viernes, 27 de enero de 2023

 

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Affaire Lasso-Verdesoto: cinco malentendidos

  
LECTURA DE 6 MINUTOS

No basta tener los documentos ante los ojos para empatar lo que se lee con lo que se dice: el caso de Luis Verdesoto es el último jaleo en esta guerra de espejos, alrededor de la posible corrupción operada supuestamente por Hernán Luque en el sector eléctrico y energético.

Como se sabe, el informe de Verdesoto, entonces Secretario de Política Pública Anticorrupción, se dio a conocer y produjo su renuncia y, con ella, la aparición de algunas lecturas fantasiosas. Así, lejos de ayudar a esclarecer, ha terminado enredando más el ovillo. En el affaire Lasso-Verdesoto se pueden leer, al menos, cinco malentendidos.

  1. La disposición desfasada: todo comienza con una disposición del presidente Lasso que la Secretaría General de Comunicación hizo pública el 13 de enero. En ella, el presidente pidió a Verdesoto dos cosas. Primera: “que active los protocolos de la lucha contra la corrupción mediante la investigación de todos los hechos denunciados respecto a los nombramientos y/o contratos en el sector eléctrico”. Segunda: “que una vez concluida la investigación, la ponga en conocimiento de las autoridades competentes y del público en general”.

  2. Un plazo absurdo: en su disposición, el presidente no determina plazo para la investigación. Verdesoto dijo hoy en Teleamazonas que sí fijó uno: el informe debía estar listo a su retorno de Davos. En ese caso, el motivo del pedido presidencial quedaba ipso facto anulado. En ocho días (Verdesoto dijo que hizo la tarea del 13 al 20 de enero) era materialmente imposible investigar “todos los hechos denunciados respecto a los nombramientos y/o contratos en el sector eléctrico”. Verdesoto dijo hoy que era obvio que en ese lapso no se podía hacer otro tipo de informe. Esa aclaración no se hizo a tiempo.

  3. Expectativas en contravía: ese malentendido explotó al retorno de Lasso. Verdesoto hizo un informe sobre hipótesis, que tienen el carácter de pistas que, investigadas, podrían, potencialmente, conducir a la configuración de indicios en instancias judiciales. Así se dice en el informe.
    Lasso esperaba, equivocadamente ya se dijo, certezas. Y Verdesoto, en su texto, no se cansa de anotar que es sobre “presuntas irregularidades”. Que “en ningún caso (la enumeración que hace de delitos comunes en la contratación pública) afirma o asume que se hayan dado todos o algunos de los procedimientos irregulares o delictuosos”.  Que “lo recabado y analizado por esta Secretaría en ningún momento infiere la existencia de indicios penales, complicidad o culpabilidad de nadie”. Que las conclusiones de la Secretaría “son pistas formuladas desde hipótesis, mismas que pueden o no devenir en indicio suficiente para acciones por la Fiscalía”. El número de esas advertencias es largo.
    Lasso y su entorno, cuando lo leyeron, no lo podían creer: descubrieron un informe pleno de hipótesis; elucubraciones las llamará Iván Correa, secretario de la Administración. El balance que hicieron en Carondelet es que, en una situación política tan neurálgica, cuando se requieren hechos y certezas, esas elucubraciones nada iban a aclarar y serían usadas contra el gobierno.

  4. Cada uno juega su juego: el Secretario anticorrupción enmarcó sus acciones en una lectura literal de las órdenes presidenciales. Hacer el informe, ponerlo en conocimiento de las autoridades competentes y del público. ¿Qué hizo? Puso el informe en el Quipux (Sistema de gestión documental) donde se suponía que lo vería el presidente y convocó a una rueda de prensa. Haber agregado su rendición de cuentas hace pensar que, desde el domingo 22, Verdesoto había decidido renunciar. El lunes fue a ver al presidente con la renuncia en la mano.
    Lasso se equivocó al pedir un informe expedito a su secretario anticorrupción. Y Verdesoto se equivocó en su juego: en los hechos, su informe -desde el punto de vista del caso mismo- es decepcionante. Nada aporta y parece evidente que, constreñido a entregarlo de inmediato, su único destino era ser desalentador.
    El presidente y Verdesoto coincidieron (aunque en direcciones contrarias) en considerar que la publicación tendría efectos políticos: el gobierno se opuso por estar convencido de que las elucubraciones (de las que habló Iván Correa) se volverían certezas para sus adversarios; Verdesoto en que debía (por su dignidad dijo en Teleamazonas) rematar su faena con ese informe.

  5. Los dos en el podio de perdedores: la suspensión de la rueda de prensa fue interpretada erróneamente como el deseo del gobierno de ocultar conclusiones fácticas y ciertas sobre la supuesta corrupción en el sector eléctrico. Y Verdesoto creyó -a pesar de su experiencia política- que podía presentar un análisis preliminar de corte especulativo, en un momento tan complejo para el gobierno, sin que aquello tuviera una incidencia directa y penosa para el gobierno. Es el caso: basta ver cómo, en ciertos mentideros políticos, se habla de las revelaciones de la Secretaría Anticorrupción que el gobierno quiso tapar. Y se da por hecho que por eso renunció Verdesoto.

Queda por ver si, a pesar de todas las prevenciones que contiene el informe y las precisiones que ha hecho el exsecretario anticorrupción, la comisión que acaba de crear la Asamblea, dizque para investigar el caso, no termina haciendo decir a ese documento todo lo contrario de lo que escribió Luis Verdesoto.

Foto: Presidencia de la República.

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