“El despotismo es el estado de guerra entre la Nación y alguno de sus hijos: guerra sin ruido, oscura, donde sino corre sangre, las lagrimas encharcan la sociedad humana de manera de corromperla con esa humedad malsana que han menester la injusticia y la codicia para sus frutos de maldición. El despotismo es la guerra civil: los oprimidos pugnan sin tregua con los opresores. Éstos se llaman oficiales de la ley, y a nombre de ella están cometiendo el delito continuo de hurtar a los pueblos sus derechos y entorpecerle sus facultades. Las leyes despóticas son el pretexto con que esa giganta negra, fementida, que tiene por nombre esclavitud, devora a la libertad, niña hermosa e inocente, que sin saberlo posee la sabiduría de labrar la felicidad de las naciones. ¿Que satisfacción será para los pueblos que los gobiernos se pongan a salvo de su resentimiento con decir que las leyes fundan y garantizan la servidumbre? Aun cuando ellos no hayan dictado esas leyes, si las declaran perpetuas contra la voluntad general, el mal fecho está consumado. La paz es el alma de la felicidad de las naciones; cosa grande y respetable a la cual hemos de rendir culto penetrados de reconocimiento por esos sus beneficios tan preciosos como necesarios. Empero si ella no abriga en su seno la honra y el decoro de los pueblo, lejos de ser felicidad de nadie, es desdicha de todos”
Juan Montalvo- El Regenerador.
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