·
Ana María Cogorno
·
Presidenta de la Asociación
María Reiche
El Perú tiene el privilegio de contar con innumerables lugares
arqueológicos, todos de gran importancia histórica y cultural. Sin embargo,
ninguno de estos se compara a las maravillosas Líneas y Geoglifos de Nasca, únicos en el
mundo para la fortuna de más de 30 millones de peruanos. Este lugar sagrado,
que sin duda fue la más importante razón que tuvo María Reiche, viene despertando la atención
mundial del turismo y se ha convertido en el segundo destino más concurrido
después del Cusco.
Hoy, los beneficios generados por este lugar saltan a la vista. Basta
con considerar que en el 2013 fueron más de 167 mil los visitantes que
sobrevolaron las líneas para darnos cuenta de la relevancia que tienen para el
turismo en el Perú. Aun así, la inversión estatal para la conservación de este
sitio histórico es casi nula.
Desde mediados del siglo XX, la conservación de las Líneas de Nasca ha
sido posible gracias al trabajo de María Reiche y su equipo, no del gobierno.
Los gastos de vigilancia (como la colocación de guardianes motorizados) fueron
financiados de manera autónoma, especialmente por el importante apoyo económico
de Renate Reiche, hermana de María. Todos estos esfuerzos fueron realizados con
el único propósito de conservar con respeto y amor un tesoro de indiscutible
importancia para el país.
Es justamente por haber tenido el privilegio de haber acompañado a María
Reiche en su devoto trabajo en las líneas y figuras de Nasca que no puedo más
que sentir una profunda indignación con los daños realizados por la
organización Greenpeace el lunes. Estos no solo se limitan a su evidente
alteración física: los perjuicios que ha sufrido el Colibrí se intensifican si
se contempla su importancia simbólica. Basta con recordar que esta se encuentra
plasmada en una de nuestras monedas nacionales, además de haber figurado en el
emblema de una institución tan importante como Prom-Perú. Resulta, además, lamentable que
este incidente coincida con el vigésimo aniversario de la Declaratoria de
Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Sin embargo, nuestra indignación desde la Asociación María Reiche no se
limita a los autores de los daños, pues se dirige también al Estado. Hasta hoy
ningún gobierno ha sido capaz de invertir recursos y eficiencia en conservar y
proteger nuestro patrimonio cultural.
Por esta lamentable ausencia del apoyo estatal durante todos estos años
ahora, más que nunca, el Estado debe imponer la más severa sanción a los
involucrados en esta destrucción.
Del mismo modo, es imprescindible que se diseñen políticas públicas
eficientes para lograr una adecuada protección al patrimonio cultural. Después
de todo, ¿cómo fue posible esta intervención? ¿Dónde estaba el personal estatal
que debía resguardar la zona? Y es que si bien los miembros de Greenpeace actuaron con una negligencia y
falta de respeto absolutos, el Estado también es responsable por haber siquiera
permitido que ocurran los hechos.
Esperamos, pues, que el Estado esta vez aborde con la seriedad que
merecen nuestros tesoros nacionales. De lo contrario, la única conclusión que
sacaremos de esta experiencia será que su indiferencia respecto de nuestro
patrimonio cultural es inevitable.
Todo elemento cultural dejado por nuestros antepasados debe ser protegido.
ResponderEliminarTodo elemento cultural dejado por nuestros antepasados debe ser protegido.
ResponderEliminarLa unión hace la fuerza.
ResponderEliminarLa unión hace la fuerza.
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