sábado, 15 de noviembre de 2025

 

La Caja de Pandora


Por: Juan Pablo Serrano

Desde el fin de la dictadura de los 70 ha sido complejo el camino de la democracia, las múltiples las convocatorias a referéndum y consulta popular suman un total de 13 eventos. Este ciclo histórico inició en 1978 con la aprobación de la nueva constitución, que triunfó con el 43% de votos, frente a la reformada de 1945 con el 32%; los votos nulos alcanzaron el 23%. Se registran dos experiencias de convocatoria a Asamblea Constituyente, para que reforme o redacte una constitución, la convocatoria de 1997 y la del 2007; en ambos casos triunfó el SÍ. En el primer caso 46 % a 25 %, en el segundo caso 81 % a 12 %.

En el 2008 el Tribunal Supremo Electoral convocó a consulta sobre el texto de constitución aprobado en Montecristi, y los resultados fueron 63% por el SÍ y 28% por el NO, los nulos el 7%. Estos datos son interesantes porque refieren que, ante las crisis, la elaboración de una nueva constitución es vista como propuesta de salida.

Un total de ocho presidentes han convocado a consulta popular, en procura de fortalecer su gestión política. Indefectiblemente su administración ha sido puesta bajo la valoración ciudadana. León Febres Cordero lanzó la primera consulta popular en 1986, que tuvo como antecedentes una fuerte tensión con el Congreso y la Corte Suprema, polarización de la sociedad y el levantamiento militar liderado por el general Frank Vargas Pazos. Perdió la consulta 24% a 56%, es decir el acto se convirtió en evaluación a su gobierno. Sixto Durán Ballén convocó en 1994 su primera consulta, con siete preguntas, ganándolas todas. Luego, en un período complejo, en donde destacan la guerra del Cenepa y problemas económicos, en 1995 presentó 11 preguntas a consulta, perdiéndolas todas, con promedios consolidados de 32% frente a 45%. En 1997, Fabián Alarcón llamó convocó a consulta con 14 preguntas, de las cuales destacaba la número 1 por la ratificación de la cesación de Abdalá Bucaram y el nombramiento de Alarcón como presidente interino, la cual obtuvo el 60% a 19%, en 13 preguntas ganó el SI, salvo en la referente al escogimiento de candidatos en lista o entre listas; se colige que existió aval ciudadano a la gestión de gobierno.

Un total de ocho presidentes han convocado a consulta popular, en procura de fortalecer su gestión política. Indefectiblemente su administración ha sido puesta bajo la valoración ciudadana.

Rafael Correa, convocó a dos consultas, la primera en el 2011, con 10 preguntas, de las cuales una era de aplicación cantonal, abordó temas de seguridad, derechos y garantías, justicia, etc… Los resultados promediados fueron 47% por el SI, y por el NO 40%.  La segunda fue en el 2017, sobre paraísos fiscales, obtuvo 55% frente a 44%. En el 2018, Lenin Moreno convocó a referéndum y consulta popular; el triunfo del gobierno fue abrumador en las 7 preguntas consultadas. Guillermo Lasso, en el 2022, realizó un referéndum constitucional con la presentación de ocho preguntas, el gobierno recibió voto negativo en todas. Daniel Noboa en el 2024, convocó al pronunciamiento popular, en torno a 11 preguntas, recibiendo aprobación en 9 de las formuladas.

La sociedad que acude a las urnas

De los estudios realizados por el Centro de Investigaciones y Estudios Especializados, CIESS, y la encuestadora Clima Social, se desprende la existencia de una marcada polarización en la sociedad. Concomitantemente a esto, la población está sometida a una elevada tensión por un conjunto de razones que se señalan a continuación. Llama la atención el dato sobre un problema grave y muy profundo: la existencia de un porcentaje superior al 60% de  la población, en vastas zonas, que tiene un estado de ánimo negativo, tendiente a la depresión.

Somos parte de una sociedad que se ha sumergido, lenta y paulatinamente, en violencia e inseguridad: los indicadores determinan que el año en curso es el más violento de la historia, cuatro ciudades del país se encuentran entre las más peligrosas del mundo, la sociedad hoy es mucho peor que hace dos, cuatro u ocho años, y por ende la calidad de vida ha caído masivamente. La violencia proviene de los Grupos de Crimen Organizado, GDO, pero hay el sentir que la sociedad no es violenta sólo por la presencia y acciones de aquellos; el poder, se ha vuelto violento en Ecuador. Lejos de escoger la vía de un gran acuerdo nacional para combatir a los violentos, ha alentado la polarización social, que se ha vuelto estrategia de gestión de la política; la presencia del gobierno se justifica al existir la violencia. Estigmatización, confrontación y degradación de los contrarios impregnan a la sociedad. No se tolera al opuesto, se le da la categoría de enemigo, es cada vez menos frecuente debatir ideas y argumentar conceptos.

Las dificultades económicas son agudas, por la fuerte contracción del mercado del trabajo: el 60 % de la población económicamente activa se encuentra en el subempleo, la pobreza se ha incrementado sostenidamente, las mejoras de la balanza comercial en las exportaciones no trascienden en la gran masa de sectores pobres y medios, cada vez más pauperizados en un proceso lento y sostenido. Son de enorme interés los datos de consumo y el sobre endeudamiento; según estimaciones, el 40 % de los usuarios de tarjetas de crédito cubre mensualmente el pago mínimo, el mayor consumo por esta vía es en super mercados, para alimentos y productos de hogar. Hay informes que dan cuenta de una caída estrepitosa en el consumo, es decir un enorme porcentaje de ecuatorianos viven en el límite de la sobrevivencia.

Las instituciones cada vez tienen menos capacidad de dar respuesta a las demandas de la población, son muchos años de un sostenido proceso de erosión institucional. Al inicio fue la corrupción, continuó con la disminución presupuestaria producto de la crisis fiscal, luego el abandono de programas de gobierno y metas estratégicas, siguió la eliminación de la inversión pública, finalmente  es el nombramiento al frente de las instituciones del Estado de personas que, en un enorme porcentaje, llegan a dichos puestos sin tener ninguna formación profesional en el área y desconocer de gestión pública. El sector público de Ecuador está destrozado, salvo honrosas excepciones, y eso se debe a pésimos gobiernos desde hace varios años.

Hay una sensación que en el país las cosas no van bien, que la brecha social y económica crece sostenidamente, desde el gobierno y el Estado se ha dejado de expresar el interés nacional y se responde a intereses corporativos o individuales. Los procesos de redistribución de riqueza se han debilitado, los grandes grupos económicos evaden honrar compromisos tributarios mediante una serie de subterfugios, frente a esto el grueso de la población no encuentra opciones ciertas de mejora de sus condiciones de vida.

Las redes sociales y los dispositivos electrónicos, sumados a una comunicación de la violencia, como estrategia de mercadeo y de posicionamiento político, han dañado la sociedad. Basta con mirar un noticiero para observar la cantidad de hechos de violencia. Somos parte de una sociedad enferma que necesita cada día consumir su dosis de violencia; esto contribuye a la ansiedad y la conflictividad, somos parte de una civilización de los impulsos, de la excitación permanente, de las urgencias y la velocidad, sociedad de la hipérbole, la realidad desde el límite, no desde la mesura del equilibrio y la ponderación. Lo más complicado de todo esto es el nivel de insensibilización al que hemos llegado, hay una brutal sobre exposición a impresiones negativas a los seres humanos, un ejemplo claro es que la sociedad ecuatoriana en 1988 se horrorizó por la desaparición de los hermanos Restrepo, y hoy ante la detención, maltrato, (registrado en videos) tortura y muerte de niños y adolescentes de las Malvinas, no se inmuta, no hay por lo menos una frase de pésame de los gobernantes.

Estamos cansados, nos sentimos abrumados por los políticos, personas que han hecho de la mentira su recurso permanente, impúdicos, corrompidos, sin atisbo de formación señera, preocupados de sus intereses individuales y no del interés nacional, la sociedad ecuatoriana vive el Shock de la estupidez; siempre existieron personajes atrabiliarios, se los registra casi siempre vinculados a partidos cuya acción política demandaba el populismo; eran la excepción, pero en la actualidad son la constante. Esta constatación ha llevado a un abandono masivo de lo público, grandes sectores del país se han ido sumergiendo en sus espacios laborales y domésticos que poseen otra racionalidad; lo público prácticamente ha sido abandonado por las elites de pensamiento, ha sido entregado, ese es un sentimiento hondo que poseemos.

¿Cuál es el significado de la ley, para los ecuatorianos?, ¿por qué mantenemos una cultura que considera que todo debe estar normado por leyes?, mismas que son incumplidas reiteradamente, trampeadas, evadidas. ¿Por qué tenemos 20 constituciones? y decenas de miles de cuerpos jurídicos, y como corolario son reinterpretados todo el tiempo, creando  un sistema de vida nada pulcro, totalmente insano, inseguro. Hay una sensación de que en el país existe impunidad, que los grupos de poder fáctico no son tocados por la ley, lo cual alimenta el desasosiego. ¿Es acaso nuestro sistema jurídico un espejo de la sociedad?

El galimatías del NO

En los detalles anda el diablo es un viejo dicho al que recurrían los antiguos, la realidad no es plana, posee finos detalles que están ocultos para el ojo impaciente, los principales sectores que alientan el NO son:  El correísmo, está y no está en el NO, posición compleja, dudosa, opaca, lo alienta pero no realiza acciones determinantes y contundentes de validación, manifestación evidente de sus límites en tanto propuesta y sus graves conflictos internos. Los grupos defensores de la constitución de Montecristi validan el proceso vivido hace 17 años, se muestran refractarios al cambio a riesgo de volverse conservadores, no aceptan la urgencia de modificaciones debido a que el país y el mundo cambiaron. Grupos de izquierda, cuestionan las modificaciones, y se reafirman en el gobierno de Correa como referente único. Grupos de izquierda que cuestionan al correísmo, y refrendan una visión tradicional del poder y la lucha social. Grupos sindicalistas, que sienten amenazas a sus conquistas. Sectores centristas, republicanos, demócratas y de derecha moderada decepcionados por el gobierno de Noboa y por su deriva autoritaria y anti democrática, a la que buscan poner un límite. Grupos indígenas radicales, opuestos a la política gubernamental. Grupos ecologistas y anti extractivistas. Sectores empresariales que han comenzado a entrar en contradicción con Noboa, por la peligrosa concentración del poder político y económico en un solo grupo oligopólico. Sectores ciudadanos, que se han sentido ofendidos por las acciones de gobierno (Cuenca es un ejemplo). Núcleos empresariales afectados por las acciones de funcionarios gubernamentales de favorecer  sus intereses en detrimento de la competencia (casos denunciados en el sector de salud y el no pago direccionado de deudas millonarias que el estado posee). Grupos Indígenas que responden a liderazgos históricos. Sectores empresariales que han observado la falta de integración y representación de sus intereses en el gobierno. Grupos de campesinos. Población que siente que sus condiciones de vida han desmejorado. Ciudadanos que no toleran al régimen sobre todo en su autoritarismo. Funcionarios públicos temerosos. Ciudadanos que desaprueban la gestión de gobierno.

La torre de Babel del SÍ

La realidad no es blanca o negra, es blanca y negra acompañada de una inmensa cantidad de matices cromáticos; este axioma permite auscultar con observación detallada, los constitutivos de la postura. Los convocantes y convocados a la causa del SÍ:

El presidente de la república, el gobierno, su partido, su familia, sus amigos, los funcionarios públicos de confianza, los empleados públicos con contratos en posición laboral precaria, los empleados de las empresas de la Corporación Noboa, los afiliados a ADN, sus seguidores, todo lo que se podría calificar con el genérico de noboismo. El anti correísmo, desde los grupos más radicales hasta los menos confrontativos. La ciudadanía radicalizada por la espiral de violencia e inseguridad. Los ciudadanos cansados de tanta alteración social y que rechazan los métodos de protesta del sector indígena. Grupos críticos de la constitución de Montecristi.  Sectores empresariales que buscan mayor seguridad y firmeza del Estado. Núcleos de militares y policías en servicio pasivo. Grupos de indígenas, que han plegado al gobierno sobre la base de canonjías. Grupos de indígenas que mantienen contradicción con segmentos radicales del movimiento. Sectores pudientes de la sociedad. Grupos sociales hastiados de la realidad y que buscan una salida. Grupos cansados porque  la democracia no funciona y exigen un régimen autoritario. Población fatigada por la inseguridad y violencia. Ciudadanos con una serie de ideas sobre el país, la sociedad y el sistema de leyes y justicia, que están convencidos que Noboa comparte o puede embanderar sus ideas aspiracionales. Sectores empresariales preocupados por la conflictividad en temas socioambientales. Núcleos económicos con interés de inversión en sectores estratégicos. Población juvenil esperanzada en ofrecimientos. Población agradecida de haber recibido bonos y demás entregas por parte del gobierno. Población anti izquierdista que rechaza experiencias como Venezuela o Cuba.

Factores que determinarán el resultado

El Ecuador es un país en permanente sobresalto, somos una compleja mixtura de sociedades regionales, unas más antiguas que otras, unas que creen más que otras en las instituciones y procesos de mediano y largo aliento, unas con procesos más elaborados, otras con actuaciones más primarias; nos atraviesa como país el signo de la efervescencia y la tropicalidad, somos emocionales, tenemos en ciclos de temporalidad fuertes estallidos sociales, el electorado es en extremo voluble y cambiante; así se deduce del análisis de su comportamiento desde 1978.

Los procesos electorales son altamente emocionales, alimentan relatos y mitos y derruyen relatos y mitos; cada elector mira lo que quiere ver y acudimos a las urnas una y otra vez, sabedores que gran parte de los ofrecimientos son falsedades o promesas que jamás podrán tener cumplimiento, pero se establece la relación simbiótica entre el pueblo y su líder.

Acudiremos por una vez más a las urnas, esta vez a votar a pesar que el gobernante no es capaz de respetar otras consultas populares, sabedores que los verdaderos problemas del país no se resuelven con consultas populares, o referéndums sino con: proyectos políticos serios, diálogo, gestión pública de alto nivel, construcción y fortalecimiento de las instituciones, respeto de la ley; pero acudiremos, porque es parte del rito histórico nacional.

El miedo será el gran elector, como lo ha sido en los últimos procesos, la fatiga de la sociedad por la sobre exposición a información negativa, el hartazgo de ser convocada recurrentemente a las urnas, sin ningún resultado de estos ejercicios, la toxicidad de los mensajes y la cultura de la violencia que ha llevado a la insensibilización de muchos sectores.

Analizando la historia observamos como constante que, en tiempo de crisis, como las de 1997 o del 2007, se buscó una salida que fue el llamamiento a un proceso constituyente, es decir el SÍ fue la expresión esperanzadora de un cambio. Proceso mas de continuidad el primero, más de refundación adánica y ruptura el segundo.

Hay un segundo factor clave, que es la evaluación al desempeño al presidente de la república, y a su gobierno; encontramos que cada administración posee ciclos, con curvas de ascenso y descenso; experiencias como las vividas por los presidentes León Febres Cordero, Sixto Durán Ballén y Guillermo Lasso, deberían ilustrar con diafanidad la capacidad implacable del electorado de evaluar al gobernante, en el ciclo de baja. Hace unos días, Lolo Echeverría escribía en su columna de diario El Comercio “El país lo perdona todo»,  clara referencia a que el presidente a pesar de su total inexperiencia, mala gestión,  reiterados errores, la sociedad fatigada ha querido creer en él y lo ha perdonado absolutamente todo; pero como todo en la vida tiene un límite y cuando este se alcanza, el pueblo benévolo será implacable en la  evaluación, todo es cuestión de tiempo.

El presidente ganó la elección con el 55.63 % y podríamos decir que es un presidente popular, pero no posee un gran capital político, no posee estructura política de relevancia que le acompañe, tampoco base social organizada, prácticamente no posee oposición pues esta ha evidenciado su carencia de luces; sin embargo, las características del señor presidente le han llevado a confrontar con tantos y tan distintos sectores que poco a poco ha sumado adeptos en su contra, sin darse cuenta que sus márgenes son peligrosamente escasos. En el momento en que se cumpla el tiempo y la paciencia haya desaparecido, la evaluación se expresará en el NO.

Y como en el mito griego de Pandora, en el fondo de la caja de infortunios, mora la esperanza, algo de ella queda para acudir una vez más en procura de salir de la gigantesca crisis.

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