lunes, 20 de noviembre de 2023

 ALGO ANDA MAL ENTRE LA RELACIÓN PATRIMONIO Y FIESTAS PARA EL TURISMO

René Cardoso Segarra
Seguiré manifestando el desconcierto que me causa el abandono de las memorias históricas y de los bienes patrimoniales inmuebles de Cuenca. La ausencia de políticas y acciones de las instancias públicas competentes como Áreas Históricas, Control Urbano, Instituto de Patrimonio Cultural, Fundación Municipal de Turismo y las comisiones municipales de patrimonio y cultura, complican el problema.
Enarbolar como única bandera de logros la cantidad de visitantes que llegan a la ciudad en sus épocas festivas, es simplemente irrelevante, sobre todo en una ciudad que tiene sobre sus hombros la enorme responsabilidad de la declaratoria de la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Desde hace algunos años el espectáculo masivo se va imponiendo -salvo contadas excepciones- sobre las ofertas de calidad cultural, sobre la propia lectura, profesionalmente conducida y guiada, de nuestras historias, arquitecturas y paisajes patrimoniales, o sobre las mismas conmemoraciones históricas de las fechas que se celebran. Ahora importa más el número de visitantes, la ocupación hotelera, llenar bares y restaurantes y tener multitudes desbordadas alrededor de las tarimas. Los museos, en esta locura festiva y consumista, han pasado desapercibidos.
El centro histórico de la ciudad, además de la zona de El Ejido junto a sus grandes avenidas, parques y márgenes de sus ríos, deberían ser considerados como espacios sumamente delicados por su composición histórico-paisajística y sobre todo humana. La contaminación visual y auditiva, las ventas informales, el desalojo de la población original o gentrificación, la pérdida de las tradicionales casas con patio, traspatio y huertos, hoy convertidas en gigantes bodegas, comercios o en parqueaderos públicos, son una triste realidad.
Definitivamente algo anda mal entre la relación patrimonio, cultura y fiestas para el turismo. Las evaluaciones, luego de los festejos, son necesarias, pero no solamente desde la institucionalidad pública, sino sobre todo desde una ciudadanía más crítica y activa. De una ciudadanía que reclame un crecimiento cualitativo de la ciudad. De una ciudadanía consultada y participativa, sobre una alineada, impuesta o dirigida unilateralmente desde instancias burocráticas de consumo. Es decir, una ciudadanía con derechos a cambiar la ciudad de acuerdo con sus deseos más profundos y diversos.
(Artículo publicado en Diario El Mercurio, domingo 19 de noviembre 2023. Fotografía René Cardoso Segarra)
Puede ser una imagen en blanco y negro de Museo Nacional de Ámsterdam Rijksmuseum

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