Por: Roberto Aguilar
Editor de contenidos
Crónica: El Instituto Nacional de la Meritocracia presentó,
el lunes pasado, su sistema de Reclutamiento de Altos Directivos para el
Estado. Carlos Marx Carrasco, ministro de Relaciones Laborales, se llevó el
show.
Piezas de dominó: nueva representación alegórica de la
tecnocracia. El corto tramo de escaleras que conduce al auditorio de la
Senplades está forrado de ellas. Piezas de dominó como del tamaño de una hoja
de papel oficio, hechas de algún material semejante al hule, tejen una alfombra
de aturdidores puntitos negros sobre fondo blanco que se despliega, peldaño a
peldaño, hasta la primera planta alta del edificio.
Ahí, a un costado del
estrecho vestíbulo donde cientos de vasos de cristal se apilan prometedores,
listos para el coctel, dos grandes piezas de dominó de dimensiones casi humanas
montan guardia en ambos los flancos de la puerta principal. Adentro, agraciadas
asistentes reparten saquitos azules rematados por un coqueto lazo. ¿Qué hay en
los saquitos? Piezas de dominó. De acrílico. Una en cada funda. Al reverso de
la cara moteada de la ficha, un logotipo (el del Instituto Nacional de la
Meritocracia), una dirección electrónica y un mensaje: la pieza clave eres tú.
La tecnocracia correísta está de fiesta. Personalidades de la
talla de Carlos Marx Carrasco, ministro de Relaciones Laborales (MRL), y
Richard Espinosa, coordinador de la Producción (MCP), han llegado hasta este
venerable epicentro burocrático de la revolución nacionalista para acompañar a
Esteban López, director ejecutivo del Instituto Nacional de la Meritocracia, en
este día especial. El funcionario se prepara para presidir el acto oficial de
lanzamiento del servicio de Reclutamiento de Altos Directivos para el Estado,
un nuevo reto para las Unidades Administrativas de Talento Humano, expertas en
la aplicación de entrevistas por incidentes críticos. O lo que fuera. En
lenguaje tecnocrático se dirá que el titular del INM presenta el RADE, sistema
que aplicará un nuevo diseño de EIC gracias al esfuerzo de las UATHs. No se
contempla participación de PPLs. Pero quién quita.
El RADE no busca funcionarios cualesquiera para puestos de
cualquier nivel, no. La invitación de cartulina Kimberly que se pliega en forma
piramidal, como el logotipo del INM, es bien clara a este respecto: se trata de
un reclutamiento de funcionarios para el Nivel Jerárquico Superior del Estado.
El NJSE. Sin embargo, en la pantalla de alta definición que no puede faltar en
un acto de estas características, tan pródigo en láminas de Power Point como en
piezas de video publicitario, las fichas de dominó son todas igualitas. Las
imágenes muestran una interminable hilera de ellas atravesando las ciudades,
los caminos y los prados de la Patria. Van cayendo una tras otra, una sobre
otra en mágica y sonora progresión: ordenadas, predecibles, exactas...,
tecnocráticas. Sólo la pieza que un joven aspirante a cargo público prepara con
esforzada ilusión es distinta de las demás: es roja. El burócrata en ciernes
llega justo a tiempo para colocarla en media hilera antes de que el atropellado
encadenamiento la arrastre con las otras. Gráfica representación del inexorable
funcionamiento del Estado que, una vez puesto en marcha, no hace diferencias
entre los empleados de nivel medio y los TH del NJSE, por rojos que sean.
“Es la hora de la revolución de las sutilezas”, proclama
glorioso Esteban López. Las carreteras, los magníficos edificios, la
infraestructura pública que en los últimos siete años ha sido tan evidente,
dice, darán paso ahora a cambios “un poco invisibles para la población pero de
igual impacto”. El RADE que presenta el INM en coordinación con el MRL y MCP es
uno de ellos. Dice “es un orgullo”. Dice “momento histórico”. Dice “pasión para
participar en este proyecto político”, o sea PPPPP.
El MRL Carlos Marx Carrasco, pieza fundamental del NJSE donde
las hay, no le va a la zaga al director del INM en entusiasmo. Suya es la más
sesuda y extensa de las intervenciones de la tarde. Suyas son las más profundas
definiciones, como esta de buen vivir: “la dotación sinérgica entre bienes
materiales y bienes espirituales”; o la de ética, que no es sólo “una
palabrita”, sino que debe entenderse como “la morada misma que habita en cada
uno de los seres”. Conmovedor, brillante. Suyas fueron, finalmente, las más
coloridas y dinámicas láminas de Power Point, llenas de circulos y flechitas,
diagramas de flujo y conectores que parecen encerrar en sus formas y en su
sistema de relaciones todos los secretos del conocimiento tecnocrático de la
nación. Por ejemplo, aquella lámina sobre la nueva política laboral del Estado,
que despliega en un solo golpe de vista todas las bondades del sistema que
Carlos Marx preside: de las palabras “Nuevo Estado del Buen Vivir” y “Mercado”,
escritas en la parte superior de la hoja,a izquierda y derecha, surgen sendas
flechitas que convergen en el concepto que da título a la lámina: “Nueva
política laboral”. El flujo continúa hacia abajo, donde se lee “Eficiencia
colectiva”. Nuevas flechas se disparan a izquierda (“Empleadores”) y derecha
(“Empleados/Trabajadadores”) y un trazo vigoroso conecta lo “Público/Privado”
con la “Responsabilidad social”, de donde nace una última flecha de gruesas
líneas dirigida hacia el exterior de la lámina, acaso el infinito. De este tipo
de diagramas hay una interminable serie y el MRL Carrasco se entretiene
largamente en cada una de ellas, especialmente en aquella, tan apropiada para
ocasión, del Sistema Nacional de Certificación de Capacidades Laborales.
El SNCC está directamente relacionado con el RADE del INM y
hace que el MRL Carrasco se solace en la contemplación de los logros de la RC.
Pero el SNCC merece una pequeña aclaración: “No es necesario, para ser parte
del equipo directivo de este hermoso reto -dice Carrasco, y es obvio que se
refiere al NJSE-, tener un carnet de afiliación. Pero...”. La conjunción
adversativa conduce a un largo e intrincado razonamiento. No sabe el MRL cómo
decir lo que quiere decir. En principio le parece bien dejar sentada la idea de
que la experiencia y los méritos son importantes requisitos para ser
funcionario del Estado. Pero... “Ser un dechado de conocimiento no es
suficiente”. La inteligencia, claro, no se puede decir que no: “Es
indispensable la inteligencia, la inteligencia emocional, las aptitudes y las
actitudes, con C y con P”. Pero... Falta algo. No es el carnet, no se vaya a
creer tal cosa. Lo dice y lo vuelve a decir el MRL. Lo repite cada vez que su
discurso parece conducir a la conclusión de que sí, es el carnet precisamente.
Pues no. Es el “alineamiento”. Por fin dice la palabra y aún se demora un rato
más en matizarla. “Tenemos que alinearnos necesariamente, éticamente,
legalmente a la Constitución”, no podía ser de otra manera. “No podemos estar
alejados del Plan de Desarrollo”, eso tampoco. Pero... “La tecnocaracia por la
tecnocracia no es suficiente”. ¿Qué, entonces? Ya lo dijo: “El alineamiento”.
Hace un pausa. “Que no es equivalente a militancia política”, continúa. Y
remata: “Tal vez se le parezca”. He ahí lo que se necesita, según el MRL, para
ser contratado por las UATHs del RADE y el SNCC como funcionario del NSJE: algo
que se parece a la militancia. Escuchar a Carlos Marx Carrasco es dar la razón
a Esteban López: es la hora de la revolución de las sutilezas. Quizás las
siglas que faltan en la pantalla de alta definición son las que nadie pronuncia
pero todo el mundo en este auditorio tiene presentes: AP.
Tras el discurso de Carrasco, el del MCP Richard Espinosa
luce completamente deslucido y falto de interés. Contribuyen a esta sensación
general que impera en el auditorio los modos un tanto desmañados del MCP, que
no termina de entusiasmarse mucho por lo que está diciendo, y el olor a chifles
recién salidos de la sartén (casi es físicamente posible escuchar las
crepitaciones del aceite) que inunda de pronto la sala, proveniente del
vestíbulo, y proclama a los cuatro vientos que las viandas del coctel están
listas y en su punto. Mejor ahora que más tarde. Algunos burócratas se dejan
tentar por el convite y dirigen hacia allá sus pasos.
Pero esto no termina. Aún Richard Espinosa tiene tiempo para
sorprenderse de que “antes a nadie interesaba estar en el sector público; ahora
es un imán”, y para felicitarse porque “ventajosamente no tenemos que recurrir
a la precarización laboral porque tenemos recursos naturales que estamos explotando
y hay que seguir explotando”. Queda la incómoda sensación de que el país, si no
tuviera petróleo en el Yasuní, posiblemente estaría esclavizando niños.
Cerca del final se proyectan dos videos: la pieza
publicitaria ya descrita, protagonizada por las fichas de dominó, y un corto
promocional sobre “el día a día de los altos directivos del Estado. En la
pantalla: edificios modernos, oficinas espléndidas, sillones de cuero, vistas
del norte de la ciudad a imagen y semejanza de un petit Manhattan criollo, soft
jazz, funcionarios jóvenes y bellos, barbitas de candado, trajes de catálogo,
corbatas de tonos pastel... En fin: la crema del NJSE. Todos hablan maravillas
del sistema de reclutamiento que los escogió, con su proceso ecuánime,
riguroso, profesional.
Con la presentación oficial del RADE a cargo del director del
INM, Esteban López, termina la velada. El funcionario expone, rápidamente
porque los ministros tienen agendas apretadas y los chifles se enfrían, el
proceso de reclutamiento, entrevista, evaluación y elaboración de ternas que
ejecuta la entidad a su cargo y que “genera sinergias muy importantes dentro
del sector público”. “Para una subsecretaría de $5 000 -explica- buscamos gente
que esté ganando cuatro y vamos en un rango hasta once”. Luego se sorprende el
MCP Espinosa de que el Estado sea un imán. Eso de generar sinergias es
elemental en estos tiempos.
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