Por: Pepe Laso R.
La noticia de un periódico mexicano está ilustrada por una
fotografía. Dos personas llevan un cartel con esta leyenda: ‘No se mata la
verdad matando periodistas’. Es el eco de la violencia contra los comunicadores
en México y en otros muchos sitios del planeta. Cientos de periodistas son
asesinados cada año, según las estadísticas, y muchos viven amenazados. La
noticia ilustrada por este cartel se refiere a una entrevista que Jesús Martín
Barbero, este gran comunicador hispano colombiano, que ha escrito libros
fundacionales como De los medios a los mediaciones, ha dado a la Agencia Efe.
Este día 12 de Junio, la Universidad de Guadalajara le ha otorgado a Jesús
Martín Barbero el doctorado Honoris Causa, “por sus valiosas innovaciones en el
estudio de la comunicación y la cultura, que han impulsado un fértil diálogo
entre los especialistas y enriquecido la formación de los universitarios”
Lo que nos enseñó este gran pensador, filósofo, semiólogo,
antropólogo, que muchas veces estuvo entre nosotros como profesor y como amigo
escondido en nuestras playas, es el camino para
cambiar el lugar, como él dice, desde donde se hacen las preguntas.
Pensar la comunicación desde los sujetos, es decir, desde las gentes que somos
todos. ¿Qué hace la gente con lo que ve, con lo que oye, con lo que lee ? Así escribió
en su libro Televisión y melodrama, algo que rompió desde entonces los
paradigmas desde los que pensábamos la comunicación, e hizo que nosotros
habláramos sin refugiarnos en la supuesta perversidad de las industrias
culturales y gozásemos de Avenida Brasil
o de Rosario Tijeras, de la narco novela colombiana, de la tecnocumbia y del
bolero, como material fundamental para pensar,
simplemente porque por allí atraviesa lo que viene de la cultura
popular, de las tecnologías y del mundo globalizado. Martín Barbero escribió
entonces que la investigación que había realizado sobre la telenovela “quizá no
avanzó mucho, pero al menos desbrozó el camino: un nuevo modo de mirar los
medios para interrogarlos menos acerca del poder de sus aparatajes
tecnológicos, sus canales y sus códigos y más acerca de la comunicación, esto
es la trama de palabra y deseo, de memorias y estructuras del sentimiento, de
división social y discontinuidades culturales, de apropiaciones y resistencias,
que ellos median y con los cuales tejen las gentes al vivir de cada día”.
Ese cambio de lugar fue una mutación de la mirada hacia los
sujetos sociales, a sus memorias, a sus estructuras del sentimiento, a sus
formas de apropiarse y de resistir también a las múltiples caras de los poderes
de todo orden, los únicos supuestamente autorizados para hablar, los
ilustrados, que llegaron con retraso de época, del Siglo de las luces, para
iluminar nuestros torcidos caminos, o de la Santa Inquisición, para encender
las hogueras.
Quizá por eso, lo que Jesús Martín Barbero, como reportan las
crónicas, ha dicho a la Agencia Efe es lo siguiente: “Hay una amenaza en
nuestros países, en Nicaragua, Venezuela y Ecuador en mayor medida, por
difuminar el mínimo de libertad de los medios o, de lo contario, hacer ver que
todo lo que dicen es pecaminoso y en contra del gobierno de turno”.
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