miércoles, 7 de mayo de 2014

El correísmo paga muy bien



Por: Roberto Aguilar
Editor de contenidos
Crónica: El Instituto Nacional de la Meritocracia presentó, el lunes pasado, su sistema de Reclutamiento de Altos Directivos para el Estado. Carlos Marx Carrasco, ministro de Relaciones Laborales, se llevó el show.
Piezas de dominó: nueva representación alegórica de la tecnocracia. El corto tramo de escaleras que conduce al auditorio de la Senplades está forrado de ellas. Piezas de dominó como del tamaño de una hoja de papel oficio, hechas de algún material semejante al hule, tejen una alfombra de aturdidores puntitos negros sobre fondo blanco que se despliega, peldaño a peldaño, hasta la primera planta alta del edificio.
Ahí, a un costado del estrecho vestíbulo donde cientos de vasos de cristal se apilan prometedores, listos para el coctel, dos grandes piezas de dominó de dimensiones casi humanas montan guardia en ambos los flancos de la puerta principal. Adentro, agraciadas asistentes reparten saquitos azules rematados por un coqueto lazo. ¿Qué hay en los saquitos? Piezas de dominó. De acrílico. Una en cada funda. Al reverso de la cara moteada de la ficha, un logotipo (el del Instituto Nacional de la Meritocracia), una dirección electrónica y un mensaje: la pieza clave eres tú.
La tecnocracia correísta está de fiesta. Personalidades de la talla de Carlos Marx Carrasco, ministro de Relaciones Laborales (MRL), y Richard Espinosa, coordinador de la Producción (MCP), han llegado hasta este venerable epicentro burocrático de la revolución nacionalista para acompañar a Esteban López, director ejecutivo del Instituto Nacional de la Meritocracia, en este día especial. El funcionario se prepara para presidir el acto oficial de lanzamiento del servicio de Reclutamiento de Altos Directivos para el Estado, un nuevo reto para las Unidades Administrativas de Talento Humano, expertas en la aplicación de entrevistas por incidentes críticos. O lo que fuera. En lenguaje tecnocrático se dirá que el titular del INM presenta el RADE, sistema que aplicará un nuevo diseño de EIC gracias al esfuerzo de las UATHs. No se contempla participación de PPLs. Pero quién quita.
El RADE no busca funcionarios cualesquiera para puestos de cualquier nivel, no. La invitación de cartulina Kimberly que se pliega en forma piramidal, como el logotipo del INM, es bien clara a este respecto: se trata de un reclutamiento de funcionarios para el Nivel Jerárquico Superior del Estado. El NJSE. Sin embargo, en la pantalla de alta definición que no puede faltar en un acto de estas características, tan pródigo en láminas de Power Point como en piezas de video publicitario, las fichas de dominó son todas igualitas. Las imágenes muestran una interminable hilera de ellas atravesando las ciudades, los caminos y los prados de la Patria. Van cayendo una tras otra, una sobre otra en mágica y sonora progresión: ordenadas, predecibles, exactas..., tecnocráticas. Sólo la pieza que un joven aspirante a cargo público prepara con esforzada ilusión es distinta de las demás: es roja. El burócrata en ciernes llega justo a tiempo para colocarla en media hilera antes de que el atropellado encadenamiento la arrastre con las otras. Gráfica representación del inexorable funcionamiento del Estado que, una vez puesto en marcha, no hace diferencias entre los empleados de nivel medio y los TH del NJSE, por rojos que sean.
“Es la hora de la revolución de las sutilezas”, proclama glorioso Esteban López. Las carreteras, los magníficos edificios, la infraestructura pública que en los últimos siete años ha sido tan evidente, dice, darán paso ahora a cambios “un poco invisibles para la población pero de igual impacto”. El RADE que presenta el INM en coordinación con el MRL y MCP es uno de ellos. Dice “es un orgullo”. Dice “momento histórico”. Dice “pasión para participar en este proyecto político”, o sea PPPPP.
El MRL Carlos Marx Carrasco, pieza fundamental del NJSE donde las hay, no le va a la zaga al director del INM en entusiasmo. Suya es la más sesuda y extensa de las intervenciones de la tarde. Suyas son las más profundas definiciones, como esta de buen vivir: “la dotación sinérgica entre bienes materiales y bienes espirituales”; o la de ética, que no es sólo “una palabrita”, sino que debe entenderse como “la morada misma que habita en cada uno de los seres”. Conmovedor, brillante. Suyas fueron, finalmente, las más coloridas y dinámicas láminas de Power Point, llenas de circulos y flechitas, diagramas de flujo y conectores que parecen encerrar en sus formas y en su sistema de relaciones todos los secretos del conocimiento tecnocrático de la nación. Por ejemplo, aquella lámina sobre la nueva política laboral del Estado, que despliega en un solo golpe de vista todas las bondades del sistema que Carlos Marx preside: de las palabras “Nuevo Estado del Buen Vivir” y “Mercado”, escritas en la parte superior de la hoja,a izquierda y derecha, surgen sendas flechitas que convergen en el concepto que da título a la lámina: “Nueva política laboral”. El flujo continúa hacia abajo, donde se lee “Eficiencia colectiva”. Nuevas flechas se disparan a izquierda (“Empleadores”) y derecha (“Empleados/Trabajadadores”) y un trazo vigoroso conecta lo “Público/Privado” con la “Responsabilidad social”, de donde nace una última flecha de gruesas líneas dirigida hacia el exterior de la lámina, acaso el infinito. De este tipo de diagramas hay una interminable serie y el MRL Carrasco se entretiene largamente en cada una de ellas, especialmente en aquella, tan apropiada para ocasión, del Sistema Nacional de Certificación de Capacidades Laborales.
El SNCC está directamente relacionado con el RADE del INM y hace que el MRL Carrasco se solace en la contemplación de los logros de la RC. Pero el SNCC merece una pequeña aclaración: “No es necesario, para ser parte del equipo directivo de este hermoso reto -dice Carrasco, y es obvio que se refiere al NJSE-, tener un carnet de afiliación. Pero...”. La conjunción adversativa conduce a un largo e intrincado razonamiento. No sabe el MRL cómo decir lo que quiere decir. En principio le parece bien dejar sentada la idea de que la experiencia y los méritos son importantes requisitos para ser funcionario del Estado. Pero... “Ser un dechado de conocimiento no es suficiente”. La inteligencia, claro, no se puede decir que no: “Es indispensable la inteligencia, la inteligencia emocional, las aptitudes y las actitudes, con C y con P”. Pero... Falta algo. No es el carnet, no se vaya a creer tal cosa. Lo dice y lo vuelve a decir el MRL. Lo repite cada vez que su discurso parece conducir a la conclusión de que sí, es el carnet precisamente. Pues no. Es el “alineamiento”. Por fin dice la palabra y aún se demora un rato más en matizarla. “Tenemos que alinearnos necesariamente, éticamente, legalmente a la Constitución”, no podía ser de otra manera. “No podemos estar alejados del Plan de Desarrollo”, eso tampoco. Pero... “La tecnocaracia por la tecnocracia no es suficiente”. ¿Qué, entonces? Ya lo dijo: “El alineamiento”. Hace un pausa. “Que no es equivalente a militancia política”, continúa. Y remata: “Tal vez se le parezca”. He ahí lo que se necesita, según el MRL, para ser contratado por las UATHs del RADE y el SNCC como funcionario del NSJE: algo que se parece a la militancia. Escuchar a Carlos Marx Carrasco es dar la razón a Esteban López: es la hora de la revolución de las sutilezas. Quizás las siglas que faltan en la pantalla de alta definición son las que nadie pronuncia pero todo el mundo en este auditorio tiene presentes: AP.
Tras el discurso de Carrasco, el del MCP Richard Espinosa luce completamente deslucido y falto de interés. Contribuyen a esta sensación general que impera en el auditorio los modos un tanto desmañados del MCP, que no termina de entusiasmarse mucho por lo que está diciendo, y el olor a chifles recién salidos de la sartén (casi es físicamente posible escuchar las crepitaciones del aceite) que inunda de pronto la sala, proveniente del vestíbulo, y proclama a los cuatro vientos que las viandas del coctel están listas y en su punto. Mejor ahora que más tarde. Algunos burócratas se dejan tentar por el convite y dirigen hacia allá sus pasos.
Pero esto no termina. Aún Richard Espinosa tiene tiempo para sorprenderse de que “antes a nadie interesaba estar en el sector público; ahora es un imán”, y para felicitarse porque “ventajosamente no tenemos que recurrir a la precarización laboral porque tenemos recursos naturales que estamos explotando y hay que seguir explotando”. Queda la incómoda sensación de que el país, si no tuviera petróleo en el Yasuní, posiblemente estaría esclavizando niños.
Cerca del final se proyectan dos videos: la pieza publicitaria ya descrita, protagonizada por las fichas de dominó, y un corto promocional sobre “el día a día de los altos directivos del Estado. En la pantalla: edificios modernos, oficinas espléndidas, sillones de cuero, vistas del norte de la ciudad a imagen y semejanza de un petit Manhattan criollo, soft jazz, funcionarios jóvenes y bellos, barbitas de candado, trajes de catálogo, corbatas de tonos pastel... En fin: la crema del NJSE. Todos hablan maravillas del sistema de reclutamiento que los escogió, con su proceso ecuánime, riguroso, profesional.
Con la presentación oficial del RADE a cargo del director del INM, Esteban López, termina la velada. El funcionario expone, rápidamente porque los ministros tienen agendas apretadas y los chifles se enfrían, el proceso de reclutamiento, entrevista, evaluación y elaboración de ternas que ejecuta la entidad a su cargo y que “genera sinergias muy importantes dentro del sector público”. “Para una subsecretaría de $5 000 -explica- buscamos gente que esté ganando cuatro y vamos en un rango hasta once”. Luego se sorprende el MCP Espinosa de que el Estado sea un imán. Eso de generar sinergias es elemental en estos tiempos.

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