jueves, 23 de abril de 2015

Opinión




¿A dónde conduce, en la realidad de la experimentación, la prohibición a rajatabla de legalizar el consumo de drogas por parte de las personas?
Soy absolutamente consciente de lo delicado y sensible que resulta abordar, de manera pública, el tema del consumo de drogas por parte de diferentes sectores de la sociedad. Nadie se atrevería a afirmar que el tal consumo pueda resultar inocuo, ni mucho menos que pudiera despertar el desarrollo positivo de la mente y la conciencia de los seres humanos que la utilizan. Por principio, toda droga, por inocua que parezca, debe tener efectos sobre las estructuras física y psíquica de los individuos. Aunque las personas que están bajo los efectos de algún alucinógeno podrían manifestar estados de brillo intelectual, debemos partir del principio que su uso contínuo y generalizado puede afectar a la estructura de una sociedad. Lo que pretendo abordar en esta nota es que su prohibición termina por afectar a las personas y a la sociedad de una manera mucho mayor si resolviéramos permitir su uso. No creo que nadie se atrevería a afirmar que fumar cigarrillos o ingerir alcohol pueda beneficiar al ser humano; a la larga, su uso desmedido es motivo de aparecimiento de disturbios en la salud humana y en el comportamiento ante la sociedad. Lo que pretendo demostrar es que su prohibición, según nos ha enseñado la experiencia, termina por causar mayores daños a sus usuarios, a su entorno familiar y al conjunto de la sociedad que si se permitiera y se regulara su consumo.
El ejemplo más representativo de lo que significa prohibir algo por decreto está constituido por lo que significó la Era de la Prohibición en los Estado Unidos de los años 20 del siglo pasado. Miles de artículos y de películas que han abordado el tema, ponen de manifiesto que la corrupción causó más estragos en el aparato de la sociedad que los que provinieron del uso del mismo. Las grandes mafias de Chicago han sido elegidas por los escritores y los productores cinematográficos para hacernos ver que la prohibición genera crimen y corrompe las estructuras políticas de los estados. Las mafias surgieron a granel y las autoridades policiales rindieron sus armas ante las coimas y las prebendas que surgían milagrosamente. La sociedad norteamericana se rindió ante la evidencia y suspendió la prohibición del alcohol, prohibición que dicho sea de paso multiplicó las de otras actividades, como ser el juego y la prostitución. Me pregunto ¿podemos afirmar que la sociedad norteamericana es más o menos corrupta y degenerada en sus diarios hechos por haber legalizado el consumo del alcohol?. Estoy seguro que no existe un mayor número de alcohólicos enfermizos por haberse permitido la libre comercialización. La sociedad norteamericana dispone de recursos para abordar el tratamiento y cura del número de alcohólicos que se registra.
¿Quiénes son los que se benefician en la práctica de la prohibición de adquirir y utilizar drogas? La respuesta es clara e imposible de ser objetada: los traficantes y las autoridades de control que lo único que tienen que hacer es mirar hacia otro lado. El tráfico de la heroína, la cocaína y las múltiples drogas de laboratorio que se han multiplicado, genera mayores ganancias que las que obtienen todas las compañías extractoras y comercializadoras de los hidrocarburos, con inclusión del petróleo. Todas las pandillas que azotan en las grandes ciudades de Norteamérica y de nuestra América Latina, existen gracias al tráfico generado por su prohibición.
México y la mayoría de países de América Central están en la actualidad en el listado de naciones en las que las autoridades señaladas para combatir el flagelo, se encuentran penetradas hasta la médula del hueso y el caos social es imposible de ser controlado. En estos mismos instantes, México ha puesto de manifiesto que su estructura política y social se encuentra totalmente despedazada; las mismas autoridades --se ha hecho público-- trabajan en conciliábulo con las mafias que están llamadas supuestamente a destruir. No seamos hipócritas y dejemos de lado falsas apariencias que nos impiden afrontar con eficiencia el desarrollo de esta maligna plaga. El gobierno uruguayo, que preside un hombre serio y responsable, a más de honorable, como es el señor Mujica, tiene ya un año de experiencia en el manejo de la droga localizada y combatida mediante la práctica de una medicina preventiva y curativa que ha disminuido el consumo en grandes cantidades. Cuánta admiración siento por este pequeño país y por sus gobernantes, todos tan lejanos de la corrupción y la hipocresía que reinan en nuestra Patria Grande,.
Enrique Gallegos Arends.

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