lunes, 1 de junio de 2015

CALIDAD EN LA REPRESENTACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES.

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Antes de leer este artículo, cuénteme ¿a quien ve en la foto?.
No ha sido suficiente con nacer mujer, en la sociedad hemos debido luchar por los espacios de acción y de decisión. Aun así, no ha sido suficiente con estar, ha sido necesario trabajar con mucho esfuerzo en generar y mantener una agenda que permita poner en debate el tema de la igualdad de género.
Lo descrito define con claridad lo que intentamos referir desde el espacio político. Es cierto que hemos alcanzado un porcentaje de representación histórico de las mujeres en el Ecuador, con cerca del 40% de curules en la Asamblea Nacional. Esto ha llevado a que esta instancia sea más paritaria en términos numéricos, aunque paradójicamente ha sido la Asamblea con menor calidad en cuanto a representación femenina se refiere. No es suficiente con obtener más números, pues el compromiso es trabajar por una verdadera paridad, aquella que se da bajo el ejercicio de una representación que va más allá del partido o movimiento político al ser un compromiso con el pueblo ecuatoriano.
Por esta razón y en este momento en el que la Asamblea Nacional ha ratificado en Carondelet a sus actuales autoridades en un franco y evidente ejercicio de poder, es preciso realizar una evaluación de la gestión de las mujeres que nos representan, y con mayor énfasis de las mujeres que dirigen el poder legislativo, las mismas que han demostrado una absoluta sumisión al poder y poco compromiso en temas vitales como derechos sexuales y reproductivos. Es clara la ausencia en algunos casos y falta de fuerza en otros de las dirigentas de la Asamblea, que al momento de debatir temas de relevancia no solo para los movimientos de mujeres, sino para la sociedad, no han sabido ejercer dignamente su rol.
Decepcionante resultó la discusión sobre la despenalización del aborto en caso de violación, en la que la Presidenta de la Asamblea Nacional estuvo “oportunamente” fuera del país. Su reemplazo, lamentablemente no tuvo la fuerza para respaldar a su propia compañera de bancada, quien fue obligada al silencio. A la par, nos encontramos con una Vicepresidenta de la Asamblea que en redes sociales acepta la sumisión como práctica, despertando más cuestionamientos sobre la calidad de la representación que están realizando en esta función del Estado. Mientras todo esto sucede en cuanto a violencia sexual seguimos siendo 1 de cada 4 ecuatorianas.
De ahí que la representación política de las mujeres que dirigen los distintos espacios en el país, debe realizarse con liderazgos reales, con capacidad de propuesta más no de veto. Bajo esta reflexión, lo que se espera es que la Asamblea Nacional sea un espacio de participación, debate e inclusión, y no únicamente de trámite, como se ha percibido.
Durante el anterior período legislativo que terminó hace unos días, han sido aprobadas cerca de 17 iniciativas presentadas por el Ejecutivo y solamente 3 presentadas por Asambleístas de Alianza País, siendo rechazadas las demás iniciativas, principalmente aquellas presentadas por la oposición. Pero aún la deuda de las dirigentas de la Asamblea Nacional se incrementa, Rosana Alvarado no ha presentado ningún proyecto de ley, Marcela Aguiñaga tan solo dos y Gabriela Rivadeneira tan solo uno que refiere la reforma al legislativo.
Pero debemos ir más allá y evaluar cuántas iniciativas o reformas han sido presentadas bajo la agenda nacional de las mujeres y cuántas han estado dirigidas a solucionar los problemas reales de la población. Cuando hablamos de calidad de la representación referimos que debemos entender varias temáticas en la transversalidad que estas requieren, como el desarrollo de normas de carácter económico, social, desarrollo productivo del campo y de las ciudades, derechos ciudadanos y garantía de libertades, entre otros, todo esto en el ámbito nacional y en las localidades.
Y porque no referir la deuda que este período legislativo nos deja en cuanto a la fiscalización, deuda sobre la cual aún podemos exigir cuentas, no solo sobre el caso COFIEC sino sobre la gestión pública en general, en cuando a cumplimiento de deberes y obligación en el ámbito administrativo y político del Estado, pero fundamentalmente en cuanto a la transparencia en el manejo de los recursos de todos los ecuatorianos y ecuatorianas.
No basta con el show mediático bridado por el propio Presidente de la República, quien dispone en su Informe a la Nación se combata la corrupción y se apresa a unos cuantos, el control de los recursos debe ser permanente y la fiscalización sobre todo en proyectos vitales para el desarrollo del país debe ser aún más precisa. Las deudas de las mujeres en la Asamblea son aún mayores cuando su retórica se convierte en su propia utopía cuando evaluamos su gestión y las expresiones públicas de sumisión y a eso mis queridos lectores responde la foto con la que inicio este artículo.
Las mujeres no han liderado este proceso, lo han acompañado y el símbolo ha sido sutilmente utilizado por el poder para mostrar una paridad que puertas adentro no existe, antes que un número es necesaria la paridad política de las mujeres.

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