jueves, 22 de mayo de 2014

La sentencia a Raúl Carrión, el peor chiste de la revolución @tuiteandohoy



Por: Marlon Puertas
Como el peor chiste de la revolución ciudadana ha caído la impiadosa sentencia contra Raúl Carrión, ex ministro de los Deportes. Pobre hombre. Esos malvados jueces le han impuesto, oigase bien, tres largos y eternos meses de prisión, que ni son tales, porque ese tiempito ya estuvo el autodenominado dueño del circo tras las rejas. Hasta visita presidencial tuvo, ¿se acuerdan?
Y todo por ser autor del delito de peculado, que es el manejo de los fondos públicos, es decir, la plata sagrada que pertenece al pueblo. El mismo delito por el que se acusa a Abdalá, que lleva ya 17 años fuera del país.

Es que ahora resulta que ha existido el peculado chiquito. Es decir, un delito menor. El peculado de los banqueros, ese es el grandote. El peculado de los verdes se reduce a la mínima expresión y su pena causa carcajadas.
¿Y se enteraron de la multa que le impusieron? $190. Lo condenaron a la quiebra eterna y eso que el monto es menos de lo que cobran por parquearse en zonas prohibidas en Quito.
El fiscal Galo Chiriboga quedó anonadado con la sentencia. Tanto así que no supo decir si apelará o no apelará ante tamaño castigo, que parece suficiente, ya para qué. En otros casos, no ha tenido dudas de imponer, en todas las instancias, la voluntad de la Fiscalía. Pero en este, en particular, se tomará su tiempo.
Bien ha dicho el rey de las sabatinas que el peor delito es ro barse las honras. Perjudicar los fondos públicos es poca cosa, una travesura menor. Estos conceptos revolucionarios son los que han transformado la justicia en el Ecuador.
Los opositores políticos sueltos de lengua y la prensa que se atreva a cuestionar acciones oficiales, tiemblen, porque la justicia revolucionaria será implacable. Los oficialistas y leales al proyecto, no tienen nada que temer, así aparezcan en el camino serios cuestionamientos a su forma de manejar la cosa pública.
Ese es el claro mensaje. La única sensación que queda es la de pérdida. Tanto tiempo perdido, tanta plata, para seguir en lo mismo, tal vez algo peor. Mientras Ecuador no tenga un verdadero  sistema de administración de justicia, no habrá un desarrollo real, porque la garantía de los derechos ciudadanos penden de un hilo. O de una voluntad.
Esos derechos ciudadanos van mucho más allá de obras de cemento o subsidios generosos que van llegando a su fin. Se trata de la vigencia plena de su capacidad de ejercer sus derechos, sea un ecuatoriano gobiernista, de oposición, neutro. La justicia debe tener la virtud de darle a cada uno lo que le corresponde, sin marcar diferencias por su posición.

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