domingo, 22 de junio de 2014

Lo pecaminoso



Por: Pepe Laso R.
La noticia de un periódico mexicano está ilustrada por una fotografía. Dos personas llevan un cartel con esta leyenda: ‘No se mata la verdad matando periodistas’. Es el eco de la violencia contra los comunicadores en México y en otros muchos sitios del planeta. Cientos de periodistas son asesinados cada año, según las estadísticas, y muchos viven amenazados. La noticia ilustrada por este cartel se refiere a una entrevista que Jesús Martín Barbero, este gran comunicador hispano colombiano, que ha escrito libros fundacionales como De los medios a los mediaciones, ha dado a la Agencia Efe. Este día 12 de Junio, la Universidad de Guadalajara le ha otorgado a Jesús Martín Barbero el doctorado Honoris Causa, “por sus valiosas innovaciones en el estudio de la comunicación y la cultura, que han impulsado un fértil diálogo entre los especialistas y enriquecido la formación de los universitarios”

Lo que nos enseñó este gran pensador, filósofo, semiólogo, antropólogo, que muchas veces estuvo entre nosotros como profesor y como amigo escondido en nuestras playas, es el camino para  cambiar el lugar, como él dice, desde donde se hacen las preguntas. Pensar la comunicación desde los sujetos, es decir, desde las gentes que somos todos. ¿Qué hace la gente con lo que ve, con lo que oye, con lo que lee ?  Así escribió  en su libro Televisión y melodrama, algo que rompió desde entonces los paradigmas desde los que pensábamos la comunicación, e hizo que nosotros habláramos sin refugiarnos en la supuesta perversidad de las industrias culturales y gozásemos de  Avenida Brasil o de Rosario Tijeras, de la narco novela colombiana, de la tecnocumbia y del bolero, como material fundamental para pensar,  simplemente porque por allí atraviesa lo que viene de la cultura popular, de las tecnologías y del mundo globalizado. Martín Barbero escribió entonces que la investigación que había realizado sobre la telenovela “quizá no avanzó mucho, pero al menos desbrozó el camino: un nuevo modo de mirar los medios para interrogarlos menos acerca del poder de sus aparatajes tecnológicos, sus canales y sus códigos y más acerca de la comunicación, esto es la trama de palabra y deseo, de memorias y estructuras del sentimiento, de división social y discontinuidades culturales, de apropiaciones y resistencias, que ellos median y con los cuales tejen las gentes al vivir de cada día”.
Ese cambio de lugar fue una mutación de la mirada hacia los sujetos sociales, a sus memorias, a sus estructuras del sentimiento, a sus formas de apropiarse y de resistir también a las múltiples caras de los poderes de todo orden, los únicos supuestamente autorizados para hablar, los ilustrados, que llegaron con retraso de época, del Siglo de las luces, para iluminar nuestros torcidos caminos, o de la Santa Inquisición, para encender las hogueras.
Quizá por eso, lo que Jesús Martín Barbero, como reportan las crónicas, ha dicho a la Agencia Efe es lo siguiente: “Hay una amenaza en nuestros países, en Nicaragua, Venezuela y Ecuador en mayor medida, por difuminar el mínimo de libertad de los medios o, de lo contario, hacer ver que todo lo que dicen es pecaminoso y en contra del gobierno de turno”.

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