Declaración
del encuentro de mujeres frente al extractivismo y al Cambio Climático
“Es
cuando hay grandes amenazas a la vida, cuando la vida misma está en juego,
que las mujeres que parecían marginadas se levantan con todas sus fuerzas,
con todo su compromiso, toda su resistencia, con toda su energía,
es lo que ahora esta
ocurriendo con las hijas del maíz, con las hijas de la tierra”
Las mujeres que luchan
también participan en esta caravana que va a la COP20 en Lima
Una forma de explotar a la
naturaleza es la extracción de petróleo y minerales que utiliza enormes
cantidades de agua y la contamina pues produce desechos tóxicos; estos químicos
enferman también a los suelos y a la gente. Las empresas petroleras y mineras
cuando llegan a los territorios causan grandes problemas, rompen el tejido
comunitario y lo reemplazan con conflictos en las familias, la división de
comunidades, la confrontación entre unos y otros. Los daños producidos por
estas actividades extractivas son a largo plazo, y duran mucho más que las
utilidades económicas que dicen generar.
Las mujeres de las zonas
petroleras sufrimos los impactos de las actividades extractivas en nuestros
cuerpos; hemos denunciado el aumento de enfermedades gastrointestinales,
respiratorias, dérmicas, el cáncer que crece en nuestros cuerpos y en nuestras
familias. Las mujeres somos sabias cuando decimos que “no queremos alcoholismo,
no queremos que haya prostitución, no queremos que los hombres nos golpeen. No
queremos esta vida que, por más que nos ofrezcan escuelas, letrinas o casas de
zinc, no nos haga sentir dignas”, como bien señala Patricia Gualinga lideresa
del pueblo kichwa de Sarayaku haciendo referencia a las consecuencias que la XI
Ronda Petrolera traería a sus vidas. Con las actividades petroleras y mineras
también disminuyen los productos agrícolas debido a la contaminación, hay
muerte de los animales, pérdida de zonas de cultivo, afectándose las fuentes de
sustento de las familias y de la comunidad.
Con la ampliación petrolera
y minera se ha intensificado el despojo de tierras y de los territorios de las
comunidades campesinas e indígenas. Con este proceso de despojo no sólo se han
vulnerado y desconocido los derechos sociales, económicos y colectivos de los
pueblos sino que se ha exterminado pueblos enteros física y culturalmente para
arrebatarles su tierras y explotar petróleo y minerales Un ejemplo es la
desaparición de los pueblos Tetete y Sansaguari. Las mujeres sufren más con el
despojo de los derechos y de sus territorios.
Nuestra presencia como
mujeres en las luchas socio-ambientales ha cobrado protagonismo, esto ha
permitido denunciar que la explotación de minerales, del petróleo, así como la
explotación de las mujeres. Todas estas formas de explotación tienen un origen
común: el sometimiento a un modelo de desarrollo que subordina la vida a la
acumulación del capital expresado en el extractivismo que desvaloriza, en la
práctica, el trabajo de conservación y cuidado de la vida y del patrimonio
natural que durante siglos hemos realizado las mujeres en estas comunidades
rurales. Nosotras además de defender la vida, el agua, el territorio, velamos
por la salud de la familias, por la soberanía alimentaria, por los derechos y
la defensa de la madre Tierra haciéndole frente al sistema capitalista que se
expresa en el extractivismo depredador y que es inequitativo, injusto, ignora a
las mujeres, prioriza la reproducción del capital por encima de la reproducción
de la vida.
Si bien es cierto que los
procesos de degradación y contaminación afectan a la comunidad en su conjunto,
existe mayor vulnerabilidad en mujeres, niños y niñas y personas de la tercera
edad, debido a la exposición directa a los contaminantes y al desconocimiento
de los principales factores de riesgo asociados a ellos. Los impactos de las
actividades extractivas alteran el ciclo de reproducción de la vida, cuya
regeneración recae sobre las espaldas de las mujeres. Por eso Tenemos el desafío
de construir el verdadero “buen vivir” recuperando la memoria de nuestros
pueblos, ahí las mujeres jugamos un rol importante para reconstruir el futuro.
Hoy nos juntamos mujeres
afectadas por petróleo y minería. Mujeres que luchan incansablemente contra la
amenaza de la expansión minera con el Proyecto Mirador en Zamora Chinchipe, el
proyecto Panantza San Carlos en Morona Santiago; estamos mujeres de comunidades
amenazadas de ser expulsadas de su territorio en Intag por el proyecto
Llurimagua; mujeres que nos enfrentamos a la violencia de la militarización
tanto sobre nuestros territorios como sobre nuestro hijos, primos hermanos,
padres; mujeres que somos criminalizadas por resistir a la minería en
Quimsacocha, porque defendemos el agua y la vida; mujeres amazónicas que
caminaron desde la selva a la capital ecuatoriana para demandar al gobierno la
no explotación petrolera en los territorios Shiwiar, Kichwa, Sápara y por la No
explotación del Yasuní; nos juntamos hoy mujeres de pueblos que dan la cara ante
la evidente vulneración de los derechos de los pueblos indígenas, campesinos y
de la Pachamama.
POR ESO LAS MUJERES
REUNIDAS EN QUITO EN EL ENCUENTRO DE MUJERES Y EXTRACTIVISMO DEMANDAMOS
VERDADERAS SOLUCIONES:
No queremos alternativas de
desarrollo que han significado extinción de las culturas y los pueblos; este es
un desarrollo de muerte, de destrucción, centrado en la explotación,
principalmente de petróleo y minerales. Este desarrollo no tiene futuro, lo sabemos
porque ya lo hemos vivido desde hace más de 500 años. Nosotras tenemos la
alternativa al desarrollo.
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