La impactante historia de Giovanna Amati, la piloto de F1 que estuvo secuestrada 70 días
- 18 noviembre 2015
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Nunca ha habido una mujer en lo más alto de un podio en Fórmula Uno.
Tampoco ha llegado a uno de los otros dos escaños. En toda la historia sólo cinco han podido participar en un Gran Premio. Sólo una logró puntuar.
La última que buscó romper la barrera de un deporte que ha sido históricamente dominado por los hombres fue la italiana Giovanna Amanti, ya hace 23 años.
Pero es su historia, alejada de las pistas, la que marcó su carrera y su vida.
Catorce años antes de intentar clasificarse junto a la escudería Brabham para los Grandes Premios de Sudáfrica, México y Brasil, Amati vivió una pesadilla que pudo frenar en seco su ascenso a la máxima categoría.
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En febrero de 1978, en un clima de tensión y violencia política en Italia, Amati fue secuestrada por un grupo armado liderado por un gánster de Marsella, Jean Daniel Nieto, quien pidió un millonario rescate a su padre, un reconocido y exitoso productor de cine.
La joven de 18 años estuvo cautiva durante 70 días en una celda de maderahasta que fue liberada, según se informó en aquel momento, luego de que su padre pagara con lo recolectado en sus salas de cine durante el lanzamiento de la primera película de la Guerra de las Galaxias.
Coraza
Ahora, con 56 años, Amati reconoce que esa experiencia le sirvió para perseguir su sueño de ser piloto de F1.
En especial tras la manera difamatoria en la que la prensa cubrió su secuestro, hasta el punto de especular sobre una posible relación de amor entre la piloto y Nieto durante el cautiverio y después de haber quedado en libertad.
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"Todas esas historias que se leyeron en los periódicos fueron incorrectas, todas estaban equivocadas. Cuando salí sólo quise regresar a mi familia y que arrestarán a todo el grupo", recordó la expiloto italiana en conversación con el programa de la BBC Sportshour.
Nieto fue capturado y sentenciado a 18 años de prisión, escapó en 1989 y fue nuevamente detenido en 2010.
Amati se refirió durante su entrevista, que se llevó a cabo antes de los ataques de París el 13 de noviembre, a las imágenes que difunde Estado Islámico.
"Cuando veo lo que pasa en el mundo con los rehenes de ISIS me siento mal, lo siento por ellos".
"Sabes que a veces pierdes la fe, la esperanzada porque piensas que todo el mundo se olvidó de ti, pero no es verdad, te das cuenta que no es cierto".
Amati reconoce que ese traumático período de su vida le sirvió para fortalecer su deseo de triunfar.
"Me hizo más fuerte. Haber estado tres meses en cautiverio te fortalece. O te vuelves loco o te hace más fuerte, que fue lo que pasó conmigo".
¿Oportunidad?
La pasión de Amati por los carreras de automóviles comenzó dese que era niña.
"Tenía 8 o 9 años y ya me gustaba conducir cualquier cosa que pudiera encontrar, incluso el tractor en nuestra casa de campo".
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"Era pasión. Cuando estaba practicando para mi licencia de conducir solía ir a la escuela con (su amigo y futuro piloto de F1) Elio de Angelis".
"Poco a poco me convertí en piloto. Primero fue F3, luego F3000 y un día recibí la llamada del señor Ecclestone", contó.
Amati hace referencia a Bernie Ecclestone, el patrón de la Fórmula Uno, quien fue también director de la escudería Brabham.
"Suena fácil, pero no lo fue", aclara. "Me llamaron en enero y el campeonato comenzó en marzo y no sabía cómo iba a reunir el dinero que necesitaba".
La corredora reconoce que fue la relación de amistad de su padre con Giulio Andreotti, quien era el primer ministro de Italia en la época, la que le permitió aprovechar la oportunidad.
Sin embargo, no todo fue como hubiera querido.
"Todo el interés estaba en mi ya que era la única mujer en el campeonato, pero no pude rendir, con ese monoplaza no pude rendir", reflexionó sobre su intento de clasificación en el Gran Premio de Brasil, penúltima válida de esa temporada.
"Brabham no tenía patrocinadores y le faltaba presupuesto. Mi motor botaba aceite, agua, de todo, y cuando pedí que lo cambiaran no había repuestos. Fue muy difícil, todos los demás autos rendían mucho mejor que el de nosotros".
"No pude clasificarme y el problema fue que no me dieron otra oportunidad".
Amati fue sustituida por Damon Hill, quien ganaría el Mundial en 1996, y desde entonces ninguna mujer ha podido llegar a la parrilla de salida.
Trabajo y algo más
A principios de noviembre, la británica Susie Wolff decidió guardar su casco y poner fin a su carrera como piloto. Lo hizo por la frustración de no tener la oportunidad de correr al máximo nivel en un mundo de hombres.
Las únicas que han podido hacerlo fueron las italianas María Teresa de Filippis y Lella Lombardi, quien ha sido la única mujer en puntuar al llegar en el sexto puesto del trágico Gran premio de España, que fue interrumpido cuando un accidente causó la muerte de cinco espectadores.
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Como en la carrera no se completó el 75% del recorrido, se repartieron la mitad de los puntos, por lo que Lombardi recibió 0,5 puntos.
Pero eso ocurrió hace cuatro décadas y no se asoma por el horizonte que el panorama vaya a cambiar.
"No veo a una mujer en la élite del automovilismo en este momento, alcanzar un asiento en F1", lamentó Amati.
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"No digo que no sean lo suficientemente buenas, pero requiere de estar en el equipo adecuado, con un buen presupuesto y mucha pasión para seguir adelante, también mucha perseverancia".
Uno de los consejos de Amati es que una mujer tiene que seguir siéndolo fuera de la pista, pero no dentro de ella.
"Dentro debes ser como un hombre (...) si quieres ganarles tienes que ser como ellos".
"El principal problema es la fuerza que se requiere. Todo el mundo cree que es fácil manejar en los circuitos y no lo es. El auto es muy rígido, es muy difícil conducirlos y debes tener mucha resistencia para terminar las carreras".
"No puedes simplemente levantarte un día y decir 'soy un piloto de F1', tiene que trabajar duro".
Pero en base a lo que ha pasado desde que se inició la categoría en 1950 está claro que sólo el trabajo no es suficiente, menos para una mujer.
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