jueves, 22 de mayo de 2014

‘La única salida es que el Gobierno respete la Constitución y acate las medidas cautelares...’



Cléver Jiménez, asambleísta por Pachakútik, provincia de Zamora Chinchipe.
Entrevista
Una vez que abandonaron el territorio Sarayaku, su situación parece complicarse. ¿Qué derrotero piensan tomar ahora?
Por el momento estoy dentro del territorio nacional, del que no he pensado salir. Estamos rearmando otra vez la oficina de fiscalización, que una vez más el Gobierno logró desarticular dentro del territorio de Sarayaku.


Los nuevos dirigentes han declarado que el caso de ustedes en la comunidad ya terminó. ¿Su situación en Sarayaku se volvió insostenible?
Por supuesto que concluyó, porque ya salimos de aquel territorio. La situación en Sarayaku no era insostenible: la voluntad de toda la población y sus dirigentes era completamente firme y había la convicción de garantizar nuestra permanencia hasta las últimas consecuencias. Nuestra salida se debió a nuestra propia decisión de no permitir posibles daños materiales y humanos, que se habrían ocasionado por la actitud irresponsable del Gobierno de Correa, utilizando todo el poder y la estructura del Estado para defender a un ciudadano, Rafael Correa. Eso se llama peculado. Agradezco infinitamente a los dirigentes y al pueblo de Sarayaku por su apoyo.

Da la impresión de que ustedes deben enfrentar ahora una existencia errante. ¿Es así?
Tal parece que sí. Pero no será por mucho tiempo, esta situación no puede continuar así, debe terminar por el bien del país. Al pueblo ecuatoriano no le interesa que Correa y Jiménez se lleven bien o mal, sino que se esclarezcan los hechos de corrupción y, sobre todo, que sus recursos sean bien invertidos y no se vayan al bolsillo de los falsos revolucionarios. En este momento no puedo decirlo, pero en los próximos días o semanas tomaré una decisión, que será completamente pública, con la que cambiaremos esta triste y lamentable historia.

Considerando lo que ocurrió: las presiones policiales sobre Sarayaku, las declaraciones presidenciales en contra de los líderes de esa comunidad, etc., ¿cree usted que fue un error y quizás una precipitación el haber anunciado que se encontraban ahí?
No, porque el Gobierno tiene la obligación de respetar la sentencia, las medidas provisionales y las medidas cautelares otorgadas a favor de Sarayaku por la CIDH y la Corte IDH, en las que se prohíbe el ingreso de la fuerza pública. Además, lo único que hizo este pueblo noble es respetar el Estado de Derecho, las leyes, la Constitución y los tratados internacionales, que el Gobierno no ha sabido respetar. Más allá de aquello, el Gobierno conocía desde un principio que estábamos en aquel lugar, porque nosotros no estuvimos escondidos, realizábamos actividades de manera pública, conjuntamente con la comunidad y, como es lógico, en cualquier parte del país hay seguidores de uno y de otro. Sarayaku no es la excepción. Más de un gobiernista informó de nuestra presencia desde el principio; de eso estoy completamente seguro. Lo que pasa es que se asustaron cuando anuncié que ya había armado la verdadera oficina de fiscalización que no existe en la alfombra nacional, mal llamada Asamblea Nacional; esa es la verdadera razón para que Correa y sus esbirros hayan llegado a esta escandalosa actitud.

Habla usted de fiscalizar desde el lugar donde se encuentra. ¿Es posible fiscalizar desde una oficina móvil en medio de la selva?
En este Gobierno completamente corrupto, con todos los poderes del Estado y las autoridades de control, incluida la justicia, sometidos a Carondelet, así se tenga la mejor oficina en el mejor edificio de Quito, es muy complicado fiscalizar. En la selva seguimos en el mismo escenario, solo que sin una oficina mínimamente aceptable para cumplir con el mandato del pueblo ecuatoriano; sin embargo, me acoplaré. Nada ni nadie detendrá mi lucha contra el mal mas grande que tiene la patria: la corrupción.

El hecho es que su situación parece no tener salida, en tanto que el Gobierno ha demostrado que no está dispuesto a ceder. ¿Cómo han sopesado ustedes esa situación? ¿Qué alternativas les quedan que no sea seguir errando eternamente? ¿Han considerado, por ejemplo, la propuesta de Inredh de someterse a la justicia indígena y cumplir una temporada de trabajo comunitario en la Amazonía? ¿Qué otra salida vislumbran ustedes?
La única salida es que el Gobierno respete el Estado de Derecho, que respete nuestras leyes, nuestra Constitución y los tratados internacionales, y obviamente acate las medidas cautelares. No existe otra alternativa. Y, si la hubiera, tampoco la acepto. Sin embargo, repito que en los próximos días o semanas tomaré una decisión para terminar con este incómodo episodio.

En lo personal, ¿cómo le ha afectado esta situación?
En términos generales, estoy bien, no he tenido y espero no tener problemas con la salud. Lo que estoy viviendo desde el inicio, dentro del territorio noble y valiente de Sarayaku, ha sido para mí la maestría que me hacía falta: he logrado determinar con exactitud dónde realmente están la civilización y el respeto a las normas jurídicas y a la democracia, dónde se aplica la justicia. (RA)

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