jueves, 4 de julio de 2019

POR: Gabriela Astudillo P.

Publicado en la Revista El Observador, edición 111, Junio de 2019 

El parque Calderón y su imaginario urbano
“…Los imaginarios no son sólo representaciones en abstracto y de naturaleza mental, sino que se “encarnan” o se “in-corporan” en objetos ciudadanos que encontramos a la luz pública y de los cuales podemos deducir sentimientos sociales como el miedo, el amor, la ilusión o la rabia. Dichos sentimientos son archivables a manera de escritos, imágenes, sonidos, producciones de arte o textos de cualquier otra materia donde lo imaginario impone su valor dominante sobre el objeto mismo. De ahí que todo objeto urbano no sólo tenga su función de utilidad, sino que pueda recibir una valoración imaginaria que lo dota de otra sustancia representacional...” Imaginarios urbanos.

Durante la evolución de la traza urbana y del desarrollo socio – económico en Cuenca, han existido diferentes representaciones de los planos del Centro Histórico y de su plaza central, cuyo imaginario colectivo, entre otras cosas, lo ha determinado como hito urbano sobresaliente desde su fundación, ya sea por su emplazamiento central y su carácter de espacio público, o por lo que implica su significado patriótico y simbólico dentro de la memoria ciudadana; de esta manera es importante resaltar algunos datos interesantes de dicha evolución…

En la época de la Colonia, Cuenca no se ubica en el lugar en el que estuvo la ciudad imperial destruida por Atahualpa, sino al oeste en la parte denominada Paucarbamba - “Guacha Opari Pampa”, emplazada en la segunda terraza que posiblemente fue escogida, como primer asentamiento español, por los beneficios que se generarían por la cercanía al río Tomebamba y por ser un lugar relativamente plano, en el cual el español Gil Ramírez Dávalos, luego de fundar la ciudad, tomó un terreno denominándolo Plaza República, en cuyo alrededor se expandió la urbe, a través del trazado “en damero” de las calles principales en dirección este - oeste y las transversales norte- sur, siguiendo las ordenanzas de las leyes de Indias. Alrededor de la Plaza se establecen el Cabildo, la Iglesia Mayor, el comercio y los primeros vecinos. 

Se dice que el parque inicialmente tenía un rollo y una picota, como símbolos de justicia, posteriormente se coloca una pila o fuente en el centro -resaltando la importancia del líquido vital para los habitantes- con vasijas de mármol, mismas que realzaron el lugar durante algunos años. “…Luís Cordero, trajo de Chile unas pequeñas plantas de pino de la especie de las araucarias, las sembró alrededor de la pila y allí se aclimataron, hasta convertirse en árboles enormes que son los que observamos en la actualidad…”

Así, en una primera etapa, la ubicación de la plaza central corresponde a los primeros asentamientos de los fundadores, con un sentido de ordenamiento territorial ortogonal en virtud de los modelos tradicionales que venían imperando, intentando resaltar simbólicamente el valor de la rectitud y equidad mediante la colocación de elementos ornamentales, y posteriormente caracterizándola como el espacio público primordial, fortaleciendo la importancia de la naturaleza, por la presencia del agua y de las áreas verdes.

Para el año de 1580 la ciudad ya se conformaba de tres parroquias: la principal, donde se ubicaban los conquistadores y sus descendientes, y las otras dos, San Blas y San Sebastián, situadas en los extremos Este y Oeste respectivamente, hacia donde fueron expulsados los indios. De tal forma, que poco a poco el núcleo urbano adquiere una fisonomía orgánica; surgen los barrios y se constituyen obras para el servicio comunal: mercados, molinos,  tiendas, hospitales, cárceles, calles, caminos, acequias y puentes que fueron delimitándose con la edificación de viviendas de arquitectura modesta. Seguramente con estos desplazamientos se tenía la idea de que la zona central y mejor abastecida de la ciudad, debía albergar a la clase adinerada y de poder.

En 1920 la I. Municipalidad de Cuenca encomendó el rediseño del parque central a Octavio Cordero P., quien lo bautizó como Parque Abdón Calderón (“…joven cuencano que ingresó al ejército patriota, Sucre lo aceptó en sus filas y lo nombró Abanderado del Batallón Yaguachi. Su valentía y patriotismo lo demostró durante la histórica “Batalla de Pichincha”, en la cual murió, siendo sus últimas palabras “Ya puedo morir contento porque mi patria es libre…”). Más tarde se sustituyó la pila por el monumento de dicho personaje. Cabe mencionar que en la primera mitad del siglo XX se adoquinan y canalizan algunas calles del centro, y por otra parte en los planos de aquella época se empieza a representar a la plaza central con 8 trapecios.

Un dato curioso comprende el plano denominado “TRAZA PRIMITIVA DE LA CIUDAD DE CUENCA”, siendo una reinterpretación del trazado original de la ciudad fundada el 12 de abril de 1557, realizada por Octavio Cordero Palacios en base a algunas partes descritas en el acta de fundación. 

En 1963, en las manzanas cercanas al Parque Central se da una alta densificación y parcelación de los territorios, por lo que el centro de la ciudad se desenvuelve en torno al mismo, representando para la ciudadanía un núcleo urbano centralizador de las actividades administrativas, comerciales y religiosas, por lo que en 1970 al Centro Histórico se lo define como Centro Administrativo y Comercial. 

En un plano de 1984 se advierte un acelerado crecimiento, marcando una clara diferencia del ordenamiento de la ciudad: el Centro conserva su configuración en damero; en cambio en los nuevos espacios ocupados, la topografía y la hidrografía son los elementos organizadores; pudiendo apreciar que Cuenca ha mantenido su Centro Histórico comunicado, a través de puentes, con la nueva ciudad ubicada en la tercera terraza, siendo testigo de múltiples cambios socio-económicos, culturales, arquitectónicos y paisajísticos, pero respetando, durante más de 4 siglos, la traza ortogonal y su parque central planteados desde su origen.

De esta manera, dicho hito urbano se asienta en una alfombra llena de vegetación, agua, luces, vida, alrededor de la cual discurren las actividades cotidianas de la ciudadanía, incorporado al movimiento peatonal y vehicular con un trasfondo arquitectónico muy interesante: el ritmo de los arcos de la Gobernación, la simetría del antiguo seminario, la modernidad de los bloques de la Municipalidad, la belleza de las fachadas de las dos Catedrales y la esbeltez del mármol de la Corte de Justicia; en cuyo epicentro sobresale el monumento del Ilustre Abdón Calderón, parque que funciona como un punto de concentración de colectivos en desfiles, marchas y protestas, así como el lugar de encuentro de jóvenes, adultos, adultos mayores jubilados y ahora extranjeros, representando imaginarios urbanos con sentimientos de algarabía, esperanza, amor, compañerismo y admiración… respectivamente. 

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