miércoles, 7 de mayo de 2014

Lecciones



Simón Pachano
Con su gran sabiduría, el líder aconseja siempre ganar elecciones antes de expresar alguna idea o de sostener una posición. Es un revolucionario concepto de democracia que seguramente por modestia no lo difundió en sus conferencias en las universidades gringas o desde el púlpito barcelonés. Es una pena que no lo haya hecho, porque sin duda el público lo habría valorado como un gran aporte a la teoría política. Ningún escenario mejor para ello que la academia del primer mundo. Además, a los mandatarios de esos países les habría proporcionado un excelente argumento para callarle a la oposición que tanto daño les hace. Sobre todo en España, habría sido muy útil para que el señor Rubalcaba y su PSOE entiendan que tienen que quedarse callados, como buenos perdedores, y que deben escuchar mansamente al señor Rajoy, porque él triunfó en los comicios.

Con la misma agudeza sostiene que no es conveniente una consulta popular sobre el Yasuní porque la iniciativa de los ecologistas se ha politizado. La novedosa teoría política –que solamente fue expuesta en alguna entrevista dentro de la gira académica– establece que las consultas no pueden tratar sobre temas políticos, ni deben ser apoyadas por personas que provengan de ese campo. Desafortunadamente para los pobres mortales (tan necesitados de guía en estos asuntos) y para la academia internacional (huérfana de luces) no ha dicho aún sobre qué deben tratar las consultas ni quiénes tienen la facultad de impulsarlas. Pero, de todas maneras, ya está claro qué es lo que no se debe y no se puede hacer. Con eso basta y sobra porque lo importante es que queden claros los límites. Que no se vaya a creer, como lo hicieron los ingenuos que redactaron el artículo 104 de la Constitución, que la “ciudadanía podrá solicitar convocatoria a consulta popular sobre cualquier asunto”. Son infantilismos que pronto serán eliminados para estar a tono con la nueva corriente teórica.
Una tercera lección de teoría política, de democracia y de Estado de derecho ofreció con su reacción frente a los refugiados en una comunidad amazónica. Primero fue el desconocimiento de las medidas cautelares, que demuestra que no solamente las leyes nacionales, sino también los convenios internacionales pueden y deben moldearse de acuerdo con las circunstancias. Claro, porque nada está escrito en piedra. Después fue la inundación de la radio y la televisión con cadenas dirigidas a limpiar su honor mancillado por una denuncia infundada. Con ello quedó en claro que no importa que el juicio hubiera sido planteado por él como persona particular y, en cambio, la utilización de espacios en los medios lo hiciera como el detentor de un alto cargo. Seguramente será un aporte a la teoría que tendrá su correlato en la práctica, lo que significará que, de aquí en adelante, cualquier persona que haya sido ofendida en su honor y haya ganado un juicio podrá solicitar esos espacios. Será un avance enorme en la administración de justicia y en la equidad ciudadana.
Con lecciones así, quien no aprende es porque no quiere.

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