sábado, 13 de abril de 2024

 

Delincuentes y políticos

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Por Alan Cathey Dávalos

En todas las policías del mundo, una de las herramientas más importantes para buscar a los delincuentes, son los archivos de todos los criminales que han sido capturados o que están prófugos aún. Esos archivos, muestran unas pautas conductuales constantes, que se vuelven casi una firma de responsabilidad del delincuente, el “modus operandi”, que es una pista valiosa para ubicarlo.

En nuestra vida diaria, es común, al contratar una empresa a alguien, pedirle certificar sus antecedentes penales, generalmente por lo que se conoce como “récord policial”. Parecería interesante aplicar la metodología policial para un análisis de conducta política de los gobernantes, para establecer las líneas maestras que los guían. El caso suscitado la semana pasada entre México y Ecuador, más bien dicho, entre los gobiernos de ambos países, en torno a la recaptura, dentro de la embajada de México, de un delincuente que ha sido juzgado , sentenciado   y condenado por la justicia ecuatoriana, en todas las instancias, y con todas las garantías procesales.

El incidente, que ha trascendido al plano de lo diplomático, cuando no debió haber ido más allá de la rápida entrega del delincuente, amerita una investigación breve de quienes han participado en este asunto como actores principales, los presidentes de Ecuador y de México, analizando sus antecedentes.

 

Un recién llegado
Daniel Noboa Azín, presidente del Ecuador, elegido para un período transicional de dos años, por la decisión de su antecesor, el ex presidente Lasso, de invocar el mecanismo de la “muerte cruzada”, por el cual su cargo, junto a los de los legisladores electos en 2021 quedaron revocados, es un joven político que participó por primera vez en una elección presidencial y la ganó, enfrentando a una maquinaria electoral bien aceitada y ducha en campañas, como es la del correísmo. Con 36 años, estudios en 4 prestigiosas universidades norteamericanas, en administración de empresas y pública, su experiencia política previa, se limita a haber visto las campañas de sus padres, Annabella Azín y Álvaro Noboa, para la presidencia y la legislatura, y su elección a la Asamblea, que concluyó tras dos años. Su triunfo electoral fue una gran sorpresa, aglutinando el hondo rechazo que el correísmo dejó en amplios sectores, por un lado, y por una inteligente campaña dirigida a la población más joven, en torno a los temas de su interés, buscando superar la división y las fracturas sociales originadas en asuntos poco menos que desconocidos y vistos como muy poco trascendentes por los más jóvenes. En su gabinete ha integrado a ministros sin mayor experiencia, lo que le ha deparado críticas y sinsabores, por errores que se han dado, por falta de cancha política.

Debilidades
Desde un inicio, y tal vez su principal problema de imagen, es la su vicepresidenta, cuyo alejamiento, geográfico incluso, deja muchas incógnitas abiertas, en el caso de una postulación de Noboa para la reelección el año entrante. De producirse, él no podría seguir en sus funciones durante la campaña, y constitucionalmente tendría que ser reemplazado por la vicepresidenta, cuyo exilio en Israel no es precisamente motivo de agrado para ella, como tampoco en que a un hijo suyo se lo haya encerrado en la cárcel de La Roca, destino supuesto de delincuentes de alta peligrosidad, por un chanchullo de tráfico de influencias por algún cargo público menor. También la ausencia en Cancillería, de alguien experimentado y de carrera, ha sido motivo de crítica.

Pragmatismo y gobernabilidad
Nuestro Presidente, estableció pragmáticamente un acuerdo en el Parlamento con el correísmo, dueño de más de 50 asambleístas, y con el partido Social Cristiano, que controla otros 18. Hasta que se produjo la captura del prófugo Glas el pasado viernes, este acuerdo dio gobernabilidad al país, al contrario de lo que había ocurrido con el anterior gobierno.

La decisión tomada por Noboa de capturar a Glas, abre un nuevo e incierto escenario parlamentario, pues ante la captura de una figura tan emblemática, el correismo anunció ya la oposición al régimen en la Asamblea.  Andrés Manuel López Obrador, en adelante y por brevedad, AMLO, es todo lo contrario al joven Noboa.

A sus 70 años, casi dobla en edad a Noboa, y ciertamente multiplica por 20 su tránsito por la política, por la que lleva más de 40 años de participación. Sus pasos iniciales los daría en el PRI, cuya legendaria corrupción sería la cuna y escuela formativa de buena parte de la “izquierda” mexicana, de la que AMLO ciertamente extrajo valiosas lecciones. Ante conflictos internos del PRI, se constituye el PRD, al cual se incorpora AMLO en 1989.

La sombra del narco
En 2011 funda MORENA, movimiento con el cual llegará a la presidencia en 2018. Previamente, en 2006, AMLO se postula para la presidencia, encabezando una coalición de partidos, siendo derrotado. Según indicios de la DEA, publicados más tarde por el New York Times, esta campaña habría recibido dinero del narcotráfico, canalizado a través de muy cercanos colaboradores de AMLO, quien con toda probabilidad, estaba al tanto del hecho.

Como cabe esperarse, este descalificó toda la investigación del Times, como calumnias para desprestigiarlo. Ningún beneficiario de aportes del narco en sus cabales, admitiría tal cosa, pese a cualquier evidencia que se le presente.

Ante esta realidad, lo que cabe es  usar el sentido común para leer la conducta de quien se proclama inocente, respecto de los que habrían sido beneficiarios de favores y miramientos, de ser cierta la sospecha, es decir, los generosos aportantes de millones de dólares.

Consideraciones especiales
Este simple ejercicio deja en claro unas evidentes consideraciones de AMLO con los cárteles mexicanos del narcotráfico, a los que ha dado carta blanca para que sean en efecto, la autoridad en extensas regiones del país, en las que desapareció la autoridad del Estado mexicano. Su declarada política hacia el crimen organizado, habla por sí sola, “abrazos y no balazos”, para quienes causan un porcentaje importante de los más de 30 mil asesinatos anuales en México. Para el final del periodo de AMLO, cerca de 200 mil mexicanos habrán muerto asesinados, con el consiguiente estado de zozobra en que vive la población, pues los crímenes en sí, se ven potenciados por la brutalidad intencionada y macabra en su ejecución, para intimidar a la ciudadanía, en un evidente uso del terrorismo por el crimen organizado.

Para visualizar más aún las cercanías con el narco, bastaría mirar las imágenes del cariñoso saludo de AMLO a la madre del Chapo Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, al que se atribuyen 70 mil muertos en su consolidación como imperio criminal. Con estos hechos, no parecería complicado establecer, por lo menos, afinidades de fondo entre AMLO y el narco.

Instrumentalización ideológica
Cuando finalmente llega a la presidencia en 2018, otra faceta de sus afinidades, que no es excluyente en forma alguna de lo anterior, se pone de manifiesto, al instrumentalizar, para sus fines ideológicos, a la Cancillería del país, que se había ganado un respetado sitial en el mundo de las relaciones internacionales, al  constituirse en un referente de imparcialidad y equilibrio, lo que le permitiría actuar como un actor positivo y propositivo para acercar posiciones encontradas en toda la región.

Con AMLO, esa calidad se perdió muy pronto, con actuaciones alineadas claramente con las simpatías y antipatías personales de este, ya no con los intereses nacionales, ni con ese prestigio y lustre que tuviera Cancillería.

No es coincidencia que, en 2019, se funde el Grupo de Puebla, en México justamente, una asociación de políticos latinoamericanos de la izquierda cercana al SSXXI, una extensión del Foro de Sao Paulo, ya venido a menos. Al fin y al cabo, parte de sus integrantes están mucho más a la mano, para lo que se pueda requerir.

El asilo, herramienta ideológica
Tampoco es coincidencia que, a partir de 2019, numerosos dirigentes correistas a los que se sindica en Ecuador por corrupción y enriquecimiento ilícito, o por su participación en intentos por desestabilizar a un gobierno democráticamente electo, reciban asilo por parte del gobierno mexicano. Muchos de los “refugiados” son hoy empleados por AMLO como asesores bien pagados del régimen, la manera de, o pagar favores, o de crear unas “lealtades”, que a su debido tiempo serán reclamadas.

Evo y el fraude
En noviembre de 2019, luego del fraude electoral en las elecciones bolivianas, por el que se pretendió perpetuar a Evo Morales en la presidencia de Bolivia, después de haberse dado una absolutamente ilegal aprobación de su candidatura, pues en un referendo, que fue convocado por el mismo, se prohibió que se pueda reelegir al presidente por más de dos períodos, bajo el insostenible argumento de que se violaban sus derechos humanos para postularse, el presidente AMLO marco para el futuro, la pauta de lo que sería la nueva política exterior de México, una de abierta intervención en los asuntos de otros estados, con el envío de un avión militar para sacar a Evo Morales de Bolivia, tras su renuncia a sus funciones, acogiendo, sin beneficio de inventario, las afirmaciones de Morales de un “golpe policial” en su contra, sin recordar las groseras violaciones legales de este, ni del fraude electoral revelado por la OEA. Desde ese momento, el ritual de las recepciones a los delincuentes fugados, se convertirá en algo frecuente en la capital mexicana.

Bloquear al Ecuador
Como las elecciones en Ecuador en 2021 se definieron en contra de los afines ideológicos de AMLO, cuando el Presidente Lasso buscó  incorporar al país a la Alianza del Pacífico, el que puso todas las dificultades para evitarlo, fue naturalmente AMLO, para finalmente así conseguirlo, al bloquear las exportaciones de camarón y banano ecuatoriano, los ítems de mayor importancia en el comercio exterior del país. La mala fe de AMLO se demostró en los hechos, más allá de los discursos acerca de la integración latinoamericana y todos los lugares comunes de una retórica vacía.

Durante el gobierno de Lasso, seguramente por pura coincidencia, la bomba de tiempo que se había montado y alimentado durante una década, con la llegada de los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación al país y el exponencial crecimiento de la violencia u del crimen organizado, hizo explosión en las cárceles y calles del Ecuador, provocando la ingobernabilidad en el país, ayudada por una bien concertada oposición parlamentaria y la movilización violenta de grupos indígenas y de guerrilla urbana, en junio de 2022, cuyos objetivos declarados fueran la destitución o la salida del presidente Lasso. El gran éxito de su campaña de vacunación, que detuvo en seco a la epidemia de COVID, lo convirtió en un peligro, pues un gobierno exitoso sería un grave obstáculo para el retorno del correísmo al poder, objetivo compartido por los asilados y por AMLO naturalmente. 

Detona la bomba de tiempo
En diciembre de 2022, la degradación política del presidente Pedro Castillo en Peru, había llegado a un punto de no retorno, ante la serie de escándalos por los chanchullos y raterías de familiares cercanos al presidente, desde sobrinos, hasta la primera dama. Ante la inminencia de una vacancia, Castillo emite un decreto disolviendo el Congreso, algo que, en cualquier parte, significa la ruptura del orden constitucional, y la instauración de una dictadura. Las limitaciones políticas de Pedro Castillo precipitan su caída, y, en su tránsito para escapar a las autoridades, para llegar, que casualidad, a la Embajada de México en Lima, donde ya le habían ofrecido asilo, es capturado, ante la imposibilidad de avanzar por una importante movilización ciudadana, que había rodeado la Embajada, en la que ya se encontraban su esposa y otros parientes. A estos pillastres menores, delincuentes de poca monta, el gobierno peruano permitió su salida por medio de un salvoconducto, para que se juntaran en México con la creciente colonia de ladrones allí acogidos por AMLO, a quien no parecen molestar esas asociaciones con gentes de pésimos antecedentes.

AMLO viola las normas
Al año siguiente, 2023, México debía pasar la Presidencia Pro Tempore de la Alianza del Pacífico al Peru, a quien le correspondía su ejercicio, de acuerdo a los estatutos de esa organización internacional. En una expresa violación de los mismos, AMLO se negó a cumplir las reglas establecidas, violando un elemental sentido de respeto por los demás países integrantes de la Alianza.

Llega un delincuente
A finales de 2023, en diciembre, se presenta, debemos creer, de nuevo por casualidad, en la Embajada de México en Quito, un prófugo de la justicia ecuatoriana, Jorge Glas Espinel, un avezado delincuente, sentenciado por una parte de sus delitos a 8 años de prisión, en condición de libertad vigilada, lo que implica su presentación regular ante su juez cada semana, hasta que la apelación presentada por la justicia impugnando esa libertad pueda ser resuelta legalmente. Es importante que se comprenda la condición legal del delincuente, pues ésta determina el trato jurídico que se debe considerar de cara a una concesión de asilo político. El artículo III del Acuerdo de Caracas para el asilo político, del que tanto el Ecuador como México son signatarios, con  claridad excluye de esa posibilidad a quienes se encuentren legalmente sentenciados por la justicia del país.

Esta norma está al mismo nivel de todas las otras normas establecidas en el Tratado, y es tan obligatoria como otras, entre ellas, la de la inviolabilidad de recintos diplomáticos. El Art. III determina además el procedimiento pertinente para su aplicación, esto es, la invitación del recinto al solicitante, a retirarse del mismo, o entregarlo al país que lo requiere. Esta disposición es ignorada por la Embajada Mexicana, que ni pide que salga, ni lo entrega a las autoridades ecuatorianas, pese a ser requerido por ellas, ante lo que no puede alegar ignorancia, sino que se inventa una argucia, la de calificarlo como “huésped” nada menos, una figura inexistente en ningún acuerdo Internacional vigente. 

“Huésped” por 4 meses
En tal condición lo mantiene en la Embajada hasta el episodio de la irrupción de la policía nacional para recapturar al delincuente, esto es, durante 4 meses, pese a los reiterados pedidos del gobierno ecuatoriano para que le sea entregado, en cumplimiento de la norma internacional, y ante fundadas sospechas de fuga del delincuente, con la colaboración del gobierno mexicano, a semejanza de lo que ya aconteciera con la fuga de la ex ministra Duarte de la Embajada Argentina, en un auto de uso diplomático, en colusión evidente con personal de la misma.

Grosería e intervención
Previo a este desenlace, en una de las ruedas de prensa matutinas de AMLO, que cada vez parecen más ruedas de molino, nuevamente se permitió lanzar unas opiniones, por suerte de la incoherencia e inconsistencia que lo han convertido en un meme continental, casi a la altura de uno de sus coidearios, Maduro, que evidentemente constituyen intervención en asuntos internos de otro país, como es el afirmar, entre balbuceos e insinuaciones de mala fe, que un evento traumático para el Ecuador, como fue el asesinato de Fernando Villavicencio, habría sido ejecutado para beneficiar a quien terminaría ganando las elecciones presidenciales, de nuevo a una candidatura de las simpatías de AMLO. La declaración, a más de su grosería perversa, nos da luces sobre la condición moral del presidente mexicano, capaz de retorcer de tal manera la realidad. La economía de la razón demuestra los niveles de absurdo a los que la ceguera ideológica y la mala fe pueden llevar.

Villavicencio es el espectro que atormentó a los corruptos aprovechadores del poder a lo largo de al menos 12 años, particularmente al funcionariado correísta, protagonista de un saqueo descomunal al país, símbolo del cual es el ex vicepresidente Glas, el delincuente al que se pretendía llevar a México, tal vez para amenizar el cumpleaños de Correa. También se caracterizó por sus denuncias contra el crimen organizado, y expresamente, contra los cárteles mexicanos, y la complicidad con éstos, de AMLO, así como las relaciones del crimen organizado con el correísmo, dentro del cual llegan a legisladores y jueces. Esos son los obvios sospechosos del crimen, para cualquiera que quiera mirar la realidad. Todas las fabulaciones de AMLO, no son más que la deriva de una mente enferma y amargada. Lo penoso es constatar hasta qué punto el arte de la manipulación y la propaganda, pueden cegar a unos seguidores que han renunciado al pensamiento por el cómodo slogan.

Escalada
A raíz de esa intromisión, el gobierno del Ecuador declara a la embajadora de México  persona non grata, dándole 72 horas para su salida del país. En lugar de hacerlo en uno de los múltiples vuelos comerciales existentes, AMLO anuncia inmediatamente que concede el asilo político al delincuente Glas, y el envío de un avión militar capaz de trasladar incluso vehículos en su interior, sin comprenderse mucho porque era necesario algo de tales dimensiones. Como ya existían fundadas suspicacias respecto de la conducta de México, extensamente hubo advertencias de que iba a servir para sacar subrepticiamente a Glas del país.

Conectar los puntos
Esta recopilación de hechos puede resultar ilustrativa para situar en su contexto lo que, a primera vista, puede parecer circunstancial e inconexo. Pretender dejarlo así, sin conectar la sucesión de acontecimientos y conductas, es aceptar el juego de quienes mantienen sus agendas ocultas, sacando partido de lo que puede ser visto hasta como ingenuidad. Es evidente que AMLO, luego de su largo tránsito por la política, es un avezado y poco escrupuloso jugador, para quien son del todo indiferentes normas y principios, que el cree son aplicables a otros, no a el. También queda claro que el incidente con Ecuador no es algo aislado, sino una consistente forma de actuar, repetida una y otra vez.

Queda bastante claro que lo ocurrido en torno al caso Glas, ha sido una provocación bien preparada, con un objetivo evidente, el sacar a México a un coideario, aunque sea un delincuente condenado. El desconcierto y la furia por el inesperado desenlace, la captura de Glas en la Embajada mexicana, revelan la certeza de que la impunidad nuevamente se iba a concretar, burlando al país otra vez. La exigencia de duras sanciones económicas al Ecuador por parte de Correa, demuestran ya un nivel de rencor y amargura tan hondos, que obligan a dudar de la cordura de quien no duda en pedir sufrimientos y castigos en contra de sus propios conciudadanos, ante la sorpresiva actuación de Noboa. Por hacer lo mismo, en Venezuela se inhabilita opositores o se los encarcela por largos años.     

Derecho violado
La invasión de la Embajada es sin duda, y así lo ha reconocido Ecuador, una violación del Derecho Internacional, tal como lo fue el que México viole el mismo Derecho anteriormente al no entregar al delincuente y darle asilo. Los argumentos podrán ser discutidos, y sin duda traerán cola, pero lo indiscutible es que, de lado y lado, se ha violado el Derecho, pero el que dio origen y provocó la escalada, fue el presidente mexicano.

Urgente reflexión
El asilo político es una institución de una creciente importancia ante el retorno del autoritarismo en el mundo. Igualmente, la inviolabilidad de los recintos diplomáticos es fundamental, bajo la misma consideración anterior. Lamentablemente, así como hacia el interior de los estados democráticos existen grupos que pretenden aprovecharse de las herramientas de la democracia para minarla y destruirla, en lo internacional sucede algo parecido, irrespetándose la letra y espíritu de las mencionadas instituciones. Corresponde realizar unos ajustes urgentes, que impidan la manipulación caprichosa de un mecanismo de la importancia y valor del asilo, pensado como amparo para perseguidos políticos, no para delincuentes comunes, o hasta fuera de lo común.

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