miércoles, 20 de mayo de 2015

Su honor, presidente

David Samaniego Torres
dgst35@gmail.com
Miércoles, 20 de mayo, 2015


El clarividente sufre, con antelación, los efectos de males que están por venir. No soy clarividente, pero me preocupa aquello que la historia pueda registrar de este gobierno privilegiado por su duración (más de ocho años, hasta ahora); por la estabilidad de sus instituciones, diseñada con certeros artilugios; por la bonanza económica no antes registrada y por la confianza ‘casi ciega’ de los votantes en su líder. Estos ingredientes, hábilmente mezclados, son suficientes para la consagración de sus gestores; son propicios, también, para la frustración si conducen a un retroceso significativo en el camino hacia la construcción de una sociedad humanamente equilibrada, sensata, respetuosa de leyes y personas, positiva y creadora.
Usted dijo, presidente, que prefiere la muerte antes que ser testigo de que la juventud irrespete a sus mayores y autoridades. Yo podría decir también que prefiero el destierro antes que ver a un presidente de la República convertido en verdugo y bufón de quienes no están de acuerdo con sus ideas y comportamientos, pero no lo hago; amo demasiado la tierra en que nací.
Nos toca asistir a un mal momento de nuestra historia. Es posible que estemos perdiendo una de las etapas más propicias para dar un paso hacia adelante en la conquista de la unidad, la justicia y la sana convivencia democrática. Nadie duda de su inteligencia, presidente; tampoco de avances significativos en diversos campos. En cápsulas le entrego una cosecha de apreciaciones que hoy circulan en nuestro país; es posible que quienes están en el poder se las oculten. San Juan Bosco, a quien usted bien conoce, decía que “un buen consejo lo aceptaría aunque fuera del mismo diablo”. Tómelo así.
- Libérese de los fantasmas del pasado, presidente. No desdibuje nuestra historia. Abandone libretos trillados. Impóngase a sus adláteres. No degenere la mentalidad de la juventud y de la gente sana y sencilla. Merecen su respeto.
- La ‘prensa corrupta’ y la ‘prensa buena’ no existen, per se. Existe ‘la prensa’. Prensa para todos los gustos. El lector selecciona lo que requiere. Paga por ello. Busca su verdad.
- Acepte el desafío de una consulta popular. Hágalo como estadista. Distánciese de su oráculo doméstico. Los toros, los gallos y los casinos merecieron ese honor. Si aún confía en el pueblo, pregunte sobre la reelección indefinida. No tenga miedo. Aun si pierde, la historia lo calificará de valiente.
- Deshágase de ciertos conmilitones de partido. No requiere de ellos para gobernar; sus errores y desaciertos serán también suyos.
- El reciclaje de colaboradores habla más de sumisión que de capacidad. Quizá se busca fidelidad ciega al proyecto político. Los tiempos cambian y las sociedades se transforman. El cambio genera cambios, inexorablemente.
- Finalmente, un pedido explosivo. Disponga usted, mediante ley que otorgue garantías y respete libertades, que todo contratista declare el sobreprecio que debió pagar para acceder a la obra pública. Se requiere de una ley valiente porque tanto quienes exigieron como quienes aceptaron pagar sobreprecios son igualmente culpables. Usted prometió combatir la corrupción, presidente.
“De lo que se trata no es de cambiar al pastor, sino de dejar de ser ovejas” (Estanislao Zuleta). (O)

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