El miedo se atenúa y crea un espacio fecundo para la fiscalización del correísmo: empiezan a aparecer documentos que muestran, por ejemplo, que Richard Espinosa no solo engaña a Lenín Moreno y al país sino la razón por la cual lo hace: desde el 24 de marzo de 2105, cuando asumió la presidencia del Consejo Directivo del IESS (y por ende del BIESS), ha hecho lo que ha querido. Violentando la propia institucionalidad creada por el correísmo e ignorando los mecanismos de control y de auditoría a los cuales está sometido.
Una prueba: la carta que enviaron, el 19 de julio del año pasado al entonces contralor Carlos Polit, tres miembros del directorio del BIESS. En ella le demuestran que, a pesar de memorandos y requerimientos a Espinosa y al Gerente General del BIESS (que cambió en esos tiempos), nada saben sobre cómo se vendió el Hotel Quito. ¿Y quiénes son esos tres miembros del directorio? Gabriela Robalino, representante de los afiliados; Luis Efraín Cazar, representante de los jubilados y Catalina Pazos, delegada del Ministro Coordinador de la Política Económica.
La carta es una respuesta a un examen previo de la Contraloría sobre ese proceso de venta del Hotel Quito que se hizo, supuestamente, por subasta. Los tres miembros del directorio dicen que a pesar de haber pedido de manera recurrente “hemos sido desatendidos en nuestra exigencia de que el Gerente General del BIESS informe al directorio del Banco respecto a la transacción; y, de que se convoque el Directorio del BIESS para que se informe al cuerpo colegiado en pleno al respecto”.
En la página 7, de una carta de 16, consignan un dato excepcional: se enteraron de la venta por una noticia que publicó diario El Comercio el 21 de abril. “(…) llama poderosamente la atención –escriben– que, pese a que no solamente se dispuso en sesión de Directorio sino que además se solicitó insistentemente que la Gerencia General del BIESS presente al Directorio informes respecto a la negociación, su conclusión efectiva se conozca por la prensa y no porque la administración cumpla con los requerimientos del Directorio, como es su obligación”.
Espinosa y los gerentes que se sucedieron en el BIESS debían informar por ley al directorio y cumplir y hacer cumplir sus resoluciones. En una de ellas, del 30 de octubre de 2015, expresamente el directorio resolvió que el gerente del BIESS debía presentarle un informe mensual sobre el proceso de desinversión del Hotel Quito. Presentar también el mecanismo de desinversión con los informes respectivos. El 26 de noviembre de ese año, el directorio pidió al gerente del BIESS, entre otras cosas, que escoja el proceso de desinversión que “mejor convenga a los intereses del Banco, procurando maximizar el valor de venta” del Hotel Quito. En un memorando del 3 de diciembre de 2015, otorgó autonomía al gerente, con las condiciones de estipula al ley, para fijar el precio base para iniciar la puja y la repuja para la venta de acciones. En la misma carta recuerdan al contralor que Christian Bucheli Albán –que era gerente del Biess en diciembre de 2015– había dicho al directorio, basándose en información técnica, que el precio de arranque de la venta del Hotel era de 37,435.212 dólares. Gabriela Robalino, Luis Efraín Cazar y Catalina Pazos ponen así en evidencia su sorpresa al leer que ese hotel se vendió a una empresa china por $30,8 millones.
Espinosa hizo y dejó hacer sin atender pedidos hechos expresamente en memorandos. Los miembros del directorio adjuntan 98 hojas a su carta. El 15 y el 26 de abril le pidieron que convocara a sesiones de directorio para tratar el tema. No lo hizo y en los que convocó no incluyó el tema. Incluso le propusieron instalarse en sesión (ellos y Espinosa) para “poder ejercer sus funciones a cabalidad”. No accedió. El 28 de junio de 2016, redactaron un documento en el cual se lee que es inconcebible que el directorio no conozca las condiciones de la venta de las acciones que el Banco poseía en el Hotel Quito. El 12 de julio del mismo año, vuelven a pedir a Espinosa que convoque a una sesión de directorio, ordinaria y presencial, para conocer el informe integral de la venta de las acciones del Hotel Quito. Tampoco lo hizo. De la misma forma ignoró los pedidos del Comité de Auditoría que, en sesión extraordinaria pidió que, en 48 horas, le informen de todos los detalles técnicos, financieros y jurídicos de la venta. Y esclarecer “si se realizaron las gestiones de debida diligencia”, que debían hacer según el manual de prevención y lavado de activos. Ni siquiera les respondió.
En claro, Espinosa no informó de esa venta y no dispuso que el gerente del BIESS lo haga. Y no informó ni siquiera a la delegada del Ministro Coordinador de la Política Económica sobre las condiciones de venta de un activo tan importante para el IESS como el Hotel Quito. Seguramente gozaba de protecciones que se lo permitían y que patrocinaron este ejercicio discrecional del poder. No rindió cuentas cuando tenía que hacerlo. Y así sigue en el IESS y en el BIESS.
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