YO FIRMO POR LA REVOCATORIA DEL MANDATO
“Qué ética puede tener un funcionario que convierte los recursos sociales en beneficios personales”.
Cuando se cumplen dos años de la cuestionada administración del “alcalde” de Cuenca, Cristian Zamora Matute, caracterizada por el dispendio de los escasos recursos presupuestados para obras en beneficio de la ciudad; se han malgastado a manos llenas en parrandas que costó un ojo de la cara, favoreciendo a unos pocos escogidos, a los que se los conoce como los suertudos de Zamora, que se han ganado todos los contratos para llenar de ruido con conciertos a cambio de cientos de miles de dólares, que se han hecho humo en un abrir y cerrar de ojos, con la complacencia de un Concejo Cantonal, integrado por 15 concejales, con excepción de dos (Xavier Bermúdez y Diana González) , vienen siendo cómplices de todos los caprichos del mandamás, que hace tiempo perdió el respeto de sus conciudadanos. ”La vida no olvida; tarde o temprano, todo lo que haces vuelve a ti”.
Pero la gota que derramó el vaso de la paciencia, de la tolerancia, ha sido el trato descortés, los insultos, las agresiones verbales, las amenazas, a todo aquel ciudadano que discrepa con sus malos procedimientos. Una de sus víctimas es la señora concejal, Diana González, presidente de la comisión de fiscalización, quien por pedir cuentas de los derroches, Zamora le emprendió, en las redes sociales, una campaña de difamación, con acusaciones infundadas, falsas, inventadas, temerarias, que tendrán que ser demostradas ante la justicia, ha dicho la perjudicada.
Por exigir cuentas claras, por cumplir con las funciones de legislar y fiscalizar a favor de sus mandantes, ha recibido ofensas de todo calibre, que tuvo que intervenir la madre de la afectada, exponiendo un manifiesto público, exigiendo respeto al “vulgar insultador”. “Si alguien se disculpa y no cambia, no era disculpa, era manipulación”.
A pesar de las manifestaciones de rechazo que vienen protagonizando estos días colectivos y frentes ciudadanos, desoyendo el clamor popular, el alcalde con sus sumisos, aprovechando el feriado por el Día del Trabajo, aprueban, en segundo debate, con la coautoría de los mismos judas que se han vendido por un “plato de lentejas” traicionando a sus mandantes, a sus comunidades, la ordenanza recaudatoria y confiscatoria, que tiene como fin imponer multas a las buenas o las malas, afectar los patrimonios de los habitantes que han heredado o adquirido con trabajo y sacrificio.
Pero la batalla emprendida por el pueblo no termina, recién empieza, se tendrá que librar en las calles y en las cortes, hasta que impere la justicia, hasta que ese mismo pueblo ofendido y maltratado, acusado de traficantes de tierras y politiqueros, eche al tacho de la basura, la ordenanza miserable, y junto con ella al “reyezuelo” déspota y a sus corifeos. “No hay nada más patético que un esclavo orgulloso de sus cadenas”.
Entonces, hay 101 razones para emprender con el proceso de revocatoria del mandato, iniciando con la recolección de firmas, para que el pueblo en goce de sus derechos políticos le castigue en las urnas, para que Cuenca se libre, de una vez por todas, de un personaje de ademanes terribles, que hace de las injurias su arma de defensa, olvidándose que la paciencia tiene un límite y se llama dignidad.
El Observador
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