Francisco Febres Cordero
¿Están siguiendo el Mundial? ¿Y cómo les está pareciendo?
¡Ah!, igual que a mí. Lo que más me gusta es que, por un momento, los partidos
nos abstraen de la realidad cotidiana y nos envuelven en el mágico universo de
lo imposible. ¿Entendieron? Yo tampoco, pero es que así mismo es el fútbol, no
se preocupen: inentendible. El favorito para ganar, pierde. El que debía
perder, gana. El que iba a meter el gol que ya estaba cantado, dispara afuera.
El que iba a patear la pelota, termina pateándole en la canilla al rival. El
rival que parecía que estaba con la canilla destrozada, corre como un lince y
mete gol. Y así.
Pero justamente por lo que tiene de imprevisible el fútbol es
tan apasionante. La incertidumbre ante el resultado nos mantiene en vilo,
porque nunca sabemos exactamente lo que va a pasar. Chuta, en eso es igualito a
la revolución ciudadana, donde lo único que sabemos es que ahí juega un punta
de lanza que copa todos los espacios, como decimos los comentaristas
deportivos. O sea es un crack que se desmarca por la derecha haciendo creer a
todos que corre por la izquierda y, como es tan driblador, no deja que sus
compañeros topen el balón, ni sus rivales tampoco. ¡Qué jugador! Aunque,
francamente, muy cabriado es. ¡Cómo insulta! No pues solo al árbitro, sino a
todos mismo, hasta a los de los graderíos.
Híjoles, ya creo que me estoy cambiando de juego, pero no hay
más remedio: por más que el Mundial nos abstraiga de la realidad, entre partido
y partido nos pasan esa propaganda en que un señor que está leyendo El Comercio
le arruga y termina botándolo a la basura, igualito que lo que ha hecho el
crack durante los siete años que ha jugado solito. ¿No le han visto? En sus
partidos de los sábados se pasa rompiendo la prensa a la que califica de
corrupta, porque no la controla, como al balón. Qué bueno que no está jugando
en el Mundial, porque ya hubiera roto las redes, la pelota, los reglamentos y
todo mismo. ¡Más rompedor que nos resultó El Rompedor!
Cómo será de rompedor que ahora quiere hacer con la
Constitución lo mismo que el señor hace con El Comercio y, como tiene cancha
propia, ha de imponer sus propias reglas y ha de meter todos los foules que
quiera, sin que nadie le saque aunque sea la amarilla. O sea lo que pretende es
que el partido dure indefinidamente, con él como único crack. Un crack que, a
pesar de que varias veces anunció su retiro de las canchas, dice que eso fue
una novatada y que por eso ahora ya no dice lo que dijo.
La edad de los jugadores es otra novatada que quiere cambiar,
para tener en el banquillo de suplentes a unas suplentas que puedan entrar en
caso de que él se lesione la rodilla, que es uno de sus puntos flacos. Otro
punto flaco es la mano, porque al Rompedor le encanta jugar con la mano y,
encima, anuncia: verán que voy a meter mano. Y mete nomás y con ella rompe todo
lo que no le gusta, y con la mano metida mete los goles. Y gana.
Chuta, ya es hora del Mundial. Verán nomás que, contra todo
pronóstico, ha de ganar el que mete gol con el pie. ¡Eso nomás faltaba!
No hay comentarios:
Publicar un comentario