miércoles, 28 de enero de 2015

Ensayando una tipología de los militantes de Alianza PAÍS

Si esta tipología se acerca a la realidad de la militancia de Alianza PAÍS, es posible entender que la Revolución ciudadana, tan celebrada por sus adeptos funcionarios a los ocho años de existencia, no es ciudadana y menos revolucionaria.
26 de enero del 2015
Poca diferencia hay entre la composición humana de este Gobierno con los que le precedieron y a los que tanto critican en sus discursos.

Entre las muchas constataciones incómodas que me ha dejado la conmemoración oficialista de los ocho años de la Revolución ciudadana, quizá la más ingrata es la defensa frenética que de ella hace su militancia, principalmente los que ocupan altos cargos en la función pública. Estos "militantes orgánicos" del correísmo que defienden "apasionadamente" el proceso de su revolución verde flex, tienen origenes e intereses políticos diferentes, que sin embargo no afecta su "compromiso" con el proceso y, fundamentalmente, su lealtad e incondicionalidad con el líder .

Resulta, por decir lo menos, curioso que sujetos como el Secretario Jurídico de la Presidencia, cuyos pasos de juventud los hizo en las filas de los socialcristianos, defienda codo a codo la Revolución  Ciudadana con ex guerrilleros de Alfaro Vive Carajo, quienes fueron perseguidos, torturados y encarcelados por los primeros. Así también,  es posible ser testigos de la gran amistad y compromiso político que aproxima, casi hasta su mimesis, a varios asambleistas de País, antes cercanos a los movimientos indígenas, campesinos y ecologistas con los empresarios extractivistas que circulan en torno a la Vicepresidencia, la Embajada ecuatoriana en Estados Unidos y el Ministerio de Comercio Exterior. Otras alianzas extrañas en defensa de la Revolución son las que se establecen, por ejemplo,  entre  la Presidencia de la Asamblea y ciertos programas televisivos como "Yo me llamo".

Estas, antes, impensables conexiones y lealtades ciertamente que pueden ser explicadas por los actuales tiempos liquidos y confusos de la alta modernidad. Sin embargo de esta comprensión  teórica analítica, que nos  permite entender esta gran confusión política  de las alianzas y complicidades de PAÍS, es posible ensayar una explicación  más cotidiana y simple, no por ello menos válida. Cada vez que la TV nos trae las imágenes de estas solidaridades políticas en el rostro de sus protagonistas, se puede identificar una tipologia en la militancia de Alianza PAÍS, que la desarrollo para el debate.

Hay un tipo de militantes verdes flex, pocos relación al universo de miembros de AP, que bien se  los puede denominar "despistados", palabra que no tiene el mismo significado que ingenuos. Los militantes despistados al parecer han perdido la pista, no del proyecto de la Revolución  ciudadana, porque ciertamente nunca la tuvieron, sino de su propia existencia. No se sabe ¿ por qué motivo están allí? ¿Cómo  llegaron al movimiento? y  sobre todo ¿por qué ocupan  la función  pública  que ocupan? caso sintomático de este tipo de militante es, por ejemplo, según dicen sus actos, la Presidenta de la Asamblea Nacional. Basta recordar su ya emblemática declaración de que "los ricos coman mierda y los pobres pan", la misma que fue una absurda y mala referencia a la letra de la canción protesta de Quilapayun.  Sacada de su contexto social, histórico, político y simbólico, la metáfora de la canción  develó el total despiste de la Presidenta, que defiende una Revolución  que no entiende y menos aún la caricatura que Alianza PAÍS ejecuta.

Otro tipo de militantes son el grupo de los "oportunistas". Como se ha observado en estos ocho años, muchos miembros de Alianza PAÍS han accionado su participación  en el movimiento desde su particular interés personal, sin que la coherencia política y la observancia ética evite su apoyo total a toda política que el movimiento implementa en el país. Muchos actos operados por militantes verdes coinciden con este comportamiento. Recordemos la respuesta que varias asambleístas oficialistas dieron al claro maltrato y chantaje machista que el Presidente ejerció sobre ellas, por su tibia propuesta de que los articulos del COIP se voten por separado, en un intento mínimo de defender los derechos de la mujeres en torno al aborto por violación. La aceptación sumisa del maltrato machista del Primer Mandatario y el castigo patriarcal de Alianza PAÍS, que las condenó al silencio durante un mes, no se explica sino por el oportunismo. No importó su pasado ligado a las luchas feministas, en contra del machismo patriarcal; no importó su adscripción, al menos en el discurso, a las reinvindicaciones históricas  de las mujeres; no importó un elemental sentido de la dignidad femenina y humana, solo importaba defender su interés  personal que ya habían ligado de manera mecánica y sumisa al interés  del movimiento PAIS y su proyecto político. La poca o ausente integridad de este vergonzoso acto, solo muestra que el egoísmo, rasgo principal del oportunismo, no puede ser coherente.

Hay un grupo de militantes de PAÍS, quizá el de más  peso y poder político real, que son claramente los que se los puede definir como "impostores". Es absolutamente  evidente y conocido que el grupo de mayor poder político en la militancia de PAÍS está  constituido por aquellos personajes que intentan fingir lo que no son. En otras palabras, simulan ser revolucionarios, de izquierda, ecologistas, indigenistas, campesinistas, etc.  No es difícil saber que estos advenedizos revolucionarios flex nunca comulgaron, ni de lejos, con las demandas y luchas de los movimientos y organizaciones sociales y populares. Sin embargo de ésto, ahora los vemos hablando de revolución,  de ecologismo, de justicia social, de igualdad, de equidad, etc., haciendo referencia y usando símbolos identitarios de la izquierda  y  de las luchas populares. ¿Qué  es  lo que buscan con esta burda simulación? No otra cosa que beneficios económicos, políticos o simbólicos. Este falseamiento de su adscripción política, así, no tiene otro fin que buscar ganancia, sobre todo económica, tanto a nivel personal como grupal.

Para terminar con esta tipologia, hablaré de los militantes, posiblemente, menos visibles y sin embargo más sintomáticos  de este proceso político autodenominado la Revolución ciudadana: los "traidores". Sin lugar a dudas, hay militantes de Alianza PAÍS que militaron en la izquierda, que acompañaron las luchas de los sindicatos y los movimientos sociales, que se alzaron en armas contra el neoliberalismo y el poder autoritario del socialcristianismo. Hoy esos mismos individuos son los encargados de desprestigiar a las izquierdas críticas, de perseguir, destruir y amenazar a las organizaciones sociales autónomas, de juzgar, condenar y encarcelar a los jóvenes por leer libros de izquierda, oir música protesta, o a los estudiantes secundarios por salir a protestar, o a los indígenas  y campesinos por defender la vida, o de prestarse para dividir y formar organizaciones paralelas. Pasar de ser un militante de izquierda que aprendió y se formó  en el seno de las luchas populares, que conoció y participó de las resistencias, sus saberes y sus prácticas a ser el policía, el infiltrado, el juez, el carcelero, el delator, es pasar a ser traidor.

Si esta tipología se acerca a la realidad de la militancia de Alianza PAÍS, es posible entender que la Revolución ciudadana, tan celebrada por sus adeptos funcionarios  a los ocho años de existencia, no es ciudadana y menos revolucionaria. Poca diferencia hay entre la composición humana de este Gobierno con los que le precedieron y a los que tanto critican en sus discursos. Quizá una diferencia sea el número alto de miembros de PAIS, que facilmente pueden ubicarse en el cuarto tipo.

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