domingo, 22 de noviembre de 2015

Verbos

Francisco Febres Cordero
Domingo, 22 de noviembre, 2015 - 00h07


Cuando el excelentísimo señor presidente no habla de economía y se mete con la lingüística, demuestra su ilimitada sapiencia. Cierto es que a veces comete lapsus, pero enseguida se corrige y reconoce que es brutus. No pues él, sino el lapsus. Él es lapsus calamis nomás.
A nosotros, los académicos, nos encantó que dedicara un espacio en la penúltima sabatina para referirse a un verbo que se va a suprimir del Diccionario de la Real Academia Revolucionaria de la Lengua de la cual él es miembro honoris causa y presidente pro tempore sin reelección inmediata: viaticar.
Es que a lo largo y ancho de la revolución ciudadana el idioma ha sufrido sustanciales modificaciones y ha incorporado palabras según las circunstancias por las que ha ido atravesando. El verbo trompear, por ejemplo, tuvo su momento cumbre, pero después pasó de moda y fue reemplazado por uno que ya existía y es tan efectivo como el otro: enjuiciar. Chuta, ese verbo sí mantiene su total vigencia y si es empleado por las autoridades oficiales resulta más contundente que trompear porque le saca la recontra madre al sujeto sobre el cual recae la acción (con la ayuda de los jueces, que actúan como verbos participativos, claro).
Lo cierto es que cuando éramos ricos, verbos como viaticar eran de uso corriente. ¿Qué es viaticar?, me preguntarán ustedes. Y yo me remitiré a la propia definición que dio de él nuestro excelentísimo académico: cobrar viáticos indebidos. Este verbo está indefectiblemente unido a otro que también ha sido muy usado en el léxico de la revolución ciudadana: viajar. Es decir, cuando los funcionarios viajan, tienen viáticos. Y como se han pasado viajando estos nueve años, han cobrado muchos viáticos, aunque hayan sido invitados por entidades que cubren todas sus necesidades. Pero, así y todo, viatican. ¡Qué bella palabra! Es del sustantivo viático de donde se deriva el verbo viaticar que, conjugado en primera persona del cheque, da bastantísimo.
Por eso, ahora que estamos pobres, el excelentísimo académico recién se ha dado cuenta de que los viáticos son una mina de oro para los burócratas y una carga para el fisco. ¿Qué estás haciendo?, se preguntan unos a otros cuando están paseándose por Italia, por China o por Rusia: Aquí viaticando, se responden. Y claro, como tienen todo pagado, con los frutos de su viaticamiento, que salen de nuestra plata, se van de shopping y les traen unos lindos regalos a sus familiares, que quedan muy agradecidos de la revolución, de los viáticos, de los zapatos nuevos, de los vestidos, de las corbatas y de todo mismo.
Como el excelentísimo académico está metido de cabeza en la reelaboración del nuevo diccionario que regirá en época de crisis, ojalá se ponga de inmediato a revisar otros verbos para borrarles o darles un nuevo significado. Coimiar, por ejemplo, ¿qué significará? ¿Miar juntos será? ¿Y adjudicar será una acción que se hace en beneficio del coimiante para que gane una licitación? ¿Eso será?
Y nombrar a los parientes en los cargos públicos ¿será verbo, será gerundio, será pronombre? Ojalá el excelentísimo académico siga explicándonos cada sábado lo que significan las palabras para saber qué idioma mismo es el que tenemos que hablar durante la crisis. (O)

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