Cléver Jiménez, asambleísta por Pachakútik, provincia de
Zamora Chinchipe.
Entrevista
Una vez que abandonaron
el territorio Sarayaku, su situación parece complicarse. ¿Qué derrotero piensan
tomar ahora?
Por el momento estoy dentro del territorio nacional, del que
no he pensado salir. Estamos rearmando otra vez la oficina de fiscalización,
que una vez más el Gobierno logró desarticular dentro del territorio de
Sarayaku.
Los nuevos dirigentes
han declarado que el caso de ustedes en la comunidad ya terminó. ¿Su situación
en Sarayaku se volvió insostenible?
Por supuesto que concluyó, porque ya salimos de aquel
territorio. La situación en Sarayaku no era insostenible: la voluntad de toda
la población y sus dirigentes era completamente firme y había la convicción de
garantizar nuestra permanencia hasta las últimas consecuencias. Nuestra salida
se debió a nuestra propia decisión de no permitir posibles daños materiales y
humanos, que se habrían ocasionado por la actitud irresponsable del Gobierno de
Correa, utilizando todo el poder y la estructura del Estado para defender a un
ciudadano, Rafael Correa. Eso se llama peculado. Agradezco infinitamente a los
dirigentes y al pueblo de Sarayaku por su apoyo.
Da la impresión de que
ustedes deben enfrentar ahora una existencia errante. ¿Es así?
Tal parece que sí. Pero no será por mucho tiempo, esta
situación no puede continuar así, debe terminar por el bien del país. Al pueblo
ecuatoriano no le interesa que Correa y Jiménez se lleven bien o mal, sino que
se esclarezcan los hechos de corrupción y, sobre todo, que sus recursos sean
bien invertidos y no se vayan al bolsillo de los falsos revolucionarios. En
este momento no puedo decirlo, pero en los próximos días o semanas tomaré una
decisión, que será completamente pública, con la que cambiaremos esta triste y
lamentable historia.
Considerando lo que
ocurrió: las presiones policiales sobre Sarayaku, las declaraciones
presidenciales en contra de los líderes de esa comunidad, etc., ¿cree usted que
fue un error y quizás una precipitación el haber anunciado que se encontraban
ahí?
No, porque el Gobierno tiene la obligación de respetar la
sentencia, las medidas provisionales y las medidas cautelares otorgadas a favor
de Sarayaku por la CIDH y la Corte IDH, en las que se prohíbe el ingreso de la
fuerza pública. Además, lo único que hizo este pueblo noble es respetar el
Estado de Derecho, las leyes, la Constitución y los tratados internacionales,
que el Gobierno no ha sabido respetar. Más allá de aquello, el Gobierno conocía
desde un principio que estábamos en aquel lugar, porque nosotros no estuvimos
escondidos, realizábamos actividades de manera pública, conjuntamente con la
comunidad y, como es lógico, en cualquier parte del país hay seguidores de uno
y de otro. Sarayaku no es la excepción. Más de un gobiernista informó de
nuestra presencia desde el principio; de eso estoy completamente seguro. Lo que
pasa es que se asustaron cuando anuncié que ya había armado la verdadera
oficina de fiscalización que no existe en la alfombra nacional, mal llamada
Asamblea Nacional; esa es la verdadera razón para que Correa y sus esbirros
hayan llegado a esta escandalosa actitud.
Habla usted de
fiscalizar desde el lugar donde se encuentra. ¿Es posible fiscalizar desde una
oficina móvil en medio de la selva?
En este Gobierno completamente corrupto, con todos los
poderes del Estado y las autoridades de control, incluida la justicia,
sometidos a Carondelet, así se tenga la mejor oficina en el mejor edificio de
Quito, es muy complicado fiscalizar. En la selva seguimos en el mismo
escenario, solo que sin una oficina mínimamente aceptable para cumplir con el
mandato del pueblo ecuatoriano; sin embargo, me acoplaré. Nada ni nadie
detendrá mi lucha contra el mal mas grande que tiene la patria: la corrupción.
El hecho es que su
situación parece no tener salida, en tanto que el Gobierno ha demostrado que no
está dispuesto a ceder. ¿Cómo han sopesado ustedes esa situación? ¿Qué
alternativas les quedan que no sea seguir errando eternamente? ¿Han
considerado, por ejemplo, la propuesta de Inredh de someterse a la justicia
indígena y cumplir una temporada de trabajo comunitario en la Amazonía? ¿Qué
otra salida vislumbran ustedes?
La única salida es que el Gobierno respete el Estado de
Derecho, que respete nuestras leyes, nuestra Constitución y los tratados
internacionales, y obviamente acate las medidas cautelares. No existe otra
alternativa. Y, si la hubiera, tampoco la acepto. Sin embargo, repito que en
los próximos días o semanas tomaré una decisión para terminar con este incómodo
episodio.
En lo personal, ¿cómo
le ha afectado esta situación?
En términos generales, estoy bien, no he tenido y espero no
tener problemas con la salud. Lo que estoy viviendo desde el inicio, dentro del
territorio noble y valiente de Sarayaku, ha sido para mí la maestría que me
hacía falta: he logrado determinar con exactitud dónde realmente están la
civilización y el respeto a las normas jurídicas y a la democracia, dónde se
aplica la justicia. (RA)
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