Estimado Domingo,
No sé si me recuerdas. Nos conocimos hace tiempo, cuando
trabajamos en distintas instituciones vinculadas a las áreas protegidas del
Ecuador. Me acuerdo con gratitud cuando interviniste a través del Ministerio
del Ambiente para remover a un funcionario que entorpecía el manejo de un
Parque Nacional. Sé que luego trabajaste en varias instituciones luchando por
temas sociales y ambientales. Todo esto, antes de desempeñar cargos públicos
como el actual, la presidencia del Consejo Nacional Electoral (CNE). Te escribo
esta carta porque me siento muy
preocupado por lo sucedido en ese organismo en relación al tema de la consulta
por la no explotación del Yasuní ITT.
Recuerdo la noche del 15 de agosto del 2013 cuando el
Presidente Rafael Correa dijo que había tomado una de las “decisiones más
difíciles de su gobierno”, y que debía liquidar la Iniciativa Yasuní–ITT. Yo
estaba en la Plaza de la Independencia escuchando su discurso en vivo porque
guardaba la esperanza de oír nuevas propuesta para evitar la explotación. Me
decepcioné pero me di cuenta de que no todos se sentían como yo. Un grupo
¡celebraba la decisión con ruidosos tambores!
Me indigné ante una alegría que no entendía. Luego comprendí
que se habían creado dos bandos: los que no queríamos que se explote el Yasuní
y los que apoyaban la explotación para “salir de la pobreza”. Ambas posturas
eran nobles. Por eso, cuando el Presidente dijo “reúnan las firmas y vamos a la
consulta; jamás le tendremos miedo al pronunciamiento del pueblo ecuatoriano”,
me tranquilicé.
Lo que vino luego ya lo conocemos: cadenas nacionales
defendiendo la explotación del Yasuní, peleas entre activistas ambientales y
seguidores del presidente en redes sociales, y hasta mapas del Parque Nacional
con la posible ubicación de grupos no contactados que cambiaban de un día para
otro. Todo esto mientras un grupo de jóvenes, que se hizo llamar Yasunidos, se
organizaba para la recolección del cinco por ciento de las firmas del padrón
electoral para que los ecuatorianos decidamos en las urnas el futuro de los
bloques ITT.
La consulta me permitió soñar en un país que cambie la
historia mundial y escoja la conservación sobre la explotación. Conforme
avanzaba el proceso de recolección de firmas, esta esperanza pasó a convertirse
en una posibilidad real y no solo en una utopía. Quien hacía viable esta
esperanza, al acompañar el proceso, era el CNE, una entidad que tiene como
mandato “garantizar el ejercicio de los derechos políticos de la ciudadanía”.
Aunque hubo publicidad manipuladora, logos plagiados y
campañas costosas a favor de la explotación de ITT, seguía confiando en la
verificación de firmas que se llevaría a cabo. Yo cometí un error: firmé dos
veces. La primera en la hoja de un joven que no conocía. Luego de firmar se
corrió el rumor de que habían formatos similares que no servirían, entonces
para asegurarme que mi firma llegase al CNE, firmé por segunda vez. Jamás pensé
engañar. En realidad, creía que el CNE iba a revisar el cien por ciento de las
firmas y no solo haría un muestreo.
Pero todo cambió. En marzo, fue un golpe duro escucharte
decir que “crear un infierno para recoger firmas no es lo correcto” y referirte
a la dimensión de afectación de explotación planteada como una “segunda
falacia” que “debería ser corregida”. ¿Fue solo una apreciación o el máximo
representante del CNE dijo que el bando postulante de la pregunta por la que
firmé mentía? ¿Acaso había una inclinación por la propuesta del otro bando? Yo
nunca te escuché poner en duda ninguna aseveración de que se haría una
“explotación amigable”. Ni siquiera aquellas tan atrevidas como las propuestas
de usar pasos aéreos o deprimidos para animales, con lo que se garantizaría
“una afectación extremadamente mínima”.
Un pilar del sistema democrático es que el CNE y todos sus
funcionarios sean independientes de cualquier posicionamiento ideológico o
partidista. Este principio está establecido en el código de ética de la
institución, que resalta su necesaria imparcialidad indicando que el Consejo
debe “evitar la emisión de juicios de valor en temas en los que debamos tomar
decisiones, según las competencias asignadas”. ¿Qué fue lo que ocurrió?
Ya sabemos que el conteo de las firmas tuvo un proceso inicial que eliminó de inmediato
183.433 de las 756.291 entregadas por razones de formato como el peso y tamaño
del papel. De las 599.103 restantes se rechazaron 239.342 en la verificación
por inconsistencias en las firmas y números de cédula. ¡Más del cincuenta por
ciento desechadas instantáneamente! El colectivo Yasunidos presentó de manera
formal el 14 de mayo una serie de impugnaciones a lo sucedido. Aunque las
cadenas nacionales del CNE ya se han referido a estas impugnaciones,
desvirtuándolas, a mí no me ha regresado aún la tranquilidad o la confianza.
Sobre las deficiencias técnicas de la verificación se ha
dicho mucho. Sin embargo, el 13 de mayo
en una entrevista en Ecuavisa, Enrique Mafla, ingeniero experto en temas
electorales y a quien te referiste como “un tipo que sabe” en Radio Visión, se
lamentó de que “el CNE no ponga en práctica todas las recomendaciones y todos
los ofrecimientos que realiza” para los procesos electorales y solicitó que se
lleven a cabo auditorías por parte de observadores locales. Más allá de los
aspectos técnicos, te pregunto: ¿si hubieses firmado para la consulta, como hicimos cientos de miles de
ecuatorianos, te quedarías conforme con lo sucedido?
Unas pocas medidas hubieran bastado para transparentar este
procesamiento. ¿Por qué no se dio paso a la integración de la comisión mixta
Yasunidos-CNE, como ofreció el delegado René Maugé? ¿Por qué no se publican las
firmas en la página del CNE, si la inversión de miles de dólares para
digitalizarlas que ya está hecha lo hace posible? ¿No consideras que es mejor
dejar todo claro, cumpliendo lo que establece el artículo 173 de la Ley
Electoral: garantizar la participación de los ciudadanos en todas las fases de
los procesos?
En el discurso del 15 de agosto, Correa resaltó la
participación de la juventud y el orgullo de “nuevas generaciones que están
creciendo con una nueva conciencia ecológica”. Pero con hechos como el que
estamos viviendo en el Ecuador, ¿cómo puede la juventud creer en ideales o
luchar por causas, aunque sean perdidas?
Espero que lo sucedido sea transparentado, porque al igual
que lo expresaste en la última cadena nacional del CNE, yo también “siento
vergüenza” de “cómo se repite la vieja cultura política del país”, y también
considero que lo que está sucediendo “es una falta de respeto a la dignidad”,
pero de las personas que firmamos.
Atentamente,
Andrés Baquero Gallegos
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