José Serrano cree que nacimos ayer
¿Por qué no están presos? El ministro del Interior, José Serrano, dice que conspiran para derrocar al presidente. Que lo tienen todo preparado para dar el golpe aprovechando las protestas de hoy, jueves 2 de julio. Que cuentan, para ello, con “fuerzas de choque” provistas de un plan detallado, armadas y peligrosas. Que planean tomar por la fuerza Carondelet y sitiar las funciones del Estado. Que “en el peor de los casos” (peor desde el punto de vista de los conjurados), es decir, si no lograran tomar el poder, se darán por satisfechos con “crear el caos nacional para que el Papa decida no venir al país y mantener un paro indefinido”.
Lo descrito configura una acumulación de gravísimos delitos tipificados en el Código Penal: asociación ilícita (artículo 370), incitación a la discordia entre ciudadanos (348), organización de grupos o células destinadas a subvertir el orden público (349) y, desde luego, rebelión (336), pues se supone que quienes tales cosas planifican se encuentran alzados con el objetivo de desconocer la Constitución de la República y alterar la paz de la nación. Un horror. Nombren ustedes un delito contra la seguridad del Estado y ése lo cometieron los asambleístas Andrés Páez y Lourdes Tibán, el director nacional del MPD, Luis Villacís, y el coronel en servicio pasivo Mario Pazmiño, con la solapada complicidad de la periodista Janeth Hinostroza, a quien le corresponde, en este plan macabro, cubrir en directo el desarollo de los acontecimientos y transmitirlo al mundo.
¿Por qué no están presos? ¡Lo que están planeando hacer sólo se logrará con muertos! El ministro tiene los nombres, tiene los informes de inteligencia y ha de suponerse que tiene las pruebas, de lo contrario no armaría tanto barullo. Pero en lugar de actuar como lo que es, a saber, un ministro de Policía; en lugar de procurarse una orden judicial que le permita allanar las casas u oficinas de los implicados, incautarse de sus computadoras, capturar sus documentos comprometedores; en lugar de comunicar el caso a la Asamblea Nacional para que se reúna de inmediato, despoje de su inmunidad parlamentaria a Páez y Tibán y los expulse de su seno (cosa que podría hacerse en menos de lo que parpadea un perico) para proceder contra ellos con la fuerza pública; en lugar de detener a los conspiradores; en lugar de todo eso… Ofrece una rueda de prensa. Vaya. Así de grave ha de ser la conspiración de la que con tanta enjundia trata de convencernos.
O quizás no tiene las pruebas. O no tiene los informes de inteligencia que sustenten su teoría. O, por no tener, no tiene ni los nombres, y sacó los que sacó porque son los que más evidentes le parecen. ¿Cómo saberlo? Lo que ciertamente no tiene es un caso, si lo tuviera recurriría a la justicia. Porque cuando un ministro de Policía de verdad se enfrenta con una conspiración de verdad, lo último que hace es ofrecer una rueda de prensa. Entonces, ¿qué tiene?
Escuchemos otra vez sus declaraciones. (Hay que agradecer a La República por subir el video completo). Escuchémoslas con canguil y cocacola porque son una delicia. Por favor tomen asiento, pónganse cómodos, sírvanse una copa. Esto es lo que tiene:
El día de hoy, jueves 2 de julio, habrá un golpe de Estado en el Ecuador. Dos grandes manifestaciones se pondrán en marcha desde distintos puntos de la ciudad: una desde el parque de El Arbolito y otra desde el costado de El Ejido que da a la avenida 10 de Agosto. Esas marchas no se juntarán, pues su objetivo es rodear estratégicamente el palacio de Carondelet. Para ello “realizarán un cuadro georeferencial”, seguramente con la ayuda de un satélite pues no hay otra manera. Las fuerzas de choque se situarán “en la parte posterior para que apoyen a los manifestantes que estarán al frente”. ¡Cómo! ¿Las fuerzas de choque en la retaguardia? Pues sí. ¿Y con quién van a chocar? No importa. El hecho es que, una vez rodeado Carondelet, se lo tomarán “por la fuerza”. Y ya está. Bueno, no es tan simple. Para tomarse Carondelet “por la fuerza” hay primero que romper los cercos policiales, esos cercos que el propio José Serrano se ha preocupado por convertir en los más nutridos y malencarados de nuestra historia republicana. Y para vencer ese obstáculo durísimo hay que estar armados. ¿Con qué? Sírvanse otra copa porque esto, que el ministro dice es “lo más grave”, resulta de veras la mejor parte del plan: con “palos con puntas”, “globos con pintura” y “pimienta”. No gas pimienta. Pimienta en polvo dirigida a los hocicos de los caballos y a las fauces hambrientas de los perros. No se había visto nada igual desde el cerco de Numancia.
Si creen que ahí acaba todo es porque menosprecian la aviesa perversidad de los conjurados, ¿o hay que decir: la pródiga imaginación del ministro Serrano? ¡Claro que no es todo! Un golpe de Estado como Dios manda por fuerza debe contemplar otros objetivos estratégicos, así que las marchas que salen desde El Arbolito y El Ejido habrán de multiplicarse en sus afanes. No sólo deben alzarse con el control de Carondelet sino también someter a sitio a “las diferentes funciones del Estado”. Vamos a ver: la Presidencia era el objetivo original, no hay problema; digamos que la Asamblea queda en el camino de los que salieron de El Arbolito; la Corte Nacional de Justicia, empero, se encuentra en la dirección contraria y bien al norte; el Consejo de Participación Ciudadana, más al norte; el Consejo Nacional Electoral, al nororiente. Con un “cuadro georeferencial” todo esto es pan comido. Lo más labrado viene ahora: las marchas que salen desde El Arbolito y El Ejido también se tomarán, asimismo “por la fuerza”, los aeropuertos internacionales de Quito y Guayaquil y los pasos fronterizos de Huaquillas y Rumichaca. Tal cual. Está claro que el ministro Serrano se convenció hace rato de que los opositores al gobierno son más, muchísimos más. Y vuelan.
¿Quieren más? ¡Hay más! Andrés Páez, insidioso maquinador de todo el plan, saldrá de El Arbolito y lo tendrá todo controlado. No sólo lo tendrá todo controlado sino que, con el milagroso don de la ubicuidad que le ha dado Dios o el diablo, estará “presente en todas las marchas”. Recapitulemos: una va a Carondelet, cuatro van a sitiar las demás funciones del Estado, otra se dirige a Tababela y otra más (de algún modo) a Guayaquil, a tomar el aeropuerto, más la de Huaquillas y la de Rumichaca. Páez estará en todas. Se multiplicará por nueve y cubrirá todo el territorio nacional. Carondelet al último. Cuando todo se haya definido, dice el ministro (entiéndalo quién pueda), llegará ahí “para definir la situación”. Al principio, cuando las marchas lleguen a la Plaza Grande, se mantendrá alejado (¡obvio!, quizás en Huaquillas), “ya que la fuerza de choque (hasta ahora situada en la retaguardia, no lo olvidemos) va a ir a la cabeza”. O sea que habrá todo un operativo de sustitución de filas que será digno de verse. Cuando finalmente llegue Páez a sentarse en el sillón de Carondelet (Rafael Correa habrá huido en helicóptero para ese entonces), las fuerzas de choque deben estar atrás, “para que se camuflen en el trabajo que ellos tienen que hacer”. Este movimiento oscilante de las fuerzas de choque desde la cola de la manifestación a la cabeza y desde la cabeza a la cola sin duda creará un efecto coreográfico inolvidable. ¡Hagan más canguil! ¡Traigan sánduches! ¡Sírvanse otra copa! ¡Esto está por ocurrir y Janeth Hinostroza lo va a transmitir en directo!
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