Es una historia en tres partes: la lucha de la comunidad
kichwa de Llanchama, en el corazón del Parque Nacional Yasuní; la acción de
Petroamazonas frente a las comunidades en los campos petroleros y las
zancadillas puestas a la consulta de YASunidos.
JUAN CARLOS CALDERÓN
Holmer Machoa, líder comunitario de Llanchama, que lidera la
resistencia a la explotación petrolera en el Yasuní.
Una batalla se libra en el corazón del Yasuní. No tiene que
ver con el rechazo de las firmas del Consejo Nacional Electoral a los
Yasunidos, ni con las zancadillas que este colectivo juvenil y ecologista ha
denunciado por parte de la autoridad electoral para hacer caer la consulta.
Esa batalla la libra Holmer Machoa Grefa y sus hermanos
kichwas de la comunidad de Llanchama: Juan Machoa Otavalo, Agustín Coquinche
Huatatoca, Isabel Alvarado Grefa, Brígida Córdova Condo, Henry Coquinche
Alvarado, Nereida Grefa Siquigua, Ronaldo Sandiego Salazar, Neli Machoa Grefa,
Alexandra Tapuy Notero, Irma Yuge Siquichoa, Juan Coquinche Alvarado, Gilberto
Machoa Coquinche… Holmer porque es uno de los más activos denunciantes de las
tareas que hace el Estado ecuatoriano en su comunidad.
Llanchama tiene 27 000 hectáreas de territorio ancestral y
está desperdigada entre los campos petroleros 31 y 43, asignados a Petroamazonas,
en el Parque Nacional Yasuní. Las 65 familias socias se reparten entre la
población de Llanchama, Nuevo Rocafuerte y las riberas del río Napo. Durante
dos décadas han tenido estatus legal de Comuna, pero eso cambió en aras de la
explotación petrolera.
Según cuentan los dirigentes, el 22 de febrero del 2014 se
dio una reunión en la comunidad entre los representantes de algunas familias y
funcionarios de este gobierno. Hubo delegados de: Petroamazonas, Secretaría de
Hidrocarburos, el teniente político de Tiputini, el delegado de la Gobernación
de Orellana, de la Subsecretaría de Gestión Política y un abogado del
Ministerio de Inclusión Social. Este último funcionario había dicho en esa
reunión que “la empresa le pidió que vaya a la comunidad para que seamos
Centro” porque no se podía hacer convenios ni recibir dinero ni actuar si
seguían siendo comuna. Entonces el funcionario habría pedido que quienes
quieran ser Centro levanten la mano y lo propio quienes quería seguir siendo
comunca. “Esto viola el procedimiento consuetudinario ancestral pues las
decisiones se toman en consenso y están encabezadas por el Presidente de la
Comuna, no por un funcionario del Estado”. Así se formó un Centro Kichwa
Llanchama y se dividió a la comunidad.
Tras la “constitución” del Centro, la estatal Petroamazonas
entregó un cheque por USD 230 000 al presidente del organismo, de cuyo uso los
firmantes de una carta pública dicen no haber recibido información. El pago lo
atribuyeron a una indemnización o pago para que una empresa de sísmica 3D
empezara a trabajar en el territorio de la comuna, lo cual los socios no habían
autorizado.
Pobladores de la comunidad registraron la presencia de los
militares.
Antes de ello, el 1 de febrero, se había convocado a una
reunión de la comuna con algunos funcionarios públicos, “que llegaron
acompañados de unos 20 militares del Batallón Montecristi armados con fusiles
automáticos HK, revólveres y en esa reunión se hizo conocer a la comuna que se
firmará un preacuerdo”.
Se pidió una votación, con los militares ahí 35 votaron a
favor y 22 en contra. El Presidente de la comuna, Wilson Grefa terminó firmando
el preacuerdo con Petroamazonas para permitir a esta empresa la realización de
los trabajos de Sísmica 3D en terrenos de la comunidad. Por compensación, el
Estado se comprometió a pagar 20 dólares por cada una de las 11 500 hectáreas.
El pago era el 50% al inicio de los trabajos y el resto cuando se concluyera el
registro y retiro de los materiales. Por los posibles impactos socioambientales
Petroamazonas también impuso el pago de 20 dólares por hectárea. Pero esa
“compensación”, no sería en efectivo sino en infraestructura educativa, social
o deportiva de acuerdo a las necesidades de la población.A cambio, “la
comunidad de Llanchama declara expresamente que ha sido debidamente informada
por PAM EP, a través de reuniones de socialización del proyecto y del
respectivo proceso de consulta y participación del Estudio de Impacto
Ambiental, acerca de los impactos o posibles impactos que causarán o podrán
causar las actividades hidrocarburíferas vinculadas al desarrollo del proyecto
que realizará PAM en sus predios”. Y en la cláusula final del acuerdo “la
Comunidad autoriza a PAM EP, a sus contratistas y subcontratistas, el uso y
ocupación inmediata del área indemnizada para el desarrollo del proyecto y
facilitará el ingreso del personal, equipos, materiales y demás instrumentos; y
se compromete a no impedir, paralizar y/o obstaculizar el desarrollo del
proyecto y sus actividades”.
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