvio.
Con todo esto resulta, según Rafael Correa, no sólo que no estamos en recesión, sino que somos uno de los países más sólidos de la región. “Somos –lo dijo sin sonrojarse– la envidia de América Latina.
Puede ser. Pero cuando un presidente de la República se enorgullece, saca pechito y proclama como una gran victoria el hecho de haber llegado a fin de mes y haber conseguido pagar todas las cuentas, es que algo no anda del todo bien con la economía. Más todavía cuando, con la sonrisa de oreja a oreja, remata haciendo esta sorprendente declaración: “Algún día, cuando ya esté retirado, les contaré todo lo que tuvimos que hacer” (para llegar a fin de mes, se entiende). Tal es la transparencia de las cuentas nacionales.


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