Entrevista: Carlos de La Torre participó esta semana en el
coloquio organizado por la Universidad Andina para recordar los 70 años de La
Gloriosa, la revuelta popular que llevó al poder a Velasco Ibarra el 28 de mayo
de 1944. Habló con HOY sobre el caudillo y su parecido con Rafael Correa.
¿Cómo caracteriza a La
Gloriosa? ¿Por qué es importante?
La Gloriosa fue vivida, por quienes participaron, como un
momento extraordinario. Para los actores de la época estaba en juego el futuro
de la Nación, la posibilidad de democratizar el país y defender el territorio.
La misma existencia de la Nación estaba en juego. En La Gloriosa hubo tres
visiones de la democracia. Primero, la populista de Velasco Ibarra, con actos
plebiscitarios de masas que se reconocían en él, un líder que está más allá de
las instituciones, de las constituciones y de los mecanismos de rendición de
cuentas. Después, la izquierda que luchó por establecer la democracia formal,
burguesa e hizo una Constitución con mecanismos de rendición de cuentas,
división de poderes, una Constitución interesante. Lo sarcástico es que ellos
iban a luchar contra esas mismas libertades burguesas cuando se implementara la
verdadera democracia, la democracia real o sustantiva que eliminaría a la
democracia burguesa. En tercer lugar está la crítica de los liberales, que
vieron en esto un golpe de Estado, una insurrección contra un gobierno electo
en las urnas. Son interesantes estas visiones alternativas de lo democrático y
cómo sectores amplios de la población se unieron bajo un programa mínimo de
democratización basado en la idea de elecciones libres en contra del Partido
Liberal.
Para gobernar con una
Constitución de izquierda, Velasco Ibarra se alió con la derecha. ¿Cómo
ocurrió?
Velasco Ibarra se cree la encarnación de los deseos
populares. Cree que el pueblo tiene una sola identidad, un solo interés,
encarnado en el líder que conoce sus deseos. Grandes masas lo aclamaron y le
pidieron que se encargara del destino de la Patria. Pero en el poder se
encontró con una derecha relativamente fuerte, con un Partido Conservador que
tiene su poder; una izquierda que manejó la Constituyente y que no es solo
partidista (Partido Socialista, Comunista, Vanguardia Socialista
Revolucionaria) , sino de movimientos sociales: es una izquierda que hace el
primer congreso de la CTE, funda el FEI, dos años antes había fundado la FEUE.
Velasco tiene que enfrentarse a rivales fuertes, con peso no solo político, en
la Asamblea, sino de movilización popular. Y gobierna en un contexto no de
crisis económica, pero sí de incremento del precio de los alimentos básicos, un
proceso inflacionario que la gente percibe como muy grave para los sectores
populares. Para Velasco Ibarra es difícil ser la voz del pueblo cuando hay
otros que tienen el poder para interpelar al pueblo. No tiene más remedio que
pactar con la derecha. Después se pelea con la derecha y termina en un golpe de
Estado.
¿Diría que la izquierda
no sabe aprender de sus errores?
Llama la atención esta fe de la izquierda en caudillos
carismáticos. Debían haber aprendido a no confiar en Velasco Ibarra: les
reprimió en su primera administración y siempre que pudo persiguió a la
izquierda. Pero la izquierda no solo apostó por Velasco Ibarra. También apostó
por Lucio Gutiérrez. Napoleón Saltos, profesor universitario de la Coordinadora
de Movimientos Sociales, escribió un texto sobre la Comuna de Quito, como si
fuera la de París el golpe del 21 de enero. Gutiérrez también los traiciona y
después apoyan a Correa, que dice ser de izquierda pero nunca militó y no tenía
ninguna credencial izquierdista aparte de sus declaraciones. Y la mayor víctima
del Gobierno ha sido la izquierda: Pachakutik, el MPD, los garroteros, como
dice el señor Presidente, y los movimientos sociales tachados como
corporativistas y criminalizados. Una de las cosas que la izquierda debía
aprender es no apoyar a caudillos que son un tiro al aire. Sobre todo en una
condición como la que rodeó a la elección de Correa: movimientos sociales en
crisis, partidos políticos en crisis. En esa situación Correa pudo hacer lo que
Velasco no.
¿En qué son
equiparables Correa y Velasco Ibarra?
En el populismo se ve la política como una lucha maniquea y
frontal entre el pueblo y la oligarquía. Un líder dice encarnar los deseos del
pueblo. Y la idea de pueblo de los populistas –y en esto Correa es igual que
Velasco Ibarra–, es un conglomerado con una sola identidad, que se expresa en
su lucha contra la dominación oligárquica y se encarna en la voluntad del
líder. Ambos comparten esa visión de la política como una lucha maniquea. Se
sienten los salvadores, tienen una misión, no son un político más. No son un
Obama que está por dos períodos y se va a su casa. Estos tienen una misión histórica:
la redención de la Patria. Son imprescindibles y su acción política es un
sacrificio. Es chistoso, en eso se parecen mucho: Velasco siempre decía que se
sacrificaba, que no quería ir al poder, que estaba feliz dando clases. Lo mismo
dice el señor Correa.
Pero el país de Velasco
Ibarra ¿se parece al país de Correa?
Con Velasco Ibarra estamos hablando de la primera
incorporación de gente a la política, gente que estaba excluida por el fraude
electoral y por las restricciones del voto a los analfabetos. En Velasco Ibarra
hay un primer intento de incorporación. Correa llega cuando ya la población
está incorporada . Por eso su populismo es mucho más dañino para la democracia.
Con él asistimos a la muerte lenta de la democracia. Guillermo O’Donell dice que
la democracia no muere súbitamente, con un golpe de Estado, sino que es un
proceso largo, una muerte lenta. En Ecuador se han dado varios actos de esta
muerte: cuando la Asamblea Constituyente se atribuyó potestades legislativas y
cerró el Congreso; cuando el gobierno interviene en la justicia; cuando se usan
recursos del poder para ganar elecciones; cuando se utiliza al CNE para burlar
la opinión de los ciudadanos que quieren una consulta; y ahora, una reelección
indefinida… La democracia ecuatoriana ha muerto, Velasco Ibarra no la logró
matar.
¿Cómo caracterizaría el
izquierdismo de Correa?
Correa tiene una visión populista de la democracia, cree que
el pueblo confía en él, que los plebiscitos le autorizan a ser intérprete de
los deseos populares. Pero además tiene una visión de democracia sustantiva,
como reparto del excedente. No creo que tenga una visión izquierdista
revolucionaria. Cuando habla de marxismo a mí me da pena ajena. Muchos
estuvimos desentrañándonos el coco leyendo a Marx y operando en grupúsculos, él
jamás pasó por ahí. Pero sí mantiene con la izquierda la idea de que la
verdadera democracia es la democracia sustantiva, en su caso entendida como
justicia social. Su visión es tecnocrática y poco participativa. No hay
instituciones de participación popular, solo participamos en las elecciones.
Él diría que a su
Gobierno le importa tanto la participación ciudadana que hasta ha construido un
poder del Estado para ella.
Claro, ha construido un andamiaje estatal de la
participación, que es un absurdo. Pero ni aun en los mecanismos de
participación hay verdadera participación. Va un funcionario con un Power
Point, te explica unas ideas y te da un sánduche y una cola. Chao, se acabó la
participación. Y cuando la sociedad trata de participar no la dejan, como a los
Yasunidos, en la forma más vergonzosa. Es muy cómico leer a “Los Comunes”
diciendo que debe haber un correísmo de base. A eso apostaron desde un
principio y crearon un Frankenstein que se los comió. Estoy hablando de la
izquierda que, en la casa de Alberto Acosta, decidió candidatizar a este señor
Correa. Acosta hablaba del compañero presidente. Nunca lo fue. El compañero se
libró de todos los que podían hacerle sombra.
¿Ve usted a Correa
convertido, después de la próxima elección, en un gran ausente a la manera de
Velasco Ibarra?
Todo dependerá de cómo termine su período. Si hay un colapso,
una crisis económica, no creo que eso se dé. Espero que no ocurra. Pero si él
logra retirarse con altos índices de popularidad, él va a ser el referente.
Porque hay una cosa interesante: ¿por qué en este país no han logrado ponerse
de acuerdo las fuerzas opositoras, excepto los grupos chiquitos de izquierda?
Yo creo que es porque Correa no afecta los intereses de las élites ni de las
clases medias. Los primeros hacen grandes negocios, los otros están de
burócratas, con muy buenos sueldos. No hay necesidad real ni se percibe un
peligro con el correísmo. El correísmo no da miedo, por el contrario, da muchas
cosas con tal de que estés callado, levantes la mano, votes y digas que todo es
bonito. (RA)
Un líder dice encarnar los deseos del pueblo. Y la idea de
pueblo de los populistas –y en esto Correa es igual que Velasco Ibarra-(...)’.
Correa tiene una visión populista de la democracia, cree que
el pueblo confía en él, que los plebiscitos le autorizan a ser intérprete de
los deseos populares’.
El Persoanje: Tiene un Ph.D en Sociología por la New School
for Social Research. En su ensayo La Seducción Velasquista profundiza las
características del liderazgo político de Velasco Ibarra.
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